El plató de Torrespaña se convirtió en escenario de la reaparición de Pepa Bueno (exdirectora de El País y ex de la Cadena SER) en Televisión Española y, de paso, en la sala de máquinas donde Pedro Sánchez pretendía pilotar la narrativa de un otoño político que llega cargado de incendios, sospechas de corrupción y presupuestos en el aire.
La expectación era máxima: la cita no solo suponía la primera entrevista televisiva del presidente en más de un año, sino también la vuelta de una de las periodistas más polémicas del país al Telediario de la cadena pública.
En este 2 de septiembre de 2025 la resaca del encuentro televisivo todavía resuena y resonará. Una entrevista que no deja contento al ciudadano decente, porque si bien es cierto que Pepa Bueno puso sobre la mesa los temas incómodos para el socialista, la forma de llevarlos adelante fue un auténtico ‘blanqueo’ y alfombra roja a ‘su’ presidente. No podíamos esperar otra cosa.
Fíjense en lo que llegó a decirle la periodista:
«Usted ha sufrido una campaña de deshumanización extraordinaria…»
Temas al rojo: incendios, corrupción y presupuestos
La entrevista abordó los asuntos más espinosos del verano:
- Gestión de los incendios: Tras un verano devastador, con más de 400.000 hectáreas calcinadas en Galicia, Castilla y León y Extremadura, Sánchez defendió la actuación del Ejecutivo, aunque admitió que “la gestión del territorio ha sido inadecuada en algunos casos”. Aseguró que el Gobierno pondrá en marcha un pacto climático y propuso la creación de una Agencia Estatal de Protección Civil y Emergencias, aunque descargó parte de la responsabilidad en las comunidades autónomas, lo que levantó ampollas en los gobiernos regionales.
- Corrupción y casos judiciales: Preguntado por los casos que salpican a su entorno, especialmente la investigación judicial sobre su mujer, Begoña Gómez, y las recientes polémicas con Santos Cerdán y José Luis Ábalos, Sánchez no dudó en cargar contra el poder judicial: “Hay jueces que hacen política y políticos que tratan de hacer justicia, lo que hace un daño terrible al poder judicial”. Negó que exista corrupción estructural en el PSOE y defendió haber actuado “con contundencia” en los casos conocidos. Hay que tener la cara de cemento.
- Presupuestos y bloqueos parlamentarios: Con la legislatura en el alambre y sin unos nuevos Presupuestos en el horizonte, Sánchez hizo un llamamiento a la responsabilidad de la oposición, aunque el PP ya ha anunciado que no colaborará en el pacto climático ni facilitará la aprobación de las cuentas estatales.
Un clima de polarización: la retórica presidencial
Si algo quedó claro en la charla fue que Sánchez no piensa rebajar el tono frente a la oposición. “La polarización de España es asimétrica. Yo no insulto. Puedo defender legítimamente mis ideas y criticar a mi adversario político”, afirmó ante la pregunta de cómo percibe la sociedad su liderazgo. No desaprovechó la ocasión para lanzar dardos a la derecha y concretamente a Isabel Díaz Ayuso:
“Todos estos insultos son la consecuencia de algo previo, y la causa está en la falta de respeto, de consideración, en el ‘me gusta la fruta’”.
En cuestiones migratorias, el presidente subió el volumen:
“¿Qué es esto de ir a misa y luego decir que vas a hundir el Open Arms, qué va a ser lo siguiente, hacer estallar un avión en Barajas?”, preguntó, criticando el discurso de Vox y defendiendo que la humanidad y el respeto al derecho humanitario son “los ejes básicos de la política exterior española”.
Pepa Bueno, entre la expectación y la crítica
El regreso de Pepa Bueno a la televisión pública fue otro de los focos de la jornada. Tras una década en la radio y en la dirección de El País, su vuelta al Telediario se ha interpretado como una apuesta de RTVE por recuperar el pulso informativo y la credibilidad de la cadena. Sin embargo, no faltaron las voces críticas que acusaron a la entrevista de falta de confrontación y de cierta complacencia con el presidente, en la línea de anteriores encuentros de Sánchez en la cadena pública. Las redes sociales y los analistas políticos no tardaron en señalar que, más que incomodar, algunas preguntas parecían diseñadas para que el jefe del Ejecutivo luciese su relato.

