Choque entre tradición y poder

La ‘reencarnación’ del Dalái Lama reaviva el histórico conflicto entre China y el Tíbet

Si China controla el proceso podría consolidar su autoridad; si lo hace la diáspora se mantendrá viva la causa independentista

Dalai Lama (1)
Dalai Lama. PD

Hoy, 6 de julio de 2025, las tensiones entre China y el Tíbet alcanzan un nuevo pico, impulsadas por el debate sobre la sucesión del Dalái Lama.

El origen de este conflicto se remonta a siglos atrás, cuando los emperadores chinos intentaron controlar Lhasa mediante comisionados imperiales y tropas estacionadas en el Tíbet.

A principios del siglo XX, la región pasó por manos británicas y chinas en una serie de tratados internacionales que reconocían formalmente la soberanía china pero dejaban espacio a la autonomía tibetana.

El gran punto de inflexión llegó en 1950, cuando el ejército de la República Popular China invadió el Tíbet.

En 1951, tras una resistencia breve y desigual, líderes tibetanos —incluido un joven Dalái Lama— firmaron un tratado bajo presión que incorporaba oficialmente al Tíbet a China.

Desde entonces, Pekín ha ejercido un férreo y tiránico control político y militar sobre la región.

La huida del Dalái Lama y su impacto

En marzo de 1959, tras una represión brutal en Lhasa que dejó decenas de miles de muertos, el actual Dalái Lama huyó al exilio en la India junto con sus ministros. Esta huida marcó el inicio de una diáspora tibetana activa políticamente y reavivó el movimiento por la autonomía o independencia del Tíbet.

Durante las décadas siguientes, China intensificó su control con políticas migratorias, represión cultural y destrucción sistemática de monasterios durante la Revolución Cultural. El Dalái Lama se convirtió en símbolo internacional de resistencia pacífica y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1989.

La sucesión del Dalái Lama: choque entre tradición y poder

El conflicto ha cobrado nueva actualidad este mes tras las declaraciones del Dalái Lama confirmando que su sucesión debe seguir los rituales tradicionales budistas tibetanos, sin injerencia externa. China insiste en que la reencarnación debe producirse dentro de su territorio y bajo aprobación estatal. Pekín acusa al líder espiritual exiliado de separatismo y afirma que sólo el gobierno central puede legitimar a su sucesor.

La reencarnación no es solo un asunto espiritual: es clave para la legitimidad política tanto para los budistas tibetanos como para Pekín. Si China impone su candidato —como ya hizo con otro líder religioso, el Panchen Lama— podría fragmentar aún más a la comunidad tibetana. Por otro lado, si la diáspora reconoce a un Dalái Lama elegido fuera de China, se abriría un periodo incierto con dos figuras enfrentadas reclamando legitimidad.

“No solo condenamos enérgicamente que la República Popular China utilice el tema de la reencarnación para su beneficio político, sino que nunca lo aceptaremos”, declaró Lobsang Sangay, líder tibetano en el exilio.

Curiosidades sobre el Dalái Lama

El actual Dalái Lama (Tenzin Gyatso), figura central en este pulso político-religioso, es también protagonista de historias singulares que han forjado su imagen global:

  • Nació en 1935 en una familia campesina del noreste tibetano.
  • Fue reconocido como reencarnación a los dos años tras superar pruebas espirituales.
  • Asumió el liderazgo espiritual con solo 4 años y político a los 15.
  • Ha vivido más tiempo fuera del Tíbet que dentro: lleva desde 1959 exiliado en Dharamsala (India).
  • Habla varios idiomas: además de tibetano, maneja inglés e incluso algo de chino.
  • Es autor prolífico: ha escrito más de 100 libros sobre budismo, compasión y filosofía.
  • Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1989 por su defensa no violenta ante la ocupación china.
  • Ha propuesto reformas como permitir una mujer Dalái Lama o terminar con la tradición si deja de ser útil.
  • Es vegetariano convencido por razones éticas y espirituales.
  • Suele bromear sobre su edad o salud mental para romper barreras culturales cuando viaja.

¿Qué puede pasar ahora?

La lucha por determinar quién será el próximo Dalái Lama marca un punto crítico. La decisión tiene implicaciones directas para:

  • El futuro político del Tíbet: Si China controla el proceso podría consolidar su autoridad; si lo hace la diáspora se mantendrá viva la causa independentista.
  • La estabilidad regional: India observa atenta por sus propias tensiones fronterizas con China y acoge al líder espiritual.
  • Las relaciones internacionales: Estados Unidos y Europa siguen apoyando a los exiliados tibetanos en foros internacionales.

El pulso sobre la sucesión del Dalái Lama es mucho más que una disputa religiosa. Es reflejo de un conflicto geopolítico donde identidad nacional, derechos humanos e influencia regional se entrelazan. Mientras tanto, millones de budistas tibetanos miran con preocupación e incertidumbre hacia ambos lados del Himalaya.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído