Este viernes, 30 de mayo de 2025, Elon Musk ha cerrado una etapa clave en la política estadounidense. Tras semanas de especulación, el empresario sudafricano ha formalizado su salida del gobierno de Donald Trump como responsable del polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Sin embargo, el magnate de Tesla y SpaceX ha asegurado que mantendrá su papel como aliado y consejero externo del presidente, incluso después de haber intensificado sus críticas a algunas decisiones de la administración.
La tensión entre ambos líderes, que han protagonizado una de las colaboraciones más inusuales de los últimos años en Washington, ha marcado la actualidad política. El propio Trump, en un simbólico acto de despedida en el Despacho Oval, ha recalcado que Musk “no se va del todo” y que seguirá siendo un referente para el Ejecutivo, pese a los desacuerdos recientes sobre el rumbo fiscal del país.
Un adiós calculado en la Casa Blanca
La jornada ha estado cargada de gestos y declaraciones. En un encuentro retransmitido en directo y con presencia de numerosos medios internacionales, Trump elogió el “cambio colosal” impulsado por Musk en la administración federal. “Ha realizado la reforma de Gobierno más importante en generaciones”, afirmó el presidente rodeado por miembros del gabinete y asesores que han vivido de cerca las tensiones internas provocadas por el estilo directo del empresario.
Por su parte, Musk insistió en que no se trata de un final definitivo: “Este no es el final del DOGE, sino el comienzo. El equipo crecerá con el tiempo y veremos un ahorro de un billón de dólares”, declaró ante los periodistas. Además, subrayó que continuará como “amigo y consejero del presidente”, dejando claro que sus diferencias con la Casa Blanca no suponen una ruptura personal ni política.
De aliado esencial a crítico incómodo
La relación entre Trump y Musk ha evolucionado rápidamente desde que el empresario aceptó liderar el ambicioso plan para recortar gasto público y reducir burocracia. Inicialmente, su sintonía fue total. Musk llegó a declarar: “Cuanto más conozco al presidente Trump, más me cae bien. Francamente, lo amo”, mientras que Trump lo calificó como “un gran patriota”.
Sin embargo, las últimas semanas han estado marcadas por desencuentros. Musk ha expresado abiertamente su decepción con la política fiscal aprobada por la administración, tildando el plan estrella del presidente de “proyecto de ley de gasto masivo que aumenta el déficit federal” y “socava el trabajo” realizado por DOGE. Estas declaraciones provocaron una reacción inmediata desde la Casa Blanca, que defendió sus medidas económicas pero agradeció públicamente al empresario su servicio.
- Musk: “Creo que un proyecto de ley puede ser grande o puede ser hermoso. Pero no sé si podría ser ambas cosas”.
- Trump: “Elon ha trabajado incansablemente… Su servicio es incomparable”.
La despedida en el Despacho Oval: gestos y mensajes cruzados
En la despedida oficial celebrada este viernes en la Casa Blanca, Trump no escatimó elogios hacia Musk a pesar del clima enrarecido: “El servicio de Elon es incomparable… Ha cambiado la mentalidad sobre cómo gestionar los recortes. Vamos a seguir adelante con esa hoja de ruta”. Al mismo tiempo, reconoció abiertamente que Musk buscará centrar sus esfuerzos en sus negocios privados tras cumplir con los objetivos iniciales.
La escena estuvo cargada de simbolismo político. A pesar de las diferencias públicas recientes, ambos evitaron un enfrentamiento directo ante las cámaras. De hecho, Trump reiteró ante sus colaboradores: “A Elon le gustaría quedarse tanto como pueda… Lo queremos aquí todo el tiempo posible”. Las palabras coinciden con las informaciones internas sobre los deseos del presidente para retener al magnate como asesor informal.
Rumores y gestión interna: ¿un adiós definitivo?
Fuentes próximas al entorno presidencial reconocen que parte del gabinete veía necesaria la salida progresiva de Musk ante las crecientes tensiones internas y su papel como potencial “lastre político” para los republicanos más moderados. Las exigencias del empresario para acelerar despidos masivos y recortes abruptos chocaron con varios altos cargos y provocaron fricciones visibles, especialmente con figuras como Marco Rubio.
Sin embargo, Trump desmintió cualquier mala relación personal entre Musk y otros miembros clave del gabinete —incluido Rubio— tildando los rumores al respecto de “fake news”. En cualquier caso, es evidente que las tensiones han marcado el final del ciclo político del magnate dentro del Ejecutivo.
¿Qué esperar ahora? Un rol menos visible pero decisivo
Con su salida formalizada, Musk apunta a una presencia pública menos intensa pero igualmente influyente. Ha dejado claro que seguirá asesorando a Trump desde fuera y respaldando iniciativas clave vinculadas a eficiencia gubernamental y reducción del gasto público. Analistas señalan que este nuevo rol —más discreto pero aún relevante— podría permitirle influir sin asumir directamente los costes políticos asociados a decisiones impopulares.
En paralelo, se especula sobre posibles futuras colaboraciones puntuales entre ambos líderes ante retos económicos o tecnológicos estratégicos para Estados Unidos. La dinámica entre ambos parece lejos de agotarse; aunque cambie la forma, persiste el fondo: una alianza pragmática basada en intereses compartidos más allá de discrepancias puntuales.
Este viernes marca así no solo el cierre simbólico de una etapa inédita en Washington sino también una transición hacia una relación diferente entre dos figuras clave para entender la política estadounidense actual: menos dependiente del día a día gubernamental pero todavía marcada por la colaboración directa cuando los intereses converjan.
