DE EA A PLENCIA, BUSCANDO A DIOS CON BLAS DE OTERO
Entre Ea, entre Mundaca, entre Bermeo,
y entre Plencia… nos guía Blas de Otero.
Habla tanto, tan doliente y sincero
a Dios, que en su Dios siempre mudo creo.
No sabe quién es ese Dios tan frío,
que nada habla nunca ningún rato.
Mas anda siempre en nosotros. Zapato
terco, al que cada cual llama “Dios mío”.
Pocas veces se ha hecho mejor retrato
de Dios, del hombre, de España y lo vasco,
como en tu firme verso, que es peñasco
de Euskadi, España, Dios y hombre en sustrato.
No contesta Dios las preces de Otero,
ni en Mundaca ni en Ea ni en Bermeo,
a Dios tan mudo y callado lo veo
como Blas es de Dios su pordiosero.
Escucha cómo estoy, Dios de las ruinas.
hecho un cristo, gritando en el vacío,
por encontrar a Dios, el Padre mío
que rasgue de una vez tantas cortinas.
No atiende Dios ruegos a Blas Otero.
Sí es Blas, mientras tanto, su por-dios-ero.