La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

UPyD o la democracia sin espectáculo

Esta tarde-noche, en Arganda del Rey, la localidad madrileña en la que resido, he tenido la oportunidad de asistir a dos mítines muy diferentes. A uno de UPyD y a otro del PP. La verdad es que, cuanto menos, ha sido un experimento sociológico más que interesante.

Las diferencias han sido enormes, empezando por lo formal: mientras el de UPyD ha sido en la calle y, luchando contra el frío, se han concentrado no más de 20 personas, el del PP ha tenido lugar bajo el calor (sobre todo ambiental) de un auditorio completamente abarrotado, en el que habría varios cientos de presentes.

Sin embargo, los principales contrastes entre uno y otro han sido de fondo. En el mitin del PP, políticos conocidos y con una carrera dilatada, como Francisco Granados o Ignacio Astarloa (al que sí he llegado a tiempo de ver en el conjunto de su charla), no podían hablar sin que, a cada poco, un estruendoso aplauso cortara espectacularmente su alocución. En el de UPyD, las encargadas de hablar han sido dos candidatas a diputadas sin ninguna experiencia política ni militancia alguna previa: la catedrática de Geología de la Complutense Yolanda Sánchez y la periodista Irene Lozano (ágil, fresca, interesante; fantástica). Sus exposiciones, didácticas, solo eran saludadas al final con tímidos aplausos. De hecho, la parte final del mitin consistió en un turno abierto de palabra para que la gente preguntara libremente sobre aquello que más le preocupaba. El acto del PP fue clausurado con el himno popular tronando sobre una medida escena en la que los sonrientes ponentes parecían echar el telón tras interpretar una obra de teatro.

Con apenas unos minutos de separación, he apreciado dos modos muy distintos de concebir la política. El primero, el de UPyD, propio de un partido minoritario, nuevo, que avanza a base de pequeños (e ilusionados) pasos. El segundo, el de uno de los dos partidos mayoritarios que conforman en España la base de nuestro bipartidista modelo político, y que además se sabe en triunfal camino hacia el poder.

En un lado he visto explicaciones pedagógicas para fomentar el diálogo entre los presentes y, en el otro, grandes lemas elaborados para producir una preparada ovación. En un lado he visto ideas que buscan tener forma y, en el otro, ideología firme, recia y definitiva. En un lado he visto cómo se cuestionaban por las raíces esenciales que explican las deformidades del sistema y, en el otro, un modo sinuoso que, desde el “y tú más” dirigido al otro gran partido, hacían ver que pedían cambio sobre esas esencias estructurales en que se basa su propia supervivencia en el poder.

Así es la política. Y los diferentes modos de entenderla. Una es la que, desde la ilusión del primer amor, se entrega por completo por salvar al ser querido que está gravemente enfermo. Y la otra es la que no pone algunas de las vacunas que necesita el supuesto amado porque éstas son vitaminas que contribuyen a su propio engorde.

Entre la asamblea y la macropolítica me quedo con la política con mayúsculas.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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