La obra ‘Ultimas noticias sobre el periodismo’ (1995), del escritor, periodista y político italiano Furio Colombo, se presenta como un manual de lo que ha de ser un buen informador. Tal vez, lo más destacado sea su denuncia de los periodos críticos e inestables que atraviesa cada cierto tiempo la profesión periodística. Para él, los cuatro grandes adversarios son: la falta de fuentes, la presión del poder, el riesgo de la censura y el estado de ánimo de la opinión pública.
Así, este riesgo se da incluso en los contextos en teoría más beneficiosos, como pueda ser el de las democracias. En ellas, siempre hay grupos de poder (políticos, económicos, etc) que intentan poner límites al periodismo. Así, lo “políticamente correcto” se impone como un modo de censura oculta. Hay temas que incomodan a la opinión pública (como el Creacionismo en gran parte de EEUU), que ejerce así un importante poder sobre el periodismo, al que condiciona enormemente. Furio Colombo exige al buen periodista que “no se amolde a lo que la gente quiere”, sino que ha de ser independiente.
Así, para el autor italiano, el periodista verdadero ha de huir de los gustos de la opinión pública y de las pretensiones de los poderes fácticos, que siempre le van a exigir fidelidad. Del mismo modo, Furio Colombo denuncia cómo muchas veces las informaciones se acaban convirtiendo en espectáculo puro y duro. El hecho “de que cada vez más se vincule la información con el entretenimiento y el espectáculo obedece a la búsqueda de una mayor audiencia y, por tanto, del dinero proveniente de la publicidad”, concluye el escritor. Su denuncia radica en el hecho indudable de que según se aleja el periodismo de su esencia meramente informativa en pos de la espectacularidad, se pierde su profundidad y su ser, cayendo en la simple superficialidad, bañada con efectos artificiosos como el ritmo, el suspense o los golpes de efecto.
Furio Colombo cree que la única solución es reforzar la credibilidad (al fin y al cabo lo único que avala al periodista ante el receptor) volviendo a la realidad cotidiana, a la noticia comprobada, contrastando las fuentes. Del mismo modo, añade el autor, éste tampoco puede convertirse en un mero transmisor de la información oficial. Al fin y al cabo, es un hecho indudable el que cada vez los periodistas salen menos a la calle, limitándose a recibir las noticias de agencia y de los gabinetes de prensa. La consecuencia no es otra que la proliferación, cada vez mayor, de una información homogénea e institucionalizada, recibida desde el poder y desde grupos interesados.
En definitiva, ‘Últimas lecciones de periodismo’ supone una clase magistral de Furio Colombo, el maestro de periodistas.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA