Lo veía complicado.
Alberto, de 68 años, es un maestro herrero jubilado y convaleciente de una operación de cáncer de colon, que recibió un golpe justo en el sitio donde había sido intervenido. El presunto agresor: Íñigo Errejón.
«Es complicado. Hay un perjurio, es un problema serio. Más verdad no se puede decir. (…) Desde el primer día, yo he dicho solo la verdad», así valoraba Alberto las opciones de triunfo en el juicio por agresión leve en ‘El Programa de Albert Castillón’ junto a los periodistas Albert Castillón y Hugo Pereira.
Y tenía razón, el juzgado de Instrucción nº 16 de Madrid ha absuelto este lunes, 9 de mayo, a Iñigo Errejón ‘por falta de pruebas’.
“La prueba practicada –indica el magistrado que firma la sentencia-, no ha evidenciado cómo se produjeron los hechos, si fueron como señala el denunciante o si lo fueron como señala el denunciado. Tan solo resulta probada la petición de la foto por el denunciante, la negativa del denunciado y la discusión posterior entre ellos”.
“Como señala el Tribunal Supremo –manifiesta el juez-, la presunción de inocencia obliga a partir como premisa en el razonamiento de la inocencia del acusado. El principio in dubio, por su parte, no obliga a dudar, sino a absolver cuando valorada toda la prueba persisten dudas sobre la culpabilidad”
La versión de Alberto
El protagonista del caso destapado en exclusiva por OKDiario, el digital de Eduardo Inda, describe cómo fue el momento de la presunta agresión: “Iba caminando por la calle con Miguel Ángel, y me fijé que había un grupo de gente y como no llevaba mascarilla ni gafas, me di cuenta que era él. Le digo ‘eres Íñigo Errejón, ¿no te importaría hacerte una fotografía conmigo?’ y muy serio, con una mirada perdida, me dijo ‘yo a esta hora no trabajo’”.
“No puedo decir si estaba ebrio o no, pero sí te puedo decir que tenía la vista perdida”.
“Cuando me da la patada en toda la barriga, donde me habían cosido el intestino. Yo tenía una filtración por la mala costura que me hicieron en la operación, se había infectado y te sale un bulto en la barriga (…) Si la patada hubiese sido unos centímetros más cerca, me hubiese reventado el bulto y las tripas me las tira al suelo”.
En cuanto en la reacción de Errejón, comenta que luego de la patada estaba en tanto dolor que “cuando se va, yo ni me entero. El dolor era tanto, que le dije a Miguel Ángel que llamara a la policía, (…) y según habla con ellos, me devuelve el teléfono, y es en ese momento que un hombre de color, de unos dos metros de altura, me coge por la espalda y empieza a gritar que no llamara a la policía”.
Sobre la identidad del hombre que le cogió por detrás, del que Errejón ha dicho que era un vecino del barrio, Alberto detalla que “lo que me dijo un vecino es que el señor que me agarró por la espalda era un ‘mangante’ de teléfonos que aprovechaba situaciones como esas para acabar robando. Pero yo lo tenía en la mano, él me tenía agarrado y no me lo robó”.
Sin embargo, desde la presunta agresión no ha habido disculpas sino desprecio. En el juicio, algo escandaloso, le han intentado retratar como ‘fascista’ y de extrema derecha. “Yo nunca he estado afiliado a ningún partido. Eso viene a que a través de las redes sociales, le he enviado mensajes a Pablo Iglesias”, señala.
“En el juicio me estaba poniendo malo de escuchar tanta mentira. Si los mentirosos volasen estos cuatro señores no tocarían la tierra en la vida (…) Si me tengo que hacer la prueba del polígrafo o el suero de la verdad, lo hago. Habrá que ver si ellos estarían dispuestos”.
“Yo nunca he tenido un conflicto de este tipo en la vida. En el instituto siempre hay un matón pero tener una situación así con un diputado es muy surrealista”.