Que Telecinco se convierta en adalid del feminismo suena parecido a rescatar a Gil y Gil para que protagonizara la nueva campaña de Calvin Klein
Sara Carbonero se ha convertido en un fenómeno que hasta después del Mundial se sigue hablando de ella. Este fin de semana el consejero delegado de la Telecinco, Paolo Vasile, ofreció a El País una entrevista donde la joven reportera era el eje central de la conversación.
David Trueba, columnista del diario de Prisa, ha publicado este martes su artículo de opinión, Amor Ciego, reflexionado sobre asunto. Al director de cine no deja de llamarle la atención que la «gran polémica profesional» del periodismo no sean los despidos y EREs temporales, la precariedad laboral de muchos de los reporteros y redactores y las presiones económicas, sino que tenga que ver «con la ubicación de Sara Carbonero en los partidos de la selección.»
Y a nadie le sorprende porque una de las características de nuestro tiempo es que lo anecdótico adquiera categoría de fundamental
Trueba analiza la entrevista de Vasile en la que el directivo defiende el trabajo de su reportera y presenta a su cadena «como una víctima del machismo imperante.»
Que Telecinco se convierta en adalid del feminismo suena parecido a rescatar a Gil y Gil para que protagonizara la nueva campaña de Calvin Klein.
Machismo es escandalizarse porque la dueña de L’Oréal tenga un amante más joven en plena vejez, y que, sin embargo, la misma situación disfrutada por un ancianito bien forrado produzca admiración general.
Sin embargo, para David Trueba lol reseñable de la entrevista es el consejo que Vasile dice dar a la periodista: «Le dije que no hablara con nadie. Que si le llamaban de La Noria, de Sálvame o de Ana Rosa, no fuera. Tienes que decidir en qué categoría quieres estar».
A mí me sonó al consejo perfecto que un padre le daría a su hija.
Lo curioso es que Vasile es el padre de esos programas, sangre de su sangre, y suena como si el suegro ayudara a escaparse de la boda a la novia, entre otras cosas porque conoce bien al crápula de su hijo.
Se nota que Vasile prefiere regir en su cadena antes que salir en ella, que no acepta ser miembro de un club que le tiene a él como consejero delegado. Como buen directivo de cadena, sabe que el amor es ciego, pero el negocio no.