Pacos

Paco Sande

El Dios de Spinoza

Dicen que cuando le preguntaban a Albert Einstein si creía en Dios, él siempre respondía: creo en el Dios de Spinoza,

Para aquél que no hubiera  leído a Spinoza, no sabría a que se estaba refiriendo el sabio.

Baruch Spinoza fue un filósofo neerlandés –holandés- de *origen sefardí hispano-portugués. También se le conoce como Baruj, Bento, Benito, Benedicto o Benedictus Spinoza o Espinosa, según las distintas traducciones de su nombre basadas en las hipótesis sobre su origen.

Spinoza, junto con Descartes y Pascal, es considerado uno de los grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII.

El Dios de Spinoza, no es un Dios juzgador y ejecutor. El Dios de Spinoza no sentencia, ni castiga, ni premia.

Es un Dios que se muestra a sí mismo a través del orden y la armonía de las leyes universales,

Por eso Einstein, que se encontraba con ciertas dificultades a la hora de expresar sus creencias, en cierta ocasión que fue preguntado por el rabino Herbert S. Goldstein, contestó: «Creo en el Dios de Spinoza, quien se revela así mismo en una armonía de lo existente, no en un Dios que se interesa por el destino y las acciones de los seres humanos.

La mente humana, no importa que tan entrenada esté, no puede abarcar el universo

El ser humano percibe un plan definido en el arreglo de las leyes universales, un orden misterioso, el cual no comprende, sólo sospecha
Vemos un universo maravillosamente arreglado, que obedece ciertas leyes, pero apenas entendemos esas leyes”.

El poeta mejicano Anand Dilvar quiso dar forma a las respuestas de Einstein y quedó este escrito, bellísimo, que les comparto:- “

Dios hubiera dicho:

¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho!

Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.

¡Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti!

Deja ya de ir a esos templos lúgubres y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.

Mi casa está en las montañas, los montes y los lagos, los bosques, los ríos y las playas.

Ahí es donde vivo, y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable.

Yo nunca dije que había algo mal en ti, o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que no tienen nada que ver conmigo.

Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijo. No me encontrarás en ningún libro.

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a Mí cómo hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón. No hay nada qué perdonar.

Sí, yo te hice. Yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias, de libre albedrío.

¿Cómo puedes culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Como puedo castigarte por ser como eres, si Yo soy el que te hice?

¿Crees que podría Yo crear un lugar para quemar a mis hijos porque se porten mal?

¿Qué clase de Dios hace esto?

Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te digo es que pongas atención en tu vida. Que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un preludio para el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes. Nadie lleva un marcador. Nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un infierno o un cielo.

No te podría decir si hay algo después de esta vida. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de existir, disfrutar, amar.

Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad qué te di.

Me aburre que me alaben. Me harta que me agradezcan.

¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como un loro lo que te han enseñado acerca de mí.

Lo único seguro es que estás vivo, aquí, y que este mundo está lleno de maravillas.

¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?

No me busques fuera. No me encontrarás. Búscame dentro… Ahí estoy latiendo en ti…

 

*Este origen no está probado

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