España ha vuelto a experimentar, casi con asombro y resignación, la fragilidad de su sistema energético tras el gran apagón del 28 de abril de 2025. La escena, digna de una tragicomedia nacional, ha servido para que voces críticas como la de Paco Rosell disparen contra la política energética del Gobierno de Pedro Sánchez, trazando paralelismos tan directos como demoledores con los peores años de José Luis Rodríguez Zapatero.
Rosell, con su habitual ironía y precisión quirúrgica, no se ha cortado en señalar en su artículo publicado hoy en El Debate, que Sánchez “pierde la olla como ZP en su ‘Falsa bonanza’ previa al diluvio financiero de 2008”, apuntando a una deriva que mezcla voluntarismo ideológico con negligencia técnica. La referencia al music-hall de Bernard Shaw no es casual: para el columnista, lo vivido en las Cortes es un espectáculo repetido hasta el hastío, donde las mismas maniobras políticas producen idénticos resultados: caos y desconcierto en la gestión nacional.
El espejismo verde: promesas renovables y riesgos reales
La apuesta decidida por las energías renovables ha sido el buque insignia del Ejecutivo de Sánchez. Sin embargo, Rosell denuncia que este empeño se ha hecho “contra todo criterio técnico y las leyes de la Física”, presumiendo de hitos —como ser el primer país en usar solo renovables— que han acabado por saltar los fusibles del país. La realidad se impone cuando el discurso mesiánico choca con los apagones y los trenes parados: el país a dos velas mientras el presidente presume de transición ecológica.
Los expertos ya venían advirtiendo sobre la falta de seguridad y resiliencia en una red eléctrica tensionada por un crecimiento desordenado y concentrado geográficamente de las renovables. La política energética del Gobierno ha priorizado los titulares rápidos sobre la planificación a largo plazo, olvidando que las interconexiones internacionales siguen siendo mínimas y que España continúa aislada energéticamente del resto de Europa.
Rosell recuerda cómo este modelo repite los errores cometidos entre 2004 y 2011 bajo Zapatero: primas desbocadas a las renovables, burbuja fotovoltaica y una factura eléctrica disparada que acabó en pleitos internacionales y edificios embargados en medio mundo. El propio Miguel Sebastián, exministro socialista, reconoció años después que “se nos fue la olla” con las subvenciones verdes, cebando la bomba que explotó en la crisis financiera.
El gran apagón: síntoma y metáfora
El reciente “cero energético” sufrido por toda la península —un colapso total nunca visto en décadas— ha destapado todas las costuras del sistema. Los motivos exactos siguen bajo investigación: desde fallos técnicos hasta ciberataques o desequilibrios oferta-demanda. Pero lo incuestionable es que la gestión política fue errática: Sánchez tardó más de seis horas en comparecer públicamente, no aclaró las causas y dejó una sensación de vacío institucional difícilmente justificable ante millones de ciudadanos afectados.
Mientras tanto, el presidente del Gobierno señalaba a factores externos o a los “ultrarricos” nucleares, obviando que muchos actores poderosos del sector eólico y solar son los mismos beneficiarios del sistema actual. Para Rosell, esta maniobra recuerda a la célebre escena matrimonial: negar lo evidente aunque todo el mundo vea lo contrario.
Sánchez, Zapatero y el círculo vicioso energético
El análisis crítico va más allá del simple reproche coyuntural: Rosell denuncia que Sánchez no aprende ni escarmienta en cabeza ajena. Como ya sucedió bajo Zapatero, se prioriza el relato político sobre la sostenibilidad técnica y económica. El resultado es un país menos seguro energéticamente, más caro para consumidores e industrias, sujeto a sobresaltos regulatorios e incertidumbre jurídica.
El juego político —convertido en un trile elevado a categoría oficial— consiste en culpar al adversario para distraer al público mientras se sortean responsabilidades propias. Las consecuencias no son menores: desde multinacionales arruinadas hasta agricultores y pymes sacrificados en aras de una transición mal planificada.