El economista Joaquim Muns ha muerto hoy a los 80 años y rápidamente me ha venido a la memoria cómo nos conocimos en Estrasburgo, su pasión por los caracoles y su didáctica manera de explicar la economía, lo que me permitió obtener de él jugosas declaraciones y entrevistas en mis tiempos de activo periodista.
Sabía de su enfermedad y del inminente desenlace por su hijo Àlex, un talentoso economista desarraigado de su propio país donde el talento se reconoce a cuentagotas y el tribalismo y la mediocridad campan a sus anchas.
Joaquim Muns vivió con alegría sus estancias en el Parlamento Europeo. No era un político sino un erudito. Eso formaba parte de su encanto. También sus artículos en La Vanguardia donde había este tono ponderado y analítico tan anglosajón, tan riguroso y al mismo tiempo escéptico ante la superficialidad del mundo contemporáneo.
Lamento su muerte. Lamento no poder leerle ya más.