Bombardeo en Saná

Yemen: Israel mata al primer ministro de los hutíes y eleva la apuesta en el Mar Rojo

El ataque aéreo israelí en la capital yemení elimina a Ahmed al-Rahawi y varios ministros, incrementa el riesgo en las rutas estratégicas del mar Rojo

Ahmed al-Rahawi
Ahmed al-Rahawi. PD

Pocas bromas con Israel.

La venganza es un plato que se consume frío en Oriente Próximo.

La obsesión de Israel por hacer pagar a quienes atacan a su pueblo o amenazan su seguridad es una constante histórica que refleja su política de retribución implacable.

Desde los atentados de los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, donde el grupo terrorista Septiembre Negro asesinó a 11 atletas israelíes, Israel ha demostrado una determinación feroz para perseguir a sus enemigos, sin importar el tiempo o la distancia.

La operación Ira de Dios, liderada por el Mossad, logró la eliminación de varios responsables de la masacre, ejecutando una cacería global que se extendió por años y países.

Esta mentalidad de justicia implacable no solo se limita a eventos específicos, sino que se ha convertido en un pilar de la estrategia de seguridad israelí, enviando un mensaje claro: nadie que ataque a Israel quedará impune, sin importar dónde se encuentre.

A lo largo de las décadas, Israel ha llevado a cabo operaciones de alto perfil para neutralizar a figuras clave consideradas amenazas. Entre los casos más destacados está la captura de Adolf Eichmann en 1960, un alto jerarca nazi responsable de la logística del Holocausto, quien fue secuestrado en Argentina por el Mossad y llevado a Israel para ser juzgado y ejecutado.

En tiempos más recientes, Israel ha sido vinculado a asesinatos selectivos en Irán, como el de Mohsen Fakhrizadeh, científico nuclear iraní asesinado en 2020, y en Líbano, con la eliminación de líderes de Hezbolá como Hassan Nasrallah en 2024. También se atribuyen a Israel operaciones contra líderes de Hamás, como Ismail Haniyeh en Teherán en 2024, y Yahya Sinwar en Gaza ese mismo año.

Estas acciones, a menudo envueltas en secretismo, muestran la capacidad de Israel para operar en territorios hostiles y su compromiso con la eliminación de quienes percibe como enemigos existenciales.

El reciente bombardeo israelí en Saná, que acabó con la vida del primer ministro hutí Ahmed al-Rahawi y varios miembros de su gabinete el 28 de agosto de 2025, marca un nuevo capítulo en esta política de retaliación.

Este ataque, dirigido contra el liderazgo de los hutíes, respaldados por Irán, responde a los continuos ataques con misiles y drones contra Israel y barcos en el mar Rojo, en solidaridad con la causa palestina.

La operación, calificada como un golpe devastador por el ministro de Defensa israelí Israel Katz, no solo neutralizó a figuras clave, sino que intensificó las tensiones en la región, consolidando un punto de inflexión en la guerra soterrada que se libra en Yemen y el mar Rojo.

Este episodio refuerza la narrativa de Israel como un actor que no duda en emplear la fuerza letal para proteger sus intereses, sin importar las consecuencias geopolíticas.

A día de hoy, 31 de agosto de 2025, el anuncio del ataque ha desencadenado una cascada de reacciones que evidencian la fragilidad de la tregua parcial que se mantenía desde mayo entre los hutíes y la coalición liderada por Estados Unidos. El riesgo de que la escalada derive en nuevos ataques sobre buques comerciales en el mar Rojo preocupa tanto a gobiernos occidentales como a actores regionales, en un momento de máxima tensión geopolítica.

Antecedentes: Yemen, epicentro de la guerra por poderes

El conflicto en Yemen arrastra más de una década de enfrentamientos, pero desde octubre de 2023 ha adquirido un cariz internacional más marcado, con los hutíes lanzando misiles y drones contra Israel en solidaridad con Gaza y la respuesta militar israelí golpeando posiciones clave en territorio yemení.

Los hutíes controlan la capital, Saná, y gran parte del norte y el oeste del país, mientras el gobierno reconocido internacionalmente resiste en el sur, con apoyo de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

La muerte de Ahmed al-Rahawi, en el cargo desde agosto de 2024, supone el mayor revés sufrido por el Gobierno de los hutíes desde el inicio de su ofensiva regional.

El ataque, según fuentes yemeníes y medios internacionales, fue quirúrgico: cazas israelíes bombardearon el edificio donde se celebraba una reunión de alto nivel, matando también a varios ministros y altos mandos militares. Entre los fallecidos se citan, además del primer ministro, el ministro de Defensa Mohamed al-Atifi y el jefe de Estado Mayor Muhammad Abd Al-Karim al-Ghamari, aunque este extremo aún no ha sido confirmado oficialmente.

La operación fue posible gracias a información de inteligencia y la superioridad aérea israelí, según fuentes militares, que aseguran que el líder supremo hutí, Abdul-Malik al-Houthi, no estaba presente en la reunión. Tras el ataque, Israel reivindicó la autoría y advirtió que se trataba de una respuesta a los ataques continuados con misiles y drones lanzados desde Yemen contra el sur de Israel y objetivos marítimos en el mar Rojo.

Reacciones y promesas de venganza

El liderazgo hutí reaccionó de inmediato. El jefe del Consejo Político Supremo, Mahdi al-Mashat, aseguró en un mensaje público: «Prometemos a Dios, al pueblo yemení y a las familias de los mártires y heridos que nos vengaremos».

El grupo nombró de forma provisional a Mohammed Ahmad Muftah como nuevo primer ministro y subrayó que la administración hutí «no se paralizará», a pesar del duro golpe sufrido.

Los hutíes han intensificado su retórica de confrontación, advirtiendo a las empresas extranjeras presentes en Israel que «abandonen antes de que sea muy tarde» y reiterando que su capacidad operativa y militar permanece intacta. El brazo político del movimiento enfatizó que las instituciones siguen funcionando y que la respuesta será proporcional a la magnitud del ataque.

Impacto regional e internacional

El ataque ha tenido eco inmediato en la región. La Yihad Islámica Palestina, aliada de Hamás y con vínculos estrechos con Irán, lamentó la muerte de Al-Rahawi y expresó solidaridad con los hutíes en su enfrentamiento con Israel. El gobierno israelí, por su parte, ha celebrado la operación como un éxito estratégico, aunque no ha confirmado oficialmente todas las bajas reportadas por fuentes yemeníes y hutíes.

Las Fuerzas de Defensa de Israel han advertido que cualquier intento de atacar sus intereses, ya sea en territorio nacional o en aguas internacionales, será respondido con contundencia. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, fue especialmente explícito: «La mano de aquel que la levante contra Israel será cortada».

El temor a una escalada en el mar Rojo es real. Desde finales de 2023, los hutíes han lanzado misiles y drones contra buques comerciales y militares vinculados a Israel, Estados Unidos y el Reino Unido, lo que ha provocado respuestas militares y ha puesto en jaque la seguridad de una de las rutas marítimas más importantes del mundo.

Escenario abierto: ¿hacia una nueva fase del conflicto?

La muerte de Al-Rahawi podría marcar un punto de inflexión. El riesgo de una escalada inmediata es alto:

  • Los hutíes pueden aumentar los ataques contra barcos en el mar Rojo, afectando aún más el comercio global.
  • Israel podría intensificar su campaña de ataques selectivos, buscando debilitar aún más la cúpula militar hutí.
  • Irán, principal patrocinador de los hutíes, podría verse empujado a una respuesta indirecta, elevando la tensión con Israel y sus aliados en la región.
  • Estados Unidos y Reino Unido, que han participado en bombardeos contra posiciones hutíes para proteger la navegación, podrían reforzar su presencia militar en la zona.

En paralelo, la situación humanitaria en Yemen sigue deteriorándose. Los ataques aéreos han dejado decenas de muertos y heridos civiles en Saná y otras ciudades, y la destrucción de infraestructuras clave, como el aeropuerto de la capital, limita aún más la llegada de ayuda internacional. La población civil, atrapada entre la ofensiva hutí, los bombardeos israelíes y la presión internacional, es la principal víctima de una guerra que no da señales de remitir.

El desenlace inmediato dependerá de la magnitud y el tono de la respuesta hutí. Si el grupo cumple sus amenazas, el mar Rojo podría convertirse en un nuevo escenario de confrontación directa, con repercusiones globales para el comercio y la seguridad energética. La muerte de Ahmed al-Rahawi, lejos de acercar el final del conflicto, parece haber abierto una nueva fase de incertidumbre y riesgo para Yemen y toda la región.

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