La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Franco, ¿dictador, totalitario, autoritario?

La iniciativa de la Real Academia de la Historia de hacer un Diccionario Biográfico en el que se repasa nuestra historia a través de la reseña de las vidas de 40.000 españoles, resulta absolutamente excepcional. Sin embargo, como no podía ser menos en nuestro país, se ha oscurecido un trabajo de diez años, a cargo de grandes expertos e historiadores, por las redacciones de las biografías de ciertos personajes “polémicos”. La controversia fundamental, como tampoco podía ser menos, ha radicado en la reseña de Francisco Franco, a cargo de Luis Suárez, quien no atribuye a éste ser un dictador, ni a su régimen ser totalitario, sino autoritario.

Leyendo las explicaciones del historiador, estoy de acuerdo con él en una parte y en desacuerdo con la otra. Me convence su argumento de que totalitario “es el sistema que somete el Partido al Estado”, mientras que autoritario es lo contrario. Es un tecnicismo, pero refleja una realidad: en el régimen franquista, el Partido, la Falange, estaba sometida al Estado. Pese a lo que creyeran muchos falangistas… A diferencia de los regímenes comunistas o fascistas, en España, la Falange fue un simple instrumento que no influyó ideológicamente en el país. La Falange creada por José Antonio a su imagen y semejanza, en la que nacionalisto y socialismo se unían teóricamente y en la que la clase obrera se aglutinaba en colectivo (no para liberarse, como en el socialismo) para hacerse grande haciendo más grande a la Patria (en el socialismo los países no pintan nada; prevalecen las clasificaciones por clases sociales), jamás fue desarrollada en sus principios por Franco.

El llamado Generalísimo hizo de España un cuartel. El suyo fue un sistema militar, basado en el control absoluto para que todo se mantuviera en “orden”. Y este “orden” se buscaba suprimiendo a los “enemigos” y ejerciendo un sistema de contrapesos en el ejercicio del poder entre los “amigos”; que no eran sólo los falangistas o los carlistas (englobados en el Partido), sino también los militares, los monárquicos, los liberales, los tecnócratas del Opus… Franco jugó con todas esas “familias”, dándoles parcelas de poder (que al fin y al cabo era él en persona) según las circunstancias nacionales e internacionales. La Falange sólo tuvo un mínimo poder real en los primeros años del régimen, cuando, en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, alemanes e italianos parecían victoriosos. Cuando, desde 1942-1943, se vio que podían ganar los aliados… adiós a los camisas azules.

En definitiva, el de Franco fue un modelo autoritario en el que el ejército y su forma de vida espartana y marcial eran los bastiones principales. Ideológicamente, los principios falangistas no pintaron nada, por mucho que hubiera ministros, gobernadores y alcaldes falangistas. Ese hueco ideológico lo llenaron, en gran parte, el pragmatismo (Franco jamás fue político, sino superviviente) y la Iglesia (el “orden” franquista era nacional-católico), que también fue instrumentalizada. Aunque de un modo permitido, hasta que el Concilio Vaticano II y la agonía del franquismo marcaron un distanciamiento de la Jerarquía (no sin problemas y dudas) que muchos, en la base, ya emprendieron desde décadas antes.

Por todo esto, sí pienso que el de Franco no fue un régimen totalitario y sí autoritario. Sin embargo, lo que no puedo compartir es que no fue una dictadura. Por mucho que Luis Suárez explique que “un dictador es un alto funcionario que se hace cargo de todas las funciones durante un tiempo determinado para restablecer el orden”, y que no se le puede otorgar tal condición a Franco porque, “a diferencia de Primo de Rivera”, éste “nunca se consideró de este modo a sí mismo”, no hay otro modo de definir el franquismo: un régimen surgido de un golpe de Estado y una consiguiente Guerra Civil, desarrollado durante 36 años sin una verdadera consulta popular (los referéndums en las dictaduras son una absoluta manipulación) y en el que se ejerció una violencia y una censura continuada contra los sospechosos de tener unas ideas políticas diferentes a las imperantes. Esto es una dictadura. Militar y autoritaria, si se prefiere (como si esto fuera menos negativo), pero una dictadura.

Por último, creo que la Real Academia de la Historia se equivocó encargando la biografía de Francisco Franco a un miembro de la Fundación Francisco Franco y presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos. Habían de saber que, de las 40.000 biografías, se iba a mirar con lupa no sólo el texto de la de Franco, sino también quién lo firmaba.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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