Enric Juliana insinúa en Montoro la venganza del emigrante pobre andaluz
El personaje que ocupa la mayoria de las columnas del 3 de septiembre de 2014 es el corrupto Jordi Pujol. Incluso La Vanguardia (que no editorializa sobre la sesión de ayer en el Congreso de los Diputados) tiene que dedicar varias columnas al ex molt honorable. Sin embargo, hay columnistas que no tienen bastante con Pujol y la emprenden con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Se trata de David Gistau y de Federico Jiménez Losantos.
Gistau (ABC) titula de manera irónica su columna: ‘Bravo, ministro’.
Montoro dijo que los Pujol ya habían sido investigados hace unos doce años, mientras gobernaba otro ejecutivo del PP del que él también formaba parte.
Esta declaración de Montoro no hace sino alimentar las conjeturas acerca de que Pujol dispuso de una patente de corso para robar expedida por el Cotarro, o sea, otra vez el Estado, que le ha sido retirada cuando se convirtió en un incordio político. Por si acaso esta idea no está aún lo bastante arraigada, Montoro decidió justificarla un poquito más cuando ayer soltó una frase memorable sobre que el Estado no va a aguantar a cínicos que, al mismo tiempo que lo desafían, roban gracias a las oportunidades que el Estado da.
¿Significa eso que sólo estamos dispuestos a soportar a los cínicos que roban dentro del Estado sin desafiarlo, como el propio Pujol durante estos últimos treinta años en que todas las investigaciones se perdían como lágrimas en la lluvia?
Montoro logró ayer convertir el caso Pujol en una agresión del Estado que legitima el discurso independentista y en una invitación a sospechar de todos desde la Transición, del Rey abajo. Ole ahí.
Losantos no es tan tajante como Gistau, y además se dedica a echar flores a El Mundo por sus exclusivas periodísticas.
Hasta que El Mundo empezó a publicar datos sobre el gigantesco tinglado delictivio de la Semisagrada Familia de Cataluña, ni el segundo Gobierno Aznar ni los dos gobiernos de Zapatero ni el actual Gobierno de Rajoy han hecho nada contra la banda.
La ferocidad de Hacienda y la Fiscalía es similar a la exhibida contra Urdangarín y su amante esposa. (…) Si Hacienda nos persiguiera igual a todos no haría falta bajar los impuestos. Con no pagarlos, bastaría.
Luis Ventoso (ABC) me asombra al dedicar sus reproches a los jueces de la Audiencia Nacional, que han preferido viajar por el ancho mundo a trasladarse a Barcelona.
¿Por qué no se aplicó con Pujol el entusiasmo justiciero que nos llevó al Tíbet, Bolivia y Ruanda? ¿No era una misión con suficiente glamour viajar a Barcelona y destapar la olla de podredumbre del régimen nacionalista, donde había mordidas, blanqueo, financiación irregular y una familia entera haciéndose de oro desde el poder con los fondos de los catalanes? ¿Por qué no progresó la investigación del fisco en el año 2000? ¿Porque los técnicos de Hacienda fueron incapaces de dar con materia delictiva, o porque alguien consideró que no era estratégico ni elegante importunar al honorable, cuyo seny tanto contribuía a la estabilidad y a «anclar» a Cataluña en España?
MARHUENDA DA UN REPASO A LOS PERIODISTAS CATALANES
No es sorpresa que Francisco Marhuenda elogie a Montoro; la sorpresa es que lo hace poco. El director de La Razón prefiere ajustar cuentas a los periodistas catalanistas que se burlaban de él, cuando Pujol era el Español del Año, según Luis María Ansón, y Cataluña era un oasis.
Montoro se mostró ayer claro y contundente frente a lo que denominó acertadamente como la «carta novelada» de Pujol.
Durante años he tenido que escuchar la frase de «España nos roba» y que Cataluña era un «oasis» idílico. Mis compañeros periodistas de otros medios catalanes, públicos y privados, nos miraban con una irritante superioridad a los que no éramos nacionalistas y nos tildaban de «españolistas». Para ellos, el «pujolismo» era un ejemplo de virtudes. Al final ha resultado que España nunca nos ha robado y que los saqueadores han sido otros.
Raúl del Pozo titula su columna ‘Pujol, aniquilado’ y la concluye con una ovación para Montoro.
Cristóbal Montoro ‘Robespierre’ estuvo bien en el Congreso. Los portavoces parlamentarios fueron muy moderados en su alegato contra los evasores. Aún temen a la estatua de mil hombres; quieren gobernar con él después de muerto. El ministro prometió llegar hasta el final acusando a los diputados de la opisición de tibieza. «Han venido a escurrir el bulto.»
Y Màrius Carol (La Vanguardia) se rinde ante Montoro.
El titular de la cartera de Hacienda estuvo serio, contundente, implacable.
EN VEZ DE HACIENDA, EL CNI
Algunos columnistas consideran que las pruebas de la corrupción de la familia Pujol-Ferrusola son una defensa del Estado español ante quienes quieren destruirlo y los funcionarios responsables no son los cobradores de impuestos, sino los espías.
José Oneto (Republica.com) quita méritos a Hacienda:
Una sobreactuación del ministro Montoro, que ha intentado poner a Pujol como ejemplo del trabajo de Hacienda en la persecución de la evasión y del fraude fiscal, dando incluso el curioso dato de que se estaba investigando a la familia Pujol desde hace catorce años, desde el Gobierno de José María Aznar, cuando la realidad es que han sido los servicios de inteligencia y policiales los que han conseguido toda esa información que según el titular de Hacienda ellos rastreaban en Estados Unidos, Suiza, Holanda, Reino Unido, Luxemburgo y Argentina.
E Ignacio Camacho (ABC) se pregunta si los de CiU eran bobos:
Tal vez en su delirio mitológico el nacionalismo sobrestimó tanto la fuerza de su masa crítica como minusvaloró la capacidad de respuesta de un Estado con mucha más energía telúrica de la que denota su aparente mal momento de cohesión colectiva. La UDEF, y la inspección de Hacienda, e incluso el CNI, no son más que la expresión de ese poder de la nación al que ha desafiado la soberbia soberanista con una sorprendente ligereza habida cuenta de su fragilidad estratégica. Para sostener un pulso de esta envergadura se necesita mucho más que una endeble fantasmagoría populista.
JULIANA, AUTOR DE LA COLUMNA MÁS OFENSIVA
Enric Juliana escribe la columna más ofensiva del día, en la que con su afectación habitual deja caer que Montoro arremetió contra Pujol por resentimiento de chico pobre andaluz.
Cristóbal Montoro Romero nació en un pueblo de la provincia de Jaén (Cambil, 1950), hijo de una familia de clase media que tuvo que emigrar a Madrid por dificultades económicas. Se hizo a sí mismo. Estudió duro, se esforzó, obtuvó el doctorado en económicas y una cátedra en Santander. En los noventa, cuando trabajaba para el Instituto de Empresa, José María Aznar le cooptó. Hace años que dejó de creer en la revolución permanente, pero conserva el sello de ‘lo social’, como se decía antes en España.
Añade la sempiterna conspiración que anida en ese Mordor que es Madrit contra todo lo catalán.
Madrid huele que la victoria puede estar cerca. Montoro exhibió ayer en el telediario la cabeza del burgués que ha fabricado la matriz de la Catalunya soberanista. El guión estaba acordado y fue interpretado con euforia. Hay ganas de humillar al adversario.
Unas páginas después de Juliana, Pilar Rahola, más simplona ella, también recurre al tópico catalanista: conspiraciones, cortijos, inquisición…
Hay fiesta mayor en los cortijos de la España grande, y los fariseos levantan su dedo acusador, mientras sus miserias yacen tranquilas en el armario de la impunidad. En la España del todo vale y nadie dimite, resulta que Pujol es una especie de criminal de lesa humanidad, cuya maldad es tan suprema que hasta Montoro aspira a la presidencia del Tribunal de la Inquisición.
Menos mal que entre tanta servilismo, hay otras piezas que salvan el honor y la inteligencia de los catalanes. Por ejemplo Antoni Puigverd, que subraya que Pujol reafirma las caricaturas más obtusas sobre los catalanes.
¡Qué paradoja tan brutal! El líder político que quiso prolongar aquella tradición regeneradora; el que más insistió en el término «autoestima»; el que proclamó los ideales de trabajo y esfuerzo; el que más había combatido el hedonismo contemporáneo oponiéndole valores «fuertes» como el servicio al país; el líder, en fin, que más valores éticos vinculó a la catalanidad habría sido el motor de un viaje al fondo de la noche. Habría sido el agente principal del desconcierto moral de su país. Pujol habría estado trabajando toda la vida para lograr que cristalizaran políticamente las caricaturas más despectivas contra los catalanes (egoísmo, avidez, avaricia).
Percival Manglano (Libertaddigital.com) tiene la buena idea de recordar gracias a quién empezó todo, que no fue Pasqual Maragall cuando mencionó el 3% en el Parlament y luego se calló, sino Victoria Álvarez.
Álvarez ha demostrado ser una persona muy valiente. Aun cuando se allanó su casa y le robaron un ordenador, no se amilanó en su voluntad de llegar «hasta el final». Al principio se rieron de ella. Luego le mandaron regalos para que se callara. Los devolvió todos. Más tarde vinieron las presiones. Como confiesa en esta entrevista, enfrentarse a la familia más poderosa de Cataluña le causó mucho miedo. Estuvo tomando Valium. Pero se sobrepuso. Y gracias a su aguante todos los catalanes han sabido que les han estado robando durante, por lo menos, 23 años. Más aún, los presuntos responsables del robo van a tener que enfrentarse a la Justicia.
BORJA THYSSEN PAGARÁ SUS IMPUESTOS EN ESPAÑA
Cambio de personaje, aunque no de generación. Dejamos a Jordi Pujol, antifranquista, banquero y diputado en las Cortes que elaboraron la Constitución, y pasamos a Juan Carlos de Borbón I. Jaime Peñafiel, que también es de la similar quinta que la de los dos anteriores, escribe en Republica.com sobre los rumores llegados de Italia de un divorcio inminente de los ex reyes Juan Carlos y Sofía.
A este columnista le cupo la oportunidad de descubrir , durante el viaje de Estado del rey de España a Chile, el 17 de octubre de 1990, que los reyes no dormían ni en la misma cama ni en la misma habitación del hotel Crown Plaza de Santiago sino en estancias distintas y distantes. Mientras doña Sofía ocupaba la suite 2209, don Juan Carlos la 1023.
No desde entonces sino desde mucho antes don Juan Carlos y doña Sofía están separados de hecho. ¿Un divorcio? ¿A estas alturas? Hasta la abdicación, solo han comparecido juntos en actos institucionales y oficiales, durante los cuales ni se han mirado.
La abdicación ha sido una liberación. Para los dos. Para don Juan Carlos no tener que soportar más la presencia de doña Sofía; para ella, no tener que recurrir a su ‘profesionalidad’ para mantener con dignidad su papel de reina consorte.
¿Qué podían haberse divorciado hace años? No lo hicieron en beneficio de la Institución que representaban. Ese fue el gran sacrificio de los dos. Si ahora lo hicieran, solo sería oficializar una separación que dura ya décadas.
Y otra noticia de cotilleo por otro periodista en situación de recibir un Oscar honorario. Curri Valenzuela aprovecha la comparecencia de Montoro para mostrar la inflexibilidad de Hacienda con los poderosos cuenta detalles de la inspección que están pasando la Tita Cervera y su familia.
El topillo me cuenta también que el hijo de la afectada, Borja Thyssen, ya ha regularizado su situación fiscal en España y que de ahora en adelante pagará aquí sus impuestos.
Antonio Gala es el autor de la columna sorprendente del día. Dedica su billete de El Mundo, titulado ‘El peor ejemplo’, a un político corrupto, a… ¡Carlos Fabra!, el ex presidente de la Diputación de Castellón, a punto de entrar en la cárcel. Cuando todo el país habla de Jordi Pujol, Gala, en un ejemplo de autismo, se ocupa de Fabra. ¿Por qué? Quizás porque le vincula a su detestada Iglesia católica.
Alguna vez he aludido a un nefasto personaje a quien protegía la Iglesia (o quizá sólo lo encubrió por sus ganancias). El clietelismo, la corrupción y la vergüenza ajena no son susceptibles de perdón. Lo escribo hoy por primera vez: que tantos años haya perdurado su impunidad tendría que avergonzarnos a todos. (…) El cacique a cuyo pésimo ejemplo me refiero es Carlos Fabra.
A ver, don Antonio, que no me he enterado. Carlos Fabra, ¿era cardenal de la Iglesia?, ¿cómo le protegía El Vaticano o el obispado o la Compañía de Jesús?
Casimiro, por piedad, jubila de una vez a este individuo