Pacos

Paco Sande

Solo pretendemos que nuestros hijos aprendan el español, la lengua de nuestro país, algo que a los gallegos nos está resultando imposible.

El Tribunal Supremo ha rechazado que los padres puedan elegir el idioma en que estudian sus hijos, como argumento al recurso interpuesto por el padre de un alumno del colegio Los Sauces de Vigo que exigía las clases íntegramente en castellano para su hijo. El juez considera que dar la posibilidad de que los padres escogiesen en todo el Estado la lengua en que quieren que sean instruidos sus hijos ‘conduciría a resultados absurdos, ya que todos podrían reivindicar así una instrucción impartida en cualquier lengua en cualquiera de los territorios’.

Este fallo del Tribunal Supremo rechaza de lleno las demandas de los padres que reivindican la elección de idioma en los centros de enseñanza, ya que en este caso habría que segregar a los alumnos de cada curso por lengua. Esta opción se tuvo en cuenta a la hora de elaborar el nuevo decreto que regulará el uso del gallego y castellano en la enseñanza. De hecho la plataforma Galicia Bilingüe exige del gobierno de la Xunta que cumpla con su promesa electoral en la que se aseguraba un ‘bilingüismo integrador basado en el conocimiento de ambas lenguas y el derecho de la libre opción lingüística’, sin embargo la sentencia echa por tierra esa promesa.

El artículo anterior me lo encontré hace unos días en un periódico digital y, como daban la opción de comentar la noticia, le escribí el siguiente comentario:
-No hace mucho un recién llegado a una aldea del municipio de Mazaricos, denuncio a un vecino, porque las vacas de este último le ensuciaban la “calle” delante de su puerta con sus excrementos.
Un juez dictamino que el denunciante tenia razón, y que el vecino denunciado debía, por todos los medios, evitar que sus vacas ensuciasen la calle delante de la puerta del denunciante.
El denunciado pregunto al juez: ¿si quería que le pusiese pañales a las vacas?
Aquí se puede ver con claridad meridiana la ignorancia de un juez, tal vez bien intencionado, que en su vida había vivido en Mazaricos, ni tenía la más remota idea de la forma de vida de esta aldea, donde es mas difícil no pisar mierda que pisarla.
En el caso de este otro juez que juzga que los padres gallegos no tenemos potestad para decidir la lengua en la que van a estudiar nuestro hijos, también, queda patente que, este juez, a lo mejor también bien intencionado, no tiene ni pajolera idea de por lo que estamos atravesando los gallegos, ni la dictadura nacionalista-galeguista a la que nos vemos sometidos.

A su vez, mi comentario, fue prontamente contestado por un tal Ricardo Arias, como sigue:
-Me resulta realmente asombroso el escuchar hablar de no sé qué dictadura nacionalista. Aquí en Galicia nadie tiene más problemas lingüísticos que los que él mismo se quiera inventar, sea desde posturas excluyentes nacionalistas, o sea desde el viejo auto-odio y auto-vergüenza por nuestra cultura que hoy representa Galicia Bilingüe. Resulta sintomático que se digan bilingües pero todas sus posturas vayan contra el gallego, y que hayan surgido hoy en día, no hace 30 o 40 años… supongo que el «bilingüismo» de entonces es el resultado pretendido.
En fin, lo de siempre: el mismo auto-odio por lo nuestro que llena de uralita nuestro paisaje rural, y que sigue avergonzándose de una lengua de paletos. Nada nuevo bajo el sol. Resulta algo cansino, eso sí, que se sigan llenando la boca de una imposición que sólo existe en sus cabezas.
Algunos ya estamos algo hartos tanto de un nacionalismo que no comprende que este país es como es y no una extraña patria que se inventan, como también de los viejos y clásicos reductos de la ignorancia vergonzante que suponen que los niños que aprenden gallego no sabrán hablar bien español.
Afortunadamente esta sentencia deja las cosas bien claras. Algunos opinantes, siempre más listos que nadie, creerán que varios magistrados del Supremo «no tienen ni pajolera idea». Claro que no. Él sí que sabe: de Derecho y de lo que se tercie. Léase la sentencia y se comprenderá que la esencia de la misma radica en salvar la seguridad jurídica, la claridad de una aplicación general de la norma legal, dejando al margen que a simple voluntad de los padres pueda ser base para una educación a la carta. En definitiva: se opta por la seguridad jurídica frente al hágase lo que a mí me da la gana.
Ricardo Arias

A ver don Ricardo.
La sentencia dice, más o menos, que los padres no podemos elegir la lengua en que estudian nuestros hijos, porque de dejar que tal cosa sucediese, podría darse tal situación en que un padre pudiese elegir que su hijo no estudiase esta o aquella materia, por ejemplo: ciencias o matemáticas.
Pero, no es tal. Los padres no tratamos de elegir, ni una educación a la carta, ni la lengua por capricho, ni por la voluntad de hacer lo que nos dé la gana, sino con el solo fin de que nuestros hijos, NUESTROS, ¿se entera don Ricardo? Puedan estudiar y aprender el idioma español, la lengua de nuestro país, NUESTRA LENGUA, algo que, a los padres gallegos, nos está resultando imposible.
Algo que no sucede en ninguna otra parte del mundo.
Pero, al parecer, a usted esto se la trae al pairo. Usted lo que desea es que todos los niños de Galicia estudien, POR IMPOSICION el gallego, porque eso es lo que a usted le gusta. Y como la sentencia salió de acuerdo con su idea de como debe ser en Galicia la educación, usted tan contento. ¿Que pasaría, me pregunto, si el juez hubiese fallado al contrario?
Más que seguro que sus protestas así como las protestas nacionalistas iban a poder oírse hasta en Australia.
Estoy de acuerdo con usted en que este “país” (¿aquí, al decir “país “supongo que se refiere usted a Galicia?, ¡faltaría mas!) es como es. Y es por eso don Ricardo, que algunos afeamos nuestro rural con uralita, porque este “país es como es. Por eso y porque muchos de nosotros no podemos techar nuestra vivienda con un tejado de teja de barro rojo, de esa tan bonita que están sacando ahora al mercado y no tenemos mas remedio que acudir a la vieja, contaminante y socorrida uralita. ¿Se entera usted don Ricardo?
Mire don Ricardo, lo bueno nos gusta a todo el mundo, y a todo el mundo nos gustaría una casa de cantería fina, con un soberbio tejado de teja roja, paneles solares y tal, así como también nos gustaría poder mandar a nuestros hijos a un colegio bilingüe o trilingüe, donde pudiesen estudiar, castellano, ingles y gallego, pero como la mayoría de nosotros no vamos a poder llegar a eso mas que en sueños, nos vamos a tener que contentar con la casa que podamos, con suerte, comprar, con tejado de uralita o lo que se tercie y mandar a nuestros hijos al grupo escolar de nuestro pueblo, donde esperábamos, por lo menos, que, además del gallego, les enseñasen, bien , el español, cosa con la que, al parecer, algunos de ustedes no están de acuerdo.
Pienso también que, uno puede tener esta u otra idea, pero no puede pretender imponérsela a los demás. ¿No le parece don Ricardo?

Y en cuanto a eso de que algunos gallegos tenemos vergüenza de hablar en gallego, que nos avergonzamos de nuestras raíces y que si patatín, que si patatán. Mire usted don Ricardo, esa tonadilla, también a mi, ya me tiene un poco harto. El por qué, de que yo elija esta u otra lengua para la educación de mis hijos, no es cosa suya. Yo educo a mis hijos como me sale del “prefijo”, y ni me preocupa un pimiento lo que usted pueda pensar, ni en lo que usted haga o vaya a hacer con los suyos. Así que por favor, limítese usted a hacer lo mismo y no trate de pensar por mí. ¿Vale?

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