No más Mentiras

Antonio García Fuentes

Cerca de las estrellas… pero pegado al sucio suelo

CERCA DE LAS ESTRELLAS

El hombre, que nunca tuvo alas salvo las que le produjo su imaginación, al amparo precisamente de ella: “QUISO VOLAR”. ¿Y qué es lo que consiguió?: efectivamente, consiguió mucho, mucho, pero generalmente todo cuanto consiguió lo hizo pensando en sí mismo más que en los demás; de ahí que las “mejores” (es un decir) máquinas y herramientas, siempre fuesen para dedicarlas a la guerra, mejor dicho, como armas para obtener un dominio mucho más perfecto, sobre otros hombres para que éstos, pasasen a su servicio y a ser posible con exclusividad. La última de ella es los ordenadores y “la ordenadomanía”, que más que ayudar al hombre, lo ha esclavizado y convertido en una marioneta que dirige el poder como le da la gana.
Por ello, ese hombre y en general sólo progresa o ha progresado, en una sola línea, o sea, la exclusivamente material.
Ha olvidado lo que de espiritual tiene el hombre y salvo excepciones muy contadas, el hombre ha sido dominado siempre por sus miedos, que son los que siempre le han impulsado a “atesorar excesivamente”, pues una cosa es guardar para las épocas en que se pueda necesitar, cosa que hacen las hormigas y las abejas, junto con otra infinidad de animales: y otra cosa muy diferente y perniciosa, la que suelen hacer muchos hombres, atesorar de forma excesiva y lo que produce una penuria y miseria, de la que ya nos habla el sabio Pitágoras con su consejo siguiente.

“No aspiréis jamás a la vanidad de ser ricos; contribuiríais a que hubiese más pobres”.

¿Pero por qué ocurre ello y con tanta profusión a lo largo de toda la Historia que conocemos del hombre y sus civilizaciones? Pienso sinceramente, que por cuanto ese hombre siempre ha estado sólo y generalmente desvalido. Es por lo que debió pensar que en éste mundo era la fuerza lo principal y junto con ella o para dominar a la misma, era necesario el poder y en forma de dinero, tal y como hoy lo conocemos o como en otras épocas existió (oro, plata, piedras preciosas, ganado, sal, etc.): así se garantizaba una más cómoda y segura vida, si sabía mantener los resortes de ese poder, el que astutamente supo compartir con los elementos cercanos, que podrían hacerle “sombra”, o inccluso arrebatarle ese poder y bienestar antes mentados, el que de hecho le era arrebatado muchas veces y en base a la misma fuerza que él emplease.
Para conseguir ello, tuvo primero que compartir poder y dinero con los elementos fuertes de su entorno (clan, tribu, pueblo) y en detrimento de una mayoría dominada o sojuzgada por el tal (jefe, rey, caudillo) y es claro que igualmente tuvo que pactar con él (o los) miembros destacados y que por sus artes ó “astucias”, decían estar y tener comunicación con los dioses o la deidad suprema; y es claro que a este o éstos elementos, tuvo que dotarles de bienes suficientes y un status al nivel que requiere aquel que es o se considera, como… “el enlace entre el hombre de esta tierra y los dioses del cielo o firmamento”.
En resumidas cuentas, que entre los miedos de unos y las ignorancias de otros, es como siempre se ha mantenido el poder, puesto que el hombre o mujer, siempre han estado (y están) condicionados por esos miedos, que son muchos y variados y que sólo conocen (si es que los saben detectar) los propios individuos que los sufren. En el caso que hoy comento, o sea en el miedo a la impotencia de sobrevivir o subsistir, más o menos dignamente, el miedo que produce, se puede definir de la siguiente manera:
“El miedo a no conseguir lo que se cree será necesario y suficiente a lo largo de la vida y una vez conseguido ello, el miedo a perder lo que ya se tiene conquistado”.
Son, bajo mi particular apreciación, los dos miedos cruciales y que padece cualquier ser humano, lo sepa o no, pero pienso sinceramente que son instintivos.
Y si he hablado de ese poder del que se cree “enviado de los dioses”, es por cuanto el ser humano y por rudimentario o inculto que sea, tiene temores y miedos a lo que sin entenderlo valora como superior a su propio ser, o sea el misterio de la divinidad (Dios, dioses, genios, espíritus, etc.) y en los que ha creído siempre, puesto que no se encuentra ningún pueblo o grupo humano, por salvaje que se le considere, que no tenga sus creencias religiosas, más o menos desarrolladas y en todas ellas existe “el eslabón”, que autorizado por “los dioses”, es quien pide bienes, dones, perdona faltas y pecados y concierta pactos, entre los hombres y las divinidades inferiores o el superior Creador. Y es claro que de ello ha vivido y sigue viviendo hoy mismo.
Si analizamos el mundo que nos rodea hoy que estamos a las puertas del denominado “tercer milenio”; y nos trasladamos con la imaginación, hacia cualquier tiempo pasado donde el hombre se debatió con “sus miedos”, veremos que poco ha cambiado ese hombre y “sus miedos”; tampoco lo ha hecho en su fiereza y brutalidad, pues si bien existe “una especie de barniz”, que aparentemente lo protege (nos protege, puesto que entramos todos) llegados momentos decisivos de “otros miedos o pánicos”, la fiera que bulle dentro sale con la máxima fuerza destructiva y ocurren los hechos, que todos hemos visto muy recientemente en los actos execrables producidos en esas luchas intestinas de los países balcánicos y otros muchos que en la actualidad o bastante recientemente, ocurre o han ocurrido y donde se demuestra la terrible definición de que: “el hombre sigue siendo el lobo para el propio hombre, que ni el lobo lo es para su propia especie”.
Necesario (pues) nuevas enseñanzas, nuevas leyes justas y que sean aplicadas a niveles internacionales y en definitiva, ir preparando a las nuevas generaciones, para que precisamente sean eso mismo… “nuevas y mejores”.

Antonio García Fuentes
(Escritor y Filósofo)
www.jaen-ciudad.es (allí más temas)
Jaén: 11 Enero de 2000 (retocado hoy 27-12-2018)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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