El grupo Prisa, grogui

Las deudas de juego de Cebrián pasan factura a ‘El País’ y la SER

'Janli' seguirá este otoño intentando capear el vendaval de deuda. Algunos dicen maliciosamente que no se sabe si lleva peor la ruina del grupo o su constatable pérdida de influencia

Las deudas de juego de Cebrián pasan factura a 'El País' y la SER
Juan Luis Cebrián. EP

El todopoderoso Juan Luis Cebrián mira ahora la ruina de Prisa como dicen algunos historiadores malvados que Nerón miró Roma mientras ardía. Recordará sus tiempos cuando era el niño bien de la ambigua progresía madrileña, gracias a la cual acabó como jefe de informativos de Arias Navarro en el tardofranquismo, aunque eso no le impidiera repartir carnés de demócrata entre los infieles conservadores.

O recordará cómo consiguió ser el elegido por el «César» Fraga, que impulsó el nacimiento de El País antes de que Cebrián llevara con su magnífico trabajo el periódico hacia el Olimpo de los Dioses, tanto en rentabilidad como en influencia.

Era ese periódico que hacía temblar a ministros a golpe de editorial, que gozaba de una influencia superlativa que aprovechaba Jesús de Polanco para hacerse aún más rico y que propulsó el nacimiento de Prisa, ese grupo al que definía así Jesús Cacho en el imprescindible El negocio de la libertad: «Cualquier españolito puede educarse con los libros de texto de Santillana, bailar en su juventud al ritmo de Los 40 Principales, estar informado en la madurez leyendo El País, invertir su dinero con ayuda de Cinco Días, seguir los avatares del fútbol leyendo As, aficionarse a la literatura con los libros de Alfaguara, salir de viaje con las guías de El País-Aguilar, tomarse unas vacaciones en la cadena de hoteles Tropical, regalar discos a sus amigos de la cadena de tiendas Crisol, animarse con el porno de los viernes de Canal Plus o ver una película producida por Sogetec en uno de los multicines de Lusomundo. Incluso puede, si se aburre, pasear por el Retiro madrileño con la sintonía de la SER pegada a la oreja».

Tal y como vislumbra este relato de finales de milenio, Prisa lo era todo, y ahora es una gigantesca deuda y el resto de las ruinas, que pese al disimulo ya están embaladas para la venta.

Cebrián después se recicló desde el periodismo, que nunca tuvo que abandonar, como gurú empresarial y mano derecha de Polanco, pese a las dificultades reconocidas antaño para leer un balance.

La ruleta rusa

Pero Prisa, el gigante todopoderoso, se ha desmoronado. Y no lo ha hecho por los pulsos contra Aznar y ZP, que mimaban a grupos mediáticos opositores, uno por odio y otro por desconfianza. Lo hizo por los juegos de ruleta rusa de sus directivos, con desastrosas inversiones en el extranjero en el peor momento posible.

Esto ha dejado una ruina inasumible de 3.400 millones de euros -reconocidos a cierre del pasado ejercicio-. Y eso pese a la refinanciación, dicen algunos malvados que por mediación de Soraya Sáenz de Santamaría, con los capos del Ibex: el Santander, Telefónica, CaixaBank y el HSBC.

Por eso lamentan algunos que la izquierda se ha quedado huérfana de papel, tras el giro conservador de El País, con cambio de director incluido. Pero ni aun así la situación económica del grupo parece mejorar, ya que hasta reconocen que «la Sociedad se encuentra incursa en causa de disolución».

La deuda ha arrastrado por el barro a Cebrián y lo ha colocado como títere de los mercados, cuando antes él ponía firmes a ministros y se le cuadraban peces gordos de la banca. Por eso en esta particular guerra de repliegue ha tenido que vender armas -Cuatro, Digital + o parte de Santillana- mientras intentan resucitar la maquina de El País, con un rediseño a la vuelta de la esquina, y la de la Cadena SER, que el año pasado arrojó preocupantes pérdidas que asustaron en las plantas nobles de Gran Vía.

Algunos accionistas minoritarios bramaban porque mientras Prisa perdía 649 millones el pasado ejercicio, los emolumentos «en metálico» de Cebrián se disparaban un 35%, con un montante total de alrededor de 13 millones de euros. Es decir, tal y como señala VozPópuli, Cebrián engulle dos meses de ingresos publicitarios de El País mientras espera un jugoso complemento de jubilación o retirement bonus.

En Prisa ya suenan los tambores de guerra, porque la rumorología interna apunta a posible ajuste laboral en El País. Un ERE, ya que la publicidad del papel sigue cayendo y los escuálidos cuadernillos autonómicos han sido los primeros sacrificados. Y si en El País hay «movida», en la Cadena SER no se quedan cortos, tras la salida de ochenta «becarios vitalicios» después de una inoportuna inspección del Ministerio de Empleo.

Cebrián seguirá este otoño intentando capear la situación y el vendaval de deuda. Pero algunos que lo conocen dicen maliciosamente que no se sabe si lleva peor la ruina del grupo o su constatable pérdida de influencia, tras impulsar sin fuste la tercera vía del federalismo en Cataluña o apadrinar a Eduardo Madina en las primarias.

Mientras, Cebrián sigue sin entender el fenómeno Podemos, a los que tildó de «anarquistas» y «antisistema». Pero hay que entender que «Janli» se ha aburguesado, ha perdido calle y le han perdido las deudas de juego.

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