La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Etarras que sí piden perdón

España es así. Podemos tirarnos años debatiendo si hay que exigir a los etarras que pidan perdón por sus crímenes como condición para acometerle fin del terrorismo y, cuando hay una noticia en este sentido, pasa completamente inadvertida.

Ni aunque la publique El País. En una información que hoy recoge este diario, se dan a conocer detalles sobre un taller en el que, de octubre a noviembre, participaron una decena de presos etarras en la cárcel de Nanclares de Oca (Álava). Todos ellos pertenecen al colectivo de históricos de la banda (autores de múltiples asesinatos, como Urrusolo Sistiaga, Andoni Alza o Idoia López Riaño, La Tigresa) que aceptaron los beneficios fiscales impulsados por el Gobierno Zapatero para los presos que se desvincularan públicamente del terrorismo. Evidentemente, ETA los tachó de traidores y los expulsó de su organización. Ese fue uno de los grandes éxitos del Ejecutivo socialista en materia antiterrorista: sembrar la división entre ellos.

Lo más positivo de esos talleres es que los mismos presos los solicitaron a Instituciones Penitenciarias. Y, aún mejor, que en ellos mantuvieron encuentros con víctimas del terrorismo con el fin de reconocer sus crímenes y pedir perdón. De todas formas, lo mejor es reproducir algunas de las frases que los propios presos respondieron a distintos periodistas:

Primero, la definición de los talleres: “Son charlas-debate en torno a cómo afrontar una nueva convivencia basada en la reflexión crítica del pasado, la superación de las heridas tanto personales como sociales y nuestra aportación en este sentido”.

Después, el reconocimiento del error: “Es evidente que la organización en la que nosotros militábamos ha sido responsable de una parte importante del sufrimiento vivido por muchas familias en todos estos años. Asumiendo esta responsabilidad, veíamos necesario tender puentes y crear espacios de encuentro que ayudaran, en lo posible, a cerrar las heridas, y aportaran algo a favor de una convivencia en paz y normalizada para que nunca más se vuelvan a vivir situaciones tan dramáticas y dolorosas. Nos parecía fundamental el contacto con personas de sectores y sensibilidades diferentes hablándonos, escuchándonos y rompiendo así el diálogo de sordos que ha existido en nuestro país durante tantos años”.

Lo más importante, las dos reuniones con víctimas: “Resultaron especialmente intensos, positivos y constructivos. Le damos importancia al hecho de que participaran en el taller. Hemos podido escuchar sus miedos y dudas sobre que se quiera hacer un borrón y cuenta nueva, pasar página como si aquí no hubiera pasado nada, y lo entendemos”. Algo que concretan con detalles espeluznantes: “Ver que estábamos en la misma sala y un grupo de presos hablando con ellos, escuchando cómo lo vivieron (no solo el atentado que costó la vida a sus padres, sino además la falta de solidaridad en su entorno, la reacción de la gente que encima dejaba de saludarles y añadían aún más dolor) hace que uno cuestione aún más no solo la utilización de la lucha armada, sino también la mentalidad que la rodeaba”.

Especialmente significativo resultó el encuentro con Gorka Landaburu, periodista y víctima de ETA (quedó mutilado de una mano), que reviven así: «Sientes que te alegras de que siga vivo, que fue una barbaridad pretender matarlo. Compartes en serio esos sentimientos, te emocionas estrechándole la mano. No puedes reparar el daño causado, no puedes volver atrás, pero a nivel humano sientes que estás aportando lo que puedes. Eso es lo que sientes”.

Finalmente, la conclusión. Y el compromiso: “Nosotros queremos aportar nuestras reflexiones y testimonios porque pensamos que, desde nuestra propia experiencia, en primera persona y como grupo, nuestras reflexiones críticas de las decisiones que tomamos y de los procesos que las acompañaron ayudan a cuestionar la mentalidad con la que los objetivos políticos se ponen por encima de la dignidad de las personas. (…) Llevamos muchos años de crítica, autocrítica y cuestionando a nivel interno todos estos temas. Han sido años de discusiones y problemas constantes con un coste personal y para nuestro entorno familiar que no es fácil de llevar. Nos podíamos haber limitado a dejarlo, a distanciarnos discretamente y buscar nuestra salida personal dentro de las posibilidades que se establecen en la ley. Esta es la opción que hubieran querido que tomáramos los que hablan en nombre de los presos. Pero no lo hemos hecho porque pensamos que nuestra responsabilidad nos lleva al compromiso de aportar lo que podamos en este sentido”.

Claro que éste es un colectivo minoritario. No, no es ETA. Pero, por la importancia que supone señalar el camino que se debe recorrer, con una voz interior y protagonista, merece la pena que esta iniciativa sea conocida. No cerremos los ojos con desprecio sin más. Sigamos siendo conscientes de lo difícil que resulta que todo un grupo de asesinos fanáticos haga lo mismo, pero que nuestra superioridad (que la tenemos en lo moral y en justicia, por supuesto) no nos impida menospreciar pequeños y aparentes brotes de esperanza.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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