La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

En defensa de Juan Carlos I

En un momento en el que parece existir una campaña organizada para generar un clima social contrario a la Monarquía (y no hablo del proceso judicial abierto contra Urdangarín; que se vaya hasta el final y, como con cualquier ciudadano, se dictamine si es culpable o inocente), quiero salir en su defensa. Primero, porque creo en la idoneidad de la institución monárquica en nuestro país. Y, segundo, por agradecimiento a Juan Carlos I.

Hoy, en la España de 2011, la Monarquía constitucional es el mejor sistema posible. Fundamentalmente, porque garantiza de un modo absoluto el pluralismo democrático (lo que en tiempos de la II República se identificó como un valor esencialmente republicano, equiparando monarquía a caciquismo y autoritarismo). Por esta razón, sería tan válida tanto la República como la Monarquía. Pero, y he ahí la dificultad del paso siguiente: ¿es viable abolir la Monarquía y mantener la Constitución de 1978? Porque yo no lo dudo: no arriesgo la Carta Magna de la que ayer conmemoramos su 33º aniversario. Ninguna Constitución en la historia de España ha garantizado un modelo de convivencia democrática como el que hoy disfrutamos. Con sus muchas imperfecciones, la Constitución de 1978 es uno de los grandes logros de nuestra historia.

Pero, además, expongo un mérito más de la Monarquía respecto a la República. Y aquí ya introduzco a Juan Carlos I. Ningún español (ningún gobernante, líder político, intelectual, deportista o artista) tiene tanto prestigio en el mundo como el Rey. Don Juan Carlos se ganó el respeto internacional encabezando la transición desde una dictadura hacia la democracia de un modo pacífico y sin incurrir en ilegalidades. Además, y por mucho que algunos sigan empeñados en emponzoñar lo que ocurrió aquella noche, él ha quedado como el gran artífice que derribó el golpe de Estado del 23-F de 1981. Definitivamente, por si aún quedaban dudas, Juan Carlos I se ganó el apelativo con el que será recordado el día de su muerte: ‘El Rey demócrata’. Algo extraordinario (por inusual) en nuestra historia nacional.

Finalmente, el prestigio del Rey le convierte en el mejor embajador español posible. Cuenta Felipe González, en el libro Presidentes, que Victoria Prego escribió sobre los líderes de la democracia desde su inicio hasta el año 2000, una anécdota más que significativa. Ocurrió en 1991, en la Cumbre de Madrid en la que Israel y Palestina abordaron unas históricas conversaciones de paz. Allí también estaban Bush padre y Gorbachov, patrocinadores del encuentro. Sólo unos meses después, la URSS, tras el cambio hacia la apertura iniciado por el presidente soviético, acabaría desmembrada y con el propio Gorbachov fuera de la escena política. Todos sabían el acontecimiento histórico que estaba a punto de producirse, pero nadie lo mencionaba abiertamente. Imperaba un púdico silencio. Hasta que, consultado por González, el Rey citó para esa misma noche a los presidentes estadounidense, soviético y español. Naturalmente, con su buen humor, Don Juan Carlos rompió el hielo y los políticos expresaron con total sinceridad sus impresiones ante lo que significaba el fin de la URSS. Todos los allí presentes recordarían el hito que supuso poder abordar de un modo realista uno de los hechos más importantes del siglo XX antes de que se produjera.

Como recuerda González, eso solo fue posible por la personalidad del Rey, pero también por su prestigio. Ese nivel de respeto y neutralidad solo es posible en un Rey y no en un presidente de una República, pues éste siempre estará ligado a un partido. Es decir, a una ideología, a un supuesto interés. El interés del Rey, a ojos del mundo (y eso es lo más importante) solo es el interés de España. Como se apreció, por ejemplo, en los inicios de la presidencia de Zapatero, cuando Bush hijo casi ni se dignaba a cogerle el teléfono. ¿Quién viajó a Estados Unidos y dio un paso decisivo para que al cabo del tiempo se alcanzaran unas relaciones de normalidad entre España y Estados Unidos? El Rey. ¿O es que no es nuestro mejor embajador, además, el único que puede encabezar una delegación de empresarios españoles para facilitar su entrada en los mercados más inaccesibles?

Por muchos motivos, más prácticos que ideológicos, me quedo con la Monarquía, la Constitución de 1978, la democracia pluralista y su máximo garante: Juan Carlos I de España.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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