SUCESIÓN Y TENSIÓN CON CHINA

Así es el complejo ritual de los budistas tibetanos para encontrar al sucesor del Dalai Lama que encorajina a la China comunista

El proceso tradicional de búsqueda del nuevo Dalai Lama enfrenta un choque con la interferencia política china que amenaza la autonomía religiosa tibetana

Los monjes budistas y el Dalai Lama
Los monjes budistas y el Dalai Lama. PD

Este viernes 4 de julio de 2025, la cuestión de la sucesión del Dalai Lama vuelve a poner en primer plano la profunda complejidad religiosa y política que envuelve a esta institución milenaria.

El actual Dalai Lama, Tenzin Gyatso, a punto de cumplir 90 años, ha declarado recientemente que habrá un sucesor tras su muerte y que el proceso de identificación recaerá exclusivamente en la fundación que él mismo creó, el Gaden Phodrang Trust.

Esta afirmación no solo despeja dudas sobre la continuidad del linaje espiritual, sino que también reaviva el conflicto con el gobierno chino, que reclama un control riguroso sobre la reencarnación para mantener influencia sobre el Tíbet y su cultura.

El ritual para encontrar al próximo Dalai Lama es intrincado y profundamente simbólico.

Tradicionalmente comienza después del fallecimiento del líder espiritual, cuando altos lamas emprenden una búsqueda basada en señales místicas y visiones espirituales para hallar a un niño nacido cerca de la fecha de muerte del Dalai Lama. Este niño, considerado una reencarnación del anterior líder, debe superar pruebas que confirmen su identidad.

La validación final solía estar en manos del Panchen Lama, segunda figura más importante del budismo tibetano, aunque esta tradición se ha visto interrumpida debido a la desaparición forzada del último Panchen Lama reconocido por el Dalai Lama, hecho que Pekín no ha aclarado.

China ha impuesto desde 2007 una legislación específica para controlar este proceso, conocida como las Medidas sobre la Gestión de la Reencarnación de Budas Vivientes, que exige aprobación estatal y legitima solo las designaciones aceptadas por el Partido Comunista. El llamado «sorteo de la urna dorada» es un procedimiento oficial chino para validar estas reencarnaciones, pero es rechazado por los tibetanos exiliados y el propio Dalai Lama, quienes lo consideran una intromisión política en un asunto estrictamente religioso.

Este choque no es solo espiritual sino geopolítico. La reivindicación china busca consolidar su dominio sobre el Tíbet y limitar cualquier símbolo de resistencia cultural. La comunidad tibetana exiliada, asentada mayoritariamente en India —donde reside el Dalai Lama desde su huida en 1959— denuncia esta interferencia y reclama libertad religiosa y autonomía para elegir a sus líderes espirituales sin presiones políticas. En Dharamshala, donde se celebró recientemente una histórica conferencia religiosa tibetana, los principales lamas respaldaron unánimemente al Dalai Lama y rechazaron cualquier intento chino de manipulación.

Más allá del conflicto político, existen detalles fascinantes sobre el Dalai Lama y su figura que enriquecen esta historia:

  • El actual Dalai Lama es la 14ª reencarnación en una línea iniciada en el siglo XIV.
  • Su nombre original es Tenzin Gyatso, y fue reconocido como Dalai Lama a los dos años.
  • Es un símbolo mundial de paz y compasión, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1989.
  • Durante años ha vivido en exilio en India tras huir del control chino.
  • Ha sugerido que su sucesor podría romper con tradiciones; incluso planteó que podría ser una mujer o un adulto.
  • La institución del Dalai Lama combina liderazgo espiritual con un rol político tradicional en el Tíbet.
  • La búsqueda del nuevo Dalai Lama puede durar años hasta encontrar y preparar al niño adecuado.
  • El linaje ha sobrevivido a invasiones, exilios y persecuciones durante siglos.
  • China ya designó un candidato rival para Panchen Lama, lo que fracturó la legitimidad religiosa.
  • El Gaden Phodrang Trust gestiona actualmente los asuntos espirituales y patrimoniales vinculados al Dalai Lama.

Estas curiosidades subrayan cómo esta figura no es solo un líder religioso sino también un emblema cultural e histórico cuya sucesión impacta mucho más allá del budismo tibetano.

El escenario actual abre interrogantes sobre cómo evolucionará esta sucesión. La declaración reciente del Dalai Lama deja claro que desea preservar la autonomía espiritual frente al control político chino. Sin embargo, Pekín insiste en hacer cumplir sus leyes y procedimientos oficiales. Esto podría derivar en la existencia simultánea de dos figuras rivales reconocidas por diferentes poderes: una por el exilio tibetano y otra por China.

Este conflicto refleja las tensiones entre religión, identidad cultural y geopolítica que envuelven al Tíbet desde hace décadas. La comunidad internacional observa con atención porque este proceso determinará no solo el futuro del budismo tibetano sino también las dinámicas regionales entre China e India.

En definitiva, este 4 de julio de 2025 continúa vigente una tradición ancestral impregnada de símbolos místicos pero también atravesada por luchas contemporáneas. La elección del próximo Dalai Lama será mucho más que un ritual: será una prueba decisiva para la libertad religiosa tibetana y un reflejo de las disputas políticas globales en torno a uno de los territorios más sensibles del mundo.

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