El ‘Gobierno bonito’ de Pedro Sánchez quiere ponerle límites a la libertad de expresión, aunque se haya escondido en su vicepresidenta, Carmen Calvo. Los palos que recibe el Ejecutivo este 28 de septiembre de 2018 desde tribunas y editoriales de la prensa de papel son como para que alguien en Moncloa se lo pensase antes de seguir por esa senda.
El editorial de ABC le mete un buen palo a Carmen Calvo por su propuesta de ir contra la libertad de prensa en España:
Han tenido que caer dos ministros del Gobierno, forzados a dimitir por las revelaciones de los medios, para que la vicepresidenta del Ejecutivo repare en la necesidad de controlar la prensa y poner límites a la libertad de expresión que consagra la Constitución, giro de clara inspiración chavista que se suma a la toma de Radio Televisión Española -primera iniciativa del Ejecutivo de Sánchez- o a las amenazas judiciales de La Moncloa a quienes, como ABC, denunciaron el plagio de la tesis del presidente del Gobierno. No es a los políticos a quienes hay que proteger, sino a los ciudadanos libres que confían en medios como ABC para informarse, amenazados, unos y otros, por un Ejecutivo que lo basó todo en la propaganda y que, a la venezolana, trata de imponer y blindar su verdad. No peligra la prensa, sino la propia democracia.
Hermann Tertsch avisa de que el Ejecutivo va en esa línea de imponer la mordaza y además al más puro estilo macarril:
Las amenazas a los medios de este Gobierno no tienen precedentes en España desde 1978. No quieren que se hable mal de ellos. Y decretan que todo lo malo sobre ellos es mentira. Ya lo advirtió Pedro Sánchez, menos solemne que macarra, que quien le critique a él o al Gobierno critica al Estado. Al principio nos hizo gracia. ¿Qué rayos se habría creído ese galán de grandes superficies? La risita se nos ha borrado. Con su carácter práctico, no serán ni el principio de contradicción, ni la honradez, ni la vergüenza ni el sentido del honor lo que frene la incontrolada ambición de Pedro Sánchez. No tiene dudas ni muestra escrúpulos. No hay elecciones. Los golpistas son buenos. Los constitucionalistas, malos. Monto cuando quiero en avión. Mi mujer trabaja donde me dé la gana. Quien me ataca ataca a España. Punto.
La Razón insiste en que toca ir a elecciones para poner punto y final al despropósito que se está viviendo:
Es preciso insistir en que la única salida válida que le queda a Pedro Sánchez es convocar elecciones cuanto antes y devolver la palabra a los españoles. No es posible seguir así a la espera del escándalo diario que convierte la vida pública en un dislate y agria la convivencia. Los problemas que acechan a España no son, precisamente, menores y no pueden enfrentarse desde la debilidad.
Martín Prieto destaca que por muy catedrática de Derecho Constitucional que sea Carmen Calvo, la vicepresidenta demuestra que la libertad de expresión debió aprenderla leyéndola en diagonal:
Ha debido de estudiar en diagonal el derecho a la libertad de expresión en las Constituciones democráticas occidentales y obtener «cum laude» en el análisis de las libertades informativas en los regímenes totalitarios y en el nuevo socialismo del siglo XXI instalado en Venezuela y emergente en la izquierda española. Antes de que a Pablo Iglesias le regalaran el mismo cargo de facto que ahora ostenta doña Carmen aquel censuró la legitimidad de los medios privados por no responder a un correcto uso social.
El Mundo no se traga el anuncio de Carmen Calvo de pedir responsabilidad a los medios de comunicación:
El llamamiento de Carmen Calvo a limitar la libertad de expresión es inquietante. En El Mundo acumulamos suficiente experiencia como para saber que cuando el Ejecutivo invoca la responsabilidad mediática, en realidad desliza una amenaza que delata su debilidad. En una democracia la fiscalización del poder no la ejerce el poder, sino la prensa libre. Y lo seguiremos haciendo.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital. @juanvelarde72