Eduardo Sotillos avisa a Tomás Gómez de que ‘ojito’ con UPyD en Madrid

Eduardo Sotillos avisa a Tomás Gómez de que 'ojito' con UPyD en Madrid

(PD).- Tomás Gómez fichó al prestigioso periodista Eduardo Sotillos para tratar de darle aire a su formación política, a la que Esperanza Aguirre no permite levantar vuelo. Con el cargo de secretario de Comunicación del PSM, ha hecho lo que ha podido para captar votos para los socialistas. La realidad es que el desastre ha sido mucho. Y no le duelen prendas en hacer «autocrítica». Le dice a su jefe que mucho ojo con ‘el fenómeno UPyD’.

Eduardo Sotillos ha hecho su propio análisis de los resultados electorales en un artículo publicado por la Fundación Sistema. Así como los dirigentes del PSOE se muestran cara a la galería encantados de la vida con los resultados, Sotillos reconoce que algo hay que hacer.

A continuación, por su interés, reproducimos el artículo completo de Eduardo Sotillos.

Miro los mapas coloreados que ofrecen los periódicos para ilustrar los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo y me viene a la memoria el recuerdo de aquellos otros en los que se visualizaba nuestro continente en plena expansión de la Wehrmacht.

Naturalmente no estoy comparando a la derecha democrática que ha triunfado en Portugal, Gran Bretaña, España, Francia, Italia, Holanda o Alemania, con la amenaza nazi, aunque en algunos de esos países se haya proyectado el voto hacia formaciones de ultraderecha. Mi sobresalto corresponde a un profundo sentimiento de decepción ante el paulatino repliegue de la izquierda después de décadas en las que la socialdemocracia marcaba el rumbo para la consolidación de las ideas de progreso y luchaba por extender el Estado del Bienestar. ¿Con mayúsculas?

Admito, convencido intelectualmente, que no hay que extrapolar el resultado de una consulta sobre la composición de un órgano legislativo prácticamente desconocido por la mayoría de los votantes, pero algo me dice que aunque eso sea verdad no es toda la verdad. En España, la realidad más próxima, la que mejor conozco, hemos vivido una campaña electoral en la que la derecha no ha ocultado ni un momento su intención de movilizar a sus votantes para castigar al gobierno socialista. La elección de Mayor Oreja-eurodiputado ausente- como cabeza de lista respondió a claves absolutamente internas, así como los mensajes centrados en la crisis económica y los millones de parados. Los votantes del PP en comunidades como Madrid y Valencia, actuaron, además, como las legiones romana, en formación cerrada, para proteger a sus dirigentes y absolverlos de las acusaciones de corrupción. Habrá que reconocer que lo hicieron bien y que en ningún momento, antes y después del 7-J, lo han ocultado. Con brutal y vergonzosa claridad, Carlos Fabra ha llegado a escupir la idea de que a los ciudadanos no les importa saber quiénes son culpables. (Pero la Justicia sigue su curso e impone fianzas multimillonarias a gentes del PP… después de las elecciones).

Algo hemos hecho mal en la izquierda para que la movilización de la derecha no se haya producido con la misma intensidad en nuestras filas y para que hoy sigamos admitiendo como un efecto incontrolable de la naturaleza que nuestros votantes necesitan un impulso suplementario o vivir una emergencia. Algo hacemos mal cuando nos precipitamos a explicar las razones de un mal resultado electoral sin haber tenido tiempo para realizar un análisis en profundidad, con datos post-electorales contrastados, moviéndonos entre la exculpación y la intuición.

Parece ineludible situar los resultados en España en el marco más amplio de la ola conservadora que recorre Europa, pero también reflexionar sobre un fenómeno emergente, algunos lo consideran pasajero y yo lo cuestiono, que es la presencia de UPyD, capaz de situarse en Madrid como tercera fuerza política, por delante de Izquierda Unida, y con sólida presencia en capitales de provincia. ¿Sabremos pronto cual es su caladero de votos?

Algo haríamos mal si convirtiéramos en un problema de nombres un problema de ideas, de trabajo, y si renunciáramos a esperar que fructifiquen programas ya en marcha como los que pueden ayudar a la creación de empleo. Vale la corrección de rumbo, pero no dar bandazos.

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