España, Castilla, Mañueco y la Generación castellana de los 80

España, Castilla, Mañueco y la Generación castellana de los 80

España, Castilla, Mañueco y la Generación castellana de los 80

(Extracto de una entrevista mayor, que aparecerá próximamente publicada. Las preguntas son las numeradas)

1. En tu libro «Cuarenta sonetos populares y cinco canciones diversas», ¿por qué el empleo del soneto y además del soneto popular, para componer este libro?

Yo fui versolibrista en mis primeros libros como poeta. Era lo que entonces, años 70 y 80, se llevaba. La moda del momento, la vanguardia.

El realismo social de los años 50 y 60 y los «Novísimos» (éstos con mayor preocupación por la forma, hasta el punto de llamar «la generación de la berza» a los anteriores) habían establecido que lo moderno era el verso libre y todo lo demás, pasado.

De manera que en el verso libre me inicié en los 70. Después, ya a lo largo de los 80 fui dando entrada a la rima, preferentemente asonante, y a la medida, pero también en estrofas sencillas: romances, seguidillas, canciones y coplas populares.

En tales metros está compuesto mi primer libro serio de poesía «Romancero y Cancionero de la Alcarria» que obtuvo el Premio de Poesía «Provincia de Guadalajara», 1981.

Más tarde, todavía en los 80, comencé a adentrarme en la poesía con rima consonante, como algunos de los componentes de la Generación castellana de los 80 preferíamos, frente al versolibrismo que seguía siendo el favorito de otros.

2. ¿Qué generación castellana de los 80 es esa?

Una serie de personas de diferentes ámbitos que nos juntamos a comienzos de los 80 con una misma preocupación: Castilla. Una Castilla que, pese a ser uno de los puntales necesarios de España, y a poseer una de las culturas más formidables y brillantes del planeta… de repente era negada por todos los políticos y ninguneada desde todos lados.

Hasta el punto de que se estaba volatilizando ante nuestros ojos sin que nadie lo hubiera pedido ni nadie explicara por qué se hacía. Simplemente el poder, desde arriba, había decido eliminarla, desustanciarla y trocearla, sin ningún motivo concreto ni deseo popular.

Repito, únicamente por decisión verticalista de la pirámide del poder, se estaba aventando a la tierra y la cultura más notable y marcada de España… Se eliminaba a Castilla de entre los pueblos existentes en España de un plumazo y sin explicaciones.

La Generación castellana de los 80: el quejido de Castilla durante la Transición

La Generación castellana de los 80 fue el quejido de Castilla ante lo que estaba ocurriendo y un intento de oponerse públicamente a lo que los oscuros mecanismos del poder estaban ejecutando.

Nosotros y debería decir más bien “ellos”, porque yo era el más joven de aquella generación…

Aunque, por diferentes razones, entre otras que por entonces yo dirigía una editorial de libros, especializada en estos temas, acabé presidiendo yo la entidad cultural en que cuajó todo aquello: «Amigos de las Castillas y León” y siendo el coordinador de las diferentes conferencias, actividades, textos, folletos y libros que se publicaron en la época.

Pues bien, nosotros, digo, enfrentamos razones y argumentos a los hechos consumados y a los intereses espurios e inconfesables que condujeron a la partición y a la aniquilación de Castilla, durante la Transición.

3. ¿Y qué personas componían aquella Generación?

La figura fundamental, la que nos aglutinó a todos, fue don Claudio Sánchez-Albornoz, académico, historiador y político, expresidente de la II República en el exilio, el cual, aunque se encontraba al final de su dilatada vida, viendo lo que estaba ocurriendo con su añorada Castilla, no cesaba de efectuar llamamientos a través de los medios de comunicación para que se respetara la identidad cultural de Castilla.

Pedía, con comunicados llenos de datos y de sabiduría, y entre fuertes dosis de emoción, una cosa bien sencilla: que se respetara a Castilla al mismo nivel que a cualquier otra parte de España.

¿No parece mucho pedir, no? Semeja ser algo tan sencillo que el poder político debería haberlo “comprendido” y otorgado, de suyo…

Pero el poder político no lo hizo. Y desde luego la mayor parte de nosotros consideremos que había fuerzas muy superiores que manejaban a su antojo a los poderes públicos para extinguir a Castilla, para quitarla de en medio, siguiendo una oscura “hoja de ruta” que no sabemos a quién beneficiaba. Pero que había deseo expreso de amordazar y aniquilar a Castilla.

¿A quién beneficiaba su extinción política?

Desde luego, no a Castilla ni a los castellanos. Ni tampoco al conjunto de España, según creímos entonces y lo seguimos creyendo siempre.

En concreto, Claudio Sánchez-Albornoz, a través de sus llamamientos, pedía que dentro de la España plural, se contara culturalmente con Castilla, lo cual es tan sencillo y evidente, que duele tener que seguirlo reclamando.

También pedía que se constituyera “una comunidad autónoma fuerte en una Castilla unida, desde el Mar Cantábrico hasta Sierra Morena”, como la mejor forma de defender los intereses de la propia Castilla y también de la propia España.

Una comunidad fuerte y unida en Castilla era lo más conveniente para garantizar el respeto a Castilla y también la soldadura adecuada de todas las Comunidades Autónomas peninsulares.

De otra forma, si el poder desunía a Castilla, esta tierra sería una mera piltrafa en manos de la periferia, pero también la propia España quedaría a merced de las comunidades más favorecidas y poderosas, que harían con ella, con España, igualmente lo que quisieran.

El deshuesamiento de Castilla y de España


4. Ciertamente, sus palabras han resultado proféticas de lo que ha ocurrido durante estos años.

Así es. Absolutamente, exactas. Se deshizo a Castilla, por interés de quien lo exigiera… que no del pueblo castellano.

Y las comunidades más privilegiadas y poderosas han hecho con España lo que les ha dado la gana.

Desde luego, a esa enorme porción de España que llamamos o llamábamos “Castilla” la han deshuesado completamente, hasta dejarla exhausta, como había predicho don Claudio que ocurriría, si no se constituía una Castilla fuerte y pujante…

Hasta tal extremo han deshuesado la España central, la España de Castilla -cosa que ya había comenzado a efectuar el Régimen de Franco, por otra parte, desde los pavorosos, para Castilla, años de la emigración de las deñcadas de los 50 ó 60-, que ahora, iniciado el siglo XXI, las comunidades pujantes y favorecidas pueden arrojar sus restos (los restos de la España central y fagocitada casi por entero) a la basura; como una cáscara despreciable, como un territorio al que le han absorbido toda su gente, su dinero, su tuétano y su vida…

Y ya no interesa sino para tirarlo fuera del convoy, por carente de valor: eso es lo que se sigue haciendo con Castilla desde la periferia, entre enormes insultos y dosis de incomprensión, por otra parte.

Uno de los casos de mayor crueldad con un territorio y unas gentes que cabe imaginar

España es un inmenso vacío interior… que ya no tiene ni voz para quejarse, frente a una periferia privilegiada y arrogante, que, sin embargo, no deja de exigir más y más, y de lamentarse si no lo recibe de inmediato.

Se iba a originar un país desquiciado, si no se respetaba a Castilla dentro de España y si todas las partes de España no actuaban con lealtad a España, al mismo tiempo… Lo había dicho muchas veces don Claudio, en el Congreso de los Diputados, durante la II República, y más tarde, durante su larguísimo exilio.

No se cumplieron las dos premisas requeridas por don Claudio, y el resultado ha sido el que él había predicho: una España desquiciada.

Componentes y actos de la Generación de los 80.

5. ¿Y si Claudio Sánchez-Albornoz fue el mentor o guía desde la distancia, qué otras personas integraron la Generación?

Personas muy distintas, de diferentes ámbitos y de desiguales edades. Ya digo que yo era el más joven de todos.

Sin embargo se juntó un plantel de intelectuales destacadísimos, que cumplen todos los requisitos para ser considerados una “Generación”, y mucho más claramente que otras…

Historiadores, sociólogos, economistas, escritores, periodistas, novelistas, poetas, folkloristas, políticos en activo o con ganas de serlo… Y esto último era ya una carga de dinamita que aquel grupo generacional llevaba dentro, para destruirlo al cabo del tiempo

Se formó un conjunto variopinto de personajes que realizaron asociaciones, impartieron conferencias, publicaron libros y folletos en común, trabaron una estrecha amistad a lo largo del tiempo…

El libro más significativo de aquella Generación fue “Castilla: manifiesto para su supervivencia. El lugar de Castilla en la España autonómica” (1984) donde Ramón Carnicer (leonés), Gonzalo Martínez Díez (burgalés, aunque vallisoletano de adopción), Demetrio Casado (segoviano), Ramiro Cercós (soriano) y yo mismo (madrileño/alcarreño) juntamos textos que se habían pronunciado a modo de conferencias, el verano anterior (1983), en el Centro Castellano-Leonés de Tarragona.

En una época en que “Castilla” aun comprendía a las dos Castillas, claro está, porque el oficialismo no había hecho saltar “Castilla” en pedacitos, que es lo que Castilla tiene que agradecer a todos y cada uno de los políticos que hicieron la Transición, sin excepciones

Los nombres de todos los componentes de la Generación, en concreto, me los reservo, porque me dejaría alguno…

Y además estoy escribiendo una novela que se llamará así: “La Generación castellana de los 80”, en donde vendrá la nómina completa y la vida, andanzas y peripecias de todos aquellos años, en donde íbamos de provincia en provincia (Madrid, Salamanca, Soria, Toledo, Valencia, Barcelona, Tarragona…), en un peregrinaje de difusión de la necesidad de que Castilla fuera vista y perdurara.

6. ¿Qué ocurrió con aquella Generación?

Se disolvió como ocurre con todas las generaciones. En realidad, todo y todos somos barcos que se cruzan en la noche y que al cruzarse hacen sonar sus sirenas y se saludan con sus luces, antes de volver a perderse en la inmensidad del océano de la vida.

Aquella Generación, unida, duró bastante, casi tres años de actos en común… Lo cual es mucho, comparándola con Generaciones que sólo se hicieron una foto en conjunto, o ni eso, sino que sólo han sido juntados por la crítica posteriormente, pero que nunca se llevaron bien entre ellos, y siempre negaron que existiera tal grupo.

7. ¿Y después?

Después el viento del poder siguió haciendo lo que siempre ha hecho… soplar y soplar en la dirección que quiere y hacer con los humanos lo que al viento le da la gana…

Es lo que ha ocurrido bajo cualquier sistema, con más o menos dificultades para lograr sus propósitos… Pero el viento del poder es el que siempre gana, verticalmente.

El poder es una pirámide, más o menos desde la época de los egipcios, y solamente varían los nombres y los rostros de quienes se sitúan encima de su cúspide y desde allí implantan su santa voluntad, y también varía un poco, muy poco, el método de ascenso hasta la cúspide.

Y el viento, desde arriba, había decidido que Castilla fuera barrida de en medio, de entre los pueblos existentes… El viento del poder sabrá por qué lo hizo y lo mantiene. Y quién le movía las aspas para que él actuase o agitaba los elementos atmosféricos contra la Castilla que a ese alguien le sobraba.

Nosotros simplemente lo expusimos entonces y yo lo expongo ahora. Para que el que quiera entender y ver, que vea y entienda lo que pasó y pasa. Y seguirá pasando hasta que el viento vertical sople en otra dirección, pero no sé hasta cuándo. No sé cuando cambiará de posición la veleta de la Historia.

Lo que sí digo es que en algún momento el viento del poder soplará de otro modo para Castilla. De eso estoy persuadido.

Castilla se sobrepondrá y terminará ganándole al viento que sopla desde arriba


8. ¿Crees, por tanto, que Castilla vencerá finalmente a ese poder que lleva soplando tanto tiempo contra ella?

Quizá, quizá… Es más, yo estoy convencido de ello. Hay cosas demasiado poderosas, incluso para el viento del poder –que en definitiva es una cosa manejada por los hombres-.

Castilla es una de ellas, formidablemente resistente, imperecedera, le hagan lo que le hagan, no podrán enterrarla… Respira.

El espíritu de Castilla, la cultura de Castilla, la impresionante cultura que ha sido capaz de alumbrar Castilla es de tal magnitud –una de las imprescindibles del planeta-, que los hombres que manejan las brisas y los vendavales, las ventiscas y los torbellinos a su antojo sólo pueden torcerla, desviarla de su camino un poco, pero no acabar con ella.

Castilla, a través de su descomunal cultura, sobrevivirá a los sistemas políticos: al franquismo (que la extenuó en lo demográfico y económico) y a la Transición española (que la aventó en lo político). Y seguirá existiendo ella cuando ya no quede ni resto de los pasajeros políticos y sistemas que atentaron contra su existencia.

9. Eso suena a muy cidiano (vencer después de muerto) o a Luis Vélez de Guevara (“Reinar después de morir”).

No es exacto. Castilla, en su cultura, no ha muerto. Ni puede hacerlo. No hay que resucitarla. Está viva y pujante, aunque no esté promocionada en los medios de comunicación ni por los poderes públicos como debiera…

Ahora bien, en todo los demás ámbitos, han hecho contra ella todo lo que han podido. Políticamente, han echado tierra sobre su existencia y han cubierto de sal su solar y su territorio.

El poder político sabrá por qué. Yo me lo imagino, pero también me reservo esa argumentación para la novela antecitada, que la identidad de ese autor o autores -bastante esmerado o muy metódicos, constantes y minuciosos- del “intento de asesinato de Castilla” quede de momento entre sombras, hasta que se resuelva su identidad en la novela, con precisión detectivesca e intriga de novela policiaca. ¿De acuerdo?

Juan Pablo Mañueco (2016)

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

Lo más leído