“Necesitaba un trago”, comenta la actriz alemana Franka Potente, tras beber de una botellita de whiskie que acaba de comprar, a su acompañante, el actor Matt Damon, en su papel de Jason Bourne, un hombre que padece una fuerte amnesia, tras aparecer flotando en el mar Mediterráneo con dos tiros en la espalda. La identidad de Bourne es uno de los misterios que trata de descifrar cuando pide a la chica, a cambio de diez mil dólares, que le lleve de Zurich a París, en donde al parecer tiene su hogar y donde podrá indagar en las razones por las que es perseguido de modo implacable por una turba de personajes que tienen la clara intención de acabar con su vida.
Los remakes de Matt Damon. Este divertido thriller debe gran parte de su interés, precisamente, a la pareja protagonista, dos actores ya consagrados pero con un gran potencial por delante, y a los escenarios en los que se rueda la acción, que van de Marsella a Zurich o a Praga, pero centrados en la siempre bella ciudad de París, motivo que nos da para brindar con Matt Damon con un cóctel clásico pero remozado y, si queremos, adaptado a nuestros más escondidos recuerdos infantiles.
Igual que vimos a Matt Damon, emulando a Alain Delon en su juventud, preparando dry martinis en un yate en el reciente remake de A pleno sol, titulado como la novela de Patricia Highsmith El talento de Mr. Ripley, lo pudimos repescar después en su brillante interpretación de Bourne, un papel que ya hiciera para la pequeña pantalla Richard Chamberlain en los últimos años ochenta. 
Y bebiendo de nuevo, por cierto, aunque moderadamente: se le puede observar en esta nueva cinta bebiendo cerveza o una botella de vino a morro, o también, vislumbrando desde las alturas el bello y mítico Pont Neuf, presente en tantas películas, entre las que quizás quepa destacar especialmente el papel protagonista que tiene este puente parisién en Cuatro noches de un soñador, la bella cinta de Robert Bresson.
Sea como fuere, y nos fijemos en la película o en el remake que más nos agrade, ¿por qué no aprovechar la ocasión para saborear algunos remakes de un cóctel clásico donde los haya, el Dry Martini, y especialmente dándole el toque afrancesado que hoy les proponemos, o, más atrevidamente aún, hacernos pasar de nuevo por niños con estas traviesas versiones del rey de los cócteles, olvidando temporalmente la actividad diaria, el trabajo y mil y una rutinas?
Una ocasión para elucubrar en las posibilidades infinitas que la combinatoria se ofrece, que nos permite ir a la búsqueda de nuestra identidad mientras paladeamos nuevas versiones del cóctel más clásico que imaginarse pudiera, tratando de buscar nuestra identidad. O la de Matt Damon. 
MARTINIS PARA TOMAR EN PARÍS Ó PARA SENTIRSE COMO UN NIÑO.
· Parisian Martini: en coctelera, con hielo picado, verter seis partes de ginebra, dos partes de vermouth blanco seco y una parte de crema de cassis. Agitar, colar, y servir en una copa de cóctel previamente enfriada.
· Martini Mentolado: en coctelera con hielo picado, verter seis partes de ginebra, una parte de vermouth blanco seco y una cucharadita de licor de menta (puede elegir entre el verde y el blanco). Agitar, colar y servir en una copa de cóctel previamente enfriada. Adornar con un caramelo de menta en el fondo de la copa. Lógicamente, es un cóctel para sentirse como un niño, ¡no para que lo tomen los niños!
· Mint Tini: en coctelera con hielo picado, verter seis partes de vodka, una parte de vermouth blanco seco y una cucharadita de aguardiente de menta. Agitar, colar y servir en una copa de cóctel previamente enfriada. Adornar con un caramelo en el fondo de la copa. Para sentirse como un sueño de James Bond cuando todavía iba al colegio…
