El circo catalán pretende perpetrar este 22 de marzo de 2018 una función especial en la que se darán cita los payasos con menos gracias del universo. El intento por parte de Roger Torrent, presidente del Parlamento de Cataluña, de acelerar la sesión de investidura para que a las 17 horas sea investido Jordi Turull ha hecho cambiar en la prensa de papel muchos editoriales y alguna que otra columna:
El editorial de ABC es claro respecto a la posible investidura este 22 de marzo de 2018 de Jordi Turull como presidente de Cataluña. Todo responde a una chapuza y a un intento de querer presentarse ante los ojos de los catalanes separatistas como víctimas del ‘malvado’ Estado español:
La apertura de una nueva y apresurada ronda de contactos nocturnos por parte de Roger Torrent en busca de apoyos para Jordi Turull no auguran sino un nuevo parche para afrontar la crisis en Cataluña, burlando la posible decisión que mañana tome el Supremo con la intención de convertir a éste en el nuevo mártir del independentismo. La designación de Turull es una chapuza inservible para arreglar el desaguisado que el independentismo ha causado en Cataluña, toda vez que no solo está imputado por rebelión y sedición, sino que desde mañana mismo puede quedar formalmente inhabilitado si es procesado y perder automáticamente su escaño y toda opción de presidir la Generalitat.
Isabel San Sebastián define lo que se pretende hacer este 22 de marzo de 2018 en Cataluña como una broma. De mal gusto, añadiríamos:
Son tantos los candidatos a ‘molt honorable` lanzados a la palestra a pesar de estar implicados en gravísimos delitos, que una ha perdido la cuenta. Pero, según parece, el último en liza es Jordi Turull. Al igual que sus predecesores en esta broma de la investidura, el exconsejero de la Presidencia golpista tiene altísimas probabilidades de acabar en la cárcel, mucho más pronto que tarde. Y ello no por razones ideológicas, como repite machaconamente la propaganda separatista, sino por haber vulnerado, presuntamente, varios artículos de un código penal aprobado con todas las garantías que exige un país democrático.
El País despelleja a Turull sacando a relucir todo su historial político, que no es precisamente un expediente como para sentirse orgulloso:
El candidato para encabezar ese Ejecutivo es Turull, el más aciago de los imaginables. Es el peor porque este individuo está investigado en el mismo procedimiento judicial por presunta rebelión y sedición, lo que le hace vulnerable a la inhabilitación y le abocaría a un mandato efímero, solo útil para la provocación levantisca. Su elección equivaldría a una operación de marketing del desorden para facilitar la propaganda antidemocrática según la cual los jueces suspenderían, contra el pueblo, aun president electo. Pero eso no sería lo más grave. Va acompañado del fanatismo sectario de Turull y de su reiterado desprecio a la oposición democrática demostrados en su anterior cargo de consejero de la Presidencia y mendaz portavoz separatista.
Ni siquiera eso es lo peor. Turull es un gris monaguillo del pujolismo más corrupto, que actuó como edecán no solo de Jordi Pujol padre, sino después como ayudante del exsecretario de Convergència Oriol Pujol, condenado por corrupción políticofinanciera en el caso de las concesiones fraudulentas de las inspecciones de las compañías de ITV.
El editorial de La Razón apunta a un dato esencial, que el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, pretende pasarse por el arco del triunfo los plazos legales y que, de hacerlo así, el pleno de este 22 de marzo de 2018 puede suponer incurrir en un delito:
La estratagema que abrieron ayer los independentistas de convocar con urgencia un pleno hoy para investir a Turull no deja de ser una manera de no reconocer la situación: Cataluña no puede tener al frente de la Generalitat a un político encausado por rebelión. Querer simular una supuesta normalidad y ganar tiempo con candidatos que han estado en la primera línea de este golpe a las instituciones democráticas -primero, Puigdemont; luego, Jordi Sánchez y, ahora, Turull- es persistir en la pérdida del sentido de la realidad que ha caracterizado al «proceso». Si la ronda de contactos que arrancó anoche por teléfono el presidente del Parlament, Roger Torrent, quiere resolver la investidura en una horas, se volvería a ir en contra el propio reglamento de la Cámara y de la Ley de la Presidencia que establece que el nombramiento debe hacerse tras un debate y unos tiempos.
Cristina López Schlichting da por sentado que desde el mismo momento que haya Gobierno en Cataluña, a más de uno de sus miembros le espera la trena:
En Madrid, claro, Mariano Rajoy se sonríe. Cada día de 155 es un tanto. Y apenas haya nuevo gobierno, habrá presupuestos (en eso consiste el pacto con el PNV, que los apoyará cuando cambie la situación en Cataluña). El nuevo ejecutivo tendrá pies de paja y boleto para la cárcel. Más ineficacia es casi imposible.
El Mundo da por hecha la casi segura entrada en prisión de Jordi Turull, de ahí las prisas de los victimistas separatistas para tener su imagen icónica, la de un presidente entrando a la celda:
Existe la posibilidad de que Turull ingrese en prisión preventiva mañana mismo: sólo depende de que Llarena advierta riesgo de reiteración delictiva. El adelanto urgente de la investidura de Turull por parte de las fuerzas soberanistas responde a la intención desleal de sostener el desafío al Estado. La respuesta debe ser de una contundencia proporcional.