Sin el factor humano no hay nada que hacer, por más que los gobiernos engorden las cuentas de resultados de las empresas de tecnología dedicadas a la seguridad
No me extraña que pase lo que pasa después de la chapuza que tiene como protagonista al FBI. Pongamonos a temblar si al FBI para hacerse una idea de cómo es Bin Laden en la actualidad no se les ocurre otra cosa que sacar de Internet una foto de Gaspar LLamazares y retocarla hasta convertirle en un Bin Laden más envejecido. Una actuación así lleva a pensar que los encargados de la seguridad norteamericana son, sencillamente, unos chapuzas y eso es una mala noticia para todos.
Más allá del lógico enfado de Gaspar LLamazares y de que nuestro Gobierno pida explicaciones al estadounidense, lo que se pone de manifiesto con este desgraciado asunto es que los asuntos que tienen que ver con la seguridad constituyen un agujero negro en Estados Unidos. De ahí que no sorprenda que hace unos días un joven nigeriano burlara todos los controles de seguridad aeroportuarios, pero sobre todo que las distintas agencias de información e inteligencia no se dieran por enteradas de la presencia del nigeriano y eso que tenían informaciones al respecto.
En Estados Unidos, lo mismo que en el resto del mundo, los gobiernos se gastan fortunas en nuevas tecnologías olvidándose de que no hay tecnología más avanzada que el cerebro de los seres humanos. Sólo gente con capacidad de análisis, de relacionar A con B será capaz de evitar atentados o al menos de alertar para intentar evitarlos. Pero me temo que los gobiernos llevan años dejando la seguridad de todos en manos de máquinas de última generación que son capaces de retratarte el intestino, como esos escaneres que quieren poner en los aeropuertos, pero incapaces de hacer frente por si solos a un atentado terrorista.
Sin el factor humano no hay nada que hacer, por más que los gobiernos engorden las cuentas de resultados de las empresas de tecnología dedicadas a la seguridad.
Verán a mí me parece una decisión más que controvertida el que se impongan escaneres en los aeropuertos, que atentan contra la más elemental intimidad y sobre todo no sabemos el efecto que va a tener sobre la salud. Eso sí, sabemos por anticipado que han subido como la espuma las acciones de esa empresa de escaneres.
Menos escaneres y más profesionales serios y bien formados que sean capaces de enfrentarse a la amenaza terrorista con inteligencia y no con métodos de detectives de tebeo como es sacar de Internet la foto de un dirigente político español para trucar la imagen y convertirlo en Bin Laden. Tiemblo al pensar en qué manos estamos.
