"Cuando era joven, se lesionaba con cuchillos o con residuos de vidrio"
La china no tiene el más mínimo remordimiento por tener a su hijo desde que cumplió los seis años metido en una jaula. Y ya han pasado 42. Lo único que hace mientras su vástago se mueve inquieto en su estrecho retiro de acero es hacer un llamamiento, para que alguien cuide de él. Con esto le basta y le sobra.
Según da cuenta ‘Daily Mail‘, Peng Weiqing ha vivido de esta guisa con su madre en la ciudad de Zhengzhou, capital de la provincia central china de Henan. Esta inhumana manera de tratar a su único hijo tiene una explicación para Peng Waimei, de 80 años: protegerle.
FIEBRES
Según se hace eco ‘La Razón‘, Waimei y su difunto esposo encerraron a su hijo lejos y lo alimentaban a través de los barrotes después de que sufriera problemas de salud en si infancia. Weiqing era un bebé cuando una fiebre muy alta le provocó daños cerebrales, que generaron en graves ataques epilépticos.
Ante el temor de que se hiciera daño y la falta de recursos económicos para pagar un tratamiento, el matrimonio decidió construir la jaula, que fue agrandando a medida que el niño crecía, en la que ha pasado toda su vida;
«Weiqing no puede controlarse. Cuando era joven, se lesionaba con cuchillos o con residuos de vidrio. Incluso al caminar, podía caerse sin justificación aparente y golpearse en la cabeza. Él me debe conocer, a pesar de que no conoce el significado de ‘madre'».
Con el padre de Weiqing muerto, su madre tiene miedo por el futuro de su hijo cuando ella muera y no pierde la esperanza de encontrar a alguien que quiera hacerse cargo.