Arcadi Espada critica a Cebrián y Godó por querer manipular al Rey
En una cita clásica, el escritor inglés Thomas de Quincey mostraba que quien se inicia el camino del vicio cometiendo un asesinato luego cae en vicios aún peores, como los de llegar tarde a sus compromisos o salir a la calle desilañdo.
Si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasa a la bebida y a no respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al abandono de sus deberes.
Alfonso Ussía aplica este 24 de junio de 2014 ese razonamiento a la vida española de 2014: se empieza aceptando en el hotel Ritz a supuestos caballeros sin corbata y se acaba convirtiendo el edificio en una cheka. Don Alfonso está indignado por la invitación a Pablo Iglesias, el de Podemos, a perorar delante de empresarios, gacetilleros y trepas varios. A todos estos los califica de «tontorrones».
Ahí estaban todos. Sonrientes, complacientes y aplicados como los alumnos de una clase de colegio antiguo. Encorbatados y limpios. Prestos a oir a quien, si algún día se sitúa en la cima del poder político, los llevaría a la ruina y posteriormente a la cheka. El invitado se ha presentado con una camisa blanca remangada hasta los codos.
Hace unos años, el Ritz bajó los brazos. Me lo comentaba con melancolía el Director responsable de la resignación: «Si los diputados van al Congreso vestidos como guarros, ¿qué sentido tiene exigir aquí la corbata?».
En el Ritz no puede ser invitado a hablar quien, de tener el poder, convertiría el Ritz en una comuna de desarrapados. Es cuestión de coherencia y criterio.
Pero allí estaban todos. Las grandes empresas representadas, los personajes buganvilleros de la sociedad madrileña, absurdos y trepadores. Y mucha prensa, que eso lo domina el singular Coletas. Habló a la Casta a la que ya pertenece con suave llama, que tampoco era su intención inflamar el salón.
De cualquier manera, por si sufre un vuelco radical en el futuro y retorna a sus raíces, es conveniente recomendar a los tontorrones que asistieron a su charla en el Ritz que se palpen el cuello por si las moscas. Con esta gente, nunca se sabe.
ESPADA DENUNCIA EL GOLPE PALACIEGO CONTRA EL REY
Arcadi Espada (El Mundo) señala la paradoja de que quienes exigen o recomiendan transparencia al Rey sobre su Casa le pidan a la vez opacidad política. Los aludidos son Juan Luis Cebrián y el conde de Godó, porque los directores de sus periódicos no pasan de ser tribuletes.
aún caliente su proclamación, el Rey Felipe ha recibido durante el fin de semana los consejos, por no decir las instrucciones, del presidente Mas, del conde de Godó y de Juan Luis Cebrián para que vaya más allá de la Constitución y facilite una solución para el conflicto creado por el nacionalismo catalán. Lo puramente extraordinario es el carácter exhibido y desacomplejado que han tenido estas intervenciones políticas y periodísticas, tendentes (…) a que una fuerza superior obligue a los demócratas y sitúe la resolución de una crisis política al margen de la Constitución.
En la activa discusión sobre la monarquía de estos últimos meses se ha invocado la necesidad de que la institución observe una conducta transparente. El propio Rey se refirió a ello en su discurso de proclamación. Cabe esperar que no se limite a la distribución de sus asignaciones presupuestarias. Por más que algunos de los que han reclamado tan enfáticamente la transparencia le demanden ahora un inusitado ejercicio de opacidad constitucional y política.
Unas páginas más adelante en El Mundo, el joven Antonio Lucas demuestra que a la nueva generación de columnistas le falta todavía tomar mucho Cola-Cao (y leer muchos libros), porque se lía con los tópicos habituales sobre la Monarquía española: que si Felipe está preparado, que si esa preparación se la hemos pagado todos… Del debate político de verdad, ni pum.
El ‘tracklist’ de la Monarquía lo dibuja estos días un coro de entregados que aventa indiscriminadamente un mensaje a jornada completa: Felipe VI está muy preparado. Cualquiera de los nuevos cortesanos a los que preguntes se descuelga en algún momento con ese estribillo. Pero no se detienen a pensar que la obligación del nuevo Monarca es «estar preparado» sin recaudar por ello aplausos. Como es la obligación de usted. Como lo es la mía. Aunque con la diferencia de que el Rey ha tenido todas las oportunidades. Y se las hemos pagado entre monárquicos y republicanos.
La Monarquía no tiene entre sus aparejos más mérito que la falta de mérito. Ni más razón actual que la falta de razón de ser. La idea de que 46 millones de españoles aún seamos súbditos de un sólo hombre me conmueve. Y ni su alta cualificación es alivio.
RUIZ QUINTANO: EL REY DIO UN SERMÓN SOCIALDEMÓCRATA
Prosiguen los análisis del discurso del nuevo Rey pronunciado el jueves 19.
Pese a llevar corbata, Miguel Ángel Aguilar ha adquirido los modales despreciativos de los falangistas a los que combatía en sus años mozos, falangistas como Juan Luis Cebrián. Así califica a quienes colgaron la bandera española en sus balcones: «extravagante entusiasta».
Señalemos que el relevo se ha producido con la exacta precisión de un mecanismo de relojería. Sin empujar ni enardecer a las masas, salvo el bando de la alcaldesa, cuya capacidad de arrastre es conocida.
Sin más engalanamiento de banderas y gallardetes que las dispuestas por el Ayuntamiento en las farolas del itinerario del Congreso a la plaza de Oriente, ni más balcones con la rojigualda que los de algún extravagante entusiasta. Sumandos todos ellos de los que ha resultado el visible desconcierto de la normalidad.
El mensaje de presentación de Felipe VI ante las Cortes Generales ha sido en todo conforme a su posición constitucional, dentro de una Monarquía parlamentaria. Estaban muy bien estudiadas todas las cuestiones a mencionar y muy bien graduadas todas las citas a incluir, del Quijote y de poetas de la España extraterritorial como Antonio Machado, Espriu, Aresti o Castelao. También fueron muy relevantes los silencios. En particular, los referidos a la Iglesia o a las Fuerzas Armadas. Faltó una chispa de emoción o de convocatoria. Mejor así, al punto, que si el texto se hubiera pasado en la parrilla de los fervores.
Pues nada, Miguel Ángel, dentro de poco también será un «extravagante entusiasta» el que lea tus columnas.
Ignacio Ruiz Quintano es el primero en considerar el discurso de Felipe VI como un «sermón socialdemócrata».
El sermón que no nos soltó el Rey en su Discurso nos lo están atizando sus intérpretes. El Rey leyó un Discurso socialdemócrata (hoy no puede leer otra cosa), y en la socialdemocracia todos los discursos parecen sermones: en ellos no hay literatura (es decir, belleza), como tampoco la hay en las sentencias de los jueces, en las novelas de los escritores o en los artículos de los periodistas.
No sé cuánto habría durado el Quijote de haber sido escrito así, pero el consenso lugarcomunista impone hoy la frase hecha y el argumento circular en el hablar como la chancla y el bermuda en el vestir.
Vista la sociedad que tenemos, fue un milagro que los Reyes cruzaran la Gran Vía en Rolls ( ese que Hitler regaló a Franco… en 1950, según nuestros republicanotes) y no en bicicleta.
En una de las bicicletas de Ana Botella, añado.
Y Kiko Méndez-Monasterio (Gaceta.es) dice sobre el redactor del discruso lo siguiente:
qué torpe el que escogió los autores citados por Felipe VI, qué todos eran mitos de la división y la ruptura, a veces hasta del genocidio
Fernando Ónega afirma que la existencia de la Corona depende de los creadores de opinión.
Una sociedad es facilísima de conducir si hay unanimidad en los creadores de opinión. Y en este caso la hubo. Con todos los matices propios de un sistema de libertades, pero la hubo. Estamos ante una consolidación monárquica porque la opinión lo quiso así. La lección de todo esto es que habrá monarquía mientras el Rey haga méritos para mantenerla… y la opinión publicada lo sepa apreciar.
Como la columna del ex jefe de prensa de la Guardia de Franco se publica en La Vanguardia, que está mandando mensajes, junto con El País, a Felipe VI para indicarle lo que debe hacer, yo me la tomo como una advertencia, por no decir como una amenaza.
REFORMA SÓLO PARA DAR LA IMPRESIÓN DE BAJAR IMPUESTOS
Si el señor registrador de la propiedad que está en comisión de servicio en la Moncloa por unos años, leyese el ABC, debería de preocuparse por el ambiente en su electorado natural. Dos columnistas le critican abiertamente.
Ramón Pérez-Maura, en el caso de la reforma del aborto, que nunca sale.
Si Mariano Rajoy, responsable último de todas las iniciativas legislativas de su Ejecutivo, de verdad quería hacer una defensa del Derecho Natural por la vía de defender el derecho a la vida de todos los seres humanos engendrados, no podía cometer mayor error. Primero prometió casi todo para luego rebajar. Porque, en términos de pura estrategia política, es francamente difícil hacerlo peor. Sólo conseguirá enfrentarse con todos. Para empezar, con su propio electorado, que mayoritariamente cree en la necesidad de defender sin titubeos ese derecho a la vida de los indefensos, que son a los que la izquierda ha abandonado.
Pero, además, desde su Gobierno se escoge El País para filtrar las modificaciones al anteproyecto de ley como si con esto fuera a conseguir que uno solo de los defensores del aborto libre, tan numerosos en la parroquia de ese diario, se fuera a mostrar satisfecho con esta enmienda. Cuando es evidente que lo que ellos quieren tampoco queda representado con esta ley.
Ignacio Camacho, en el caso de la anunciada reforma fiscal.
La expresión del malestar de los paganos en las últimas elecciones europeas ha forzado al Gobierno a una rebaja fiscal que limite el descontento de las clases medias, su base natural de respaldo. El Partido Popular se juega el poder en 2015 y ha exigido, o más bien implorado, al presidente Rajoy un alivio de la presión sobre sus electores.
Montoro, un fiscalista experto con clara vocación política, ha diseñado una rebaja llamativa y sugerente en sus grandes cifras y tramposilla en la letra pequeña. El objetivo esencial no es tanto reducir los impuestos como producir la impresión de que bajan, sobre todo a través de una disminución inmediata de las retenciones en las nóminas asalariadas.
Pablo Sebastián (Republica.com) pone sensatez en el debate del aforamiento del ex rey: cómo se atreven a vacilar en aforarle los que ya están aforados.
Parece lógico que algunos partidos de la oposición se opongan al aforamiento del Rey Juan Carlos, una vez que ha dejado de ser jefe del Estado. Y que otros se quejen del procedimiento chapuza y de urgencia utilizado por el Gobierno. Pero estaría mucho mejor si estos, que callaron ante la anterior ‘inviolabilidad’ del Rey y que ahora niegan un mínimo aforamiento al que ha sido durante casi cuarenta años jefe del Estado (lo que incluye real un riesgo de demandas y querellas ‘provocadoras)’ renunciaran ellos mismos a su aforamiento actual (lo pueden hacer anunciando que no usaran el privilegio) y propusieran el final de todos -o casi todos, salvo alguna excepción-
LA EDUCACIÓN DE LA PRINCESITA LEONOR
Salvador Sostres (El Mundo) me deja pasmado al reivindicar el Estado confesional. A ver cuándo se atreve a reclamar que los fumadores dejemos de ser la única especie animal (junto con los fetos humanos) que carece de derechos y protección.
Necesitamos volver a poner nuestra trascendencia en el centro de nuestras vidas, y volver a crecer en el aprendizaje, que son una sola cosa verdad y belleza, amor y piedad. La Humanidad tiene que volver a su ambición fundacional, que es salir al encuentro de sí misma y estirar los dedos hacia el cielo para acariciar la cara de Dios.
España se reconocería mucho mejor en la esperanza de un Estado confesional que en la estéril arrogancia de este laicismo que sólo genera hombres demediados e indefensos. Un Estado confesional sería fruto de nuestras raíces y de nuestra mejor tradición, y se parecería mucho más a la mayoría de las personas que lo habitamos.
El Estado laico es en cambio consecuencia del resentimiento, del desdén de tantos perdedores, de la rabia de tantas ovejas descarriadas, y desesperadas, que ignoran que por mucho que odien a Dios, él nunca se cansa de amarlas.
La columna ridícula del día se la lleva el abogado Javier Cremades. En El País, convertido en el periódico cortesano, ya llega a dar consejos a Felipe VI no sobre cómo gobernar, que hasta ahora ha sido la línea en estas páginas, sino cómo educar a la princesa Leonor. ¡Otro que se cree Francisco Quevedo, dando consejos a los príncipes!
Es verdad que la princesa Leonor es muy joven y todavía no hará otra cosa que estudiar y formarse, pero basta con recordar que llevamos 36 años sin que se haya hecho nada sobre este asunto para que no sea disparatado temer que pasen otros 36.
Mientras tanto, no es cuestión que, dada su edad escolar, se la someta a más disciplina de la que tiene con sus estudios. Ya llegará el momento de que, elija la carrera universitaria que elija, la complemente con nociones de historia, derecho, economía y conozca lo fundamental y algo más de las tecnologías de la información, el presente con más futuro.
Mientras tanto, vale más insistir en los valores que hacen humana a una persona que se está formando: verdad, tolerancia, libertad, igualdad, saber ganar y saber perder, trabajo, mucha sencillez, poca altivez, respeto, amistad y compañerismo.
Si yo fuese la infanta Sofía (y no tuviese edad) me enfadaría por este ninguneo. Recuerdo que al final el sucesor de Alfonso XIII fue su tercer hijo varón.