El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha decidido este lunes retirar su candidatura para presidir el Eurogrupo, el influyente club de ministros de Finanzas de la zona euro.
La decisión, comunicada apenas media hora antes de la votación clave en Bruselas, confirma lo que ya era un secreto a voces: España no contaba con los apoyos necesarios para hacerse con uno de los puestos más codiciados de la arquitectura económica europea.
El propio Cuerpo lo reconocía con cierta deportividad al llegar a la capital belga: “Estas cosas hay que aceptarlas con deportividad. No era una carrera fácil”.
La retirada se produce tras semanas intensas de contactos con sus colegas europeos, pero los números no cuadraban. Para salir elegido necesitaba al menos once votos entre los ministros del euro, un objetivo inalcanzable según se desprende del ambiente previo a la reunión.
El movimiento, presentado como un “ejercicio de responsabilidad” por parte del Ministerio de Economía, pretendía evitar una derrota humillante en votación abierta. En esta ocasión, ni siquiera se llegó a votar, lo que evidencia la falta de tracción real del candidato español entre sus socios europeos.
La maldición española en el Eurogrupo
El episodio protagonizado por Carlos Cuerpo no es un caso aislado en la reciente trayectoria diplomática española. En menos de una década, tres ministros españoles han fracasado en su intento de liderar el Eurogrupo: Luis de Guindos en 2015, Nadia Calviño en 2020 y ahora Cuerpo en 2025. Lejos quedan los tiempos en que España era vista como un actor clave capaz de articular consensos y aspirar a las más altas responsabilidades comunitarias.
La retirada del ministro lituano Rimantas Šadžius dejó vía libre para que el irlandés Paschal Donohoe, actual presidente y favorito indiscutible, revalide su mandato sin oposición efectiva. Irlanda y Luxemburgo —expertos en manejar los equilibrios del voto igualitario entre países grandes y pequeños— han vuelto a imponerse frente a los intentos reformistas impulsados desde Madrid.
Otro revés para Sánchez… y van
Para el Gobierno de Pedro Sánchez, este episodio supone otro varapalo diplomático en el tablero europeo. El Ejecutivo había tratado de presentar la candidatura como muestra del liderazgo internacional español y su capacidad para influir en las grandes decisiones económicas. Sin embargo, la realidad ha sido testaruda: Madrid no ha conseguido articular una mayoría sólida ni dentro ni fuera del bloque.
Este aislamiento es particularmente llamativo si tenemos en cuenta que España forma parte del selecto club de las cinco mayores economías del euro junto a Alemania, Francia, Italia y Países Bajos. Pese a ello, y aunque estos países comparten la voluntad de reformar el funcionamiento del Eurogrupo, España ha quedado descolgada en cuanto a apoyos efectivos. El resultado es un nuevo fracaso diplomático que añade presión sobre un Gobierno ya cuestionado dentro y fuera de nuestras fronteras.
La prensa internacional no da tregua
Si el varapalo europeo es evidente dentro del entorno comunitario, no lo es menos su eco fuera de nuestras fronteras. La imagen internacional de Pedro Sánchez ha sufrido un deterioro evidente en las últimas semanas según recogen cabeceras internacionales como Financial Times, Le Monde, The Guardian o Bloomberg. Los recientes escándalos internos —destacando la dimisión forzada del número tres del PSOE, Santos Cerdán, por corrupción— han alimentado titulares demoledores: “penoso espectáculo”, “escándalo de sobornos”, “un presidente que suplica perdón”, son solo algunos ejemplos.
Las crónicas internacionales subrayan cómo estos episodios han erosionado la reputación exterior tanto del Gobierno como del propio Sánchez. La cercanía entre el presidente y algunos implicados, sumada a decisiones controvertidas —como negarse a convocar elecciones anticipadas pese al escándalo— han servido para reforzar una narrativa negativa sobre la estabilidad política española y su capacidad para ejercer liderazgo en Europa.
¿Por qué España no logra apoyos?
Varios factores explican esta sucesión de fracasos:
- Aislamiento diplomático: España ha perdido capacidad para tejer alianzas sólidas tanto dentro como fuera del bloque socialista europeo.
- Falta de peso político: Las crisis internas restan credibilidad al Ejecutivo ante sus socios.
- Percepción negativa: Las tensiones internas y los escándalos afectan a la percepción exterior sobre la fiabilidad y estabilidad política española.
- Competencia feroz: Países pequeños pero influyentes (Irlanda o Luxemburgo) juegan con ventaja gracias al sistema igualitario del Eurogrupo.
Una racha poco alentadora
En apenas diez años:
- Luis de Guindos (PP) perdió su apuesta por el Eurogrupo en 2015.
- Nadia Calviño (PSOE) fracasó en 2020 pese al apoyo inicial franco-alemán.
- Carlos Cuerpo (PSOE) ni siquiera llegó a votación real en 2025.
Por si fuera poco, ni el Gobierno actual ni los anteriores han logrado revertir esta tendencia negativa. La sensación es que España va perdiendo peso específico en las grandes mesas europeas mientras otros actores refuerzan sus posiciones estratégicas.
Curiosidades y datos llamativos
- El puesto clave sigue recayendo en Irlanda pese a ser uno de los países más pequeños demográficamente del euro.
- El voto igualitario da lugar a alianzas insólitas donde Malta puede pesar tanto como Alemania o Francia.
- En algunos foros europeos ya se habla jocosamente del “síndrome español” cuando se trata de optar a grandes cargos comunitarios.
- En menos tiempo que dura una legislatura nacional completa, España ha visto fracasar tres candidaturas consecutivas al Eurogrupo.
- Mientras tanto, Pedro Sánchez afronta una cobertura internacional cada vez más dura donde hasta se llega a especular sobre su futuro político inmediato ante los constantes sobresaltos nacionales e internacionales.
