Es una epidemia en el PSOE.
El que no hincha su currículums, se inventa títulos.
Y la cosa va de arriba a abajo y de este a oeste.
En todos los niveles.
En los calurosos días de finales de julio, el PSOE de Badajoz ha encontrado una tormenta en pleno estío.
Manuel Borrego, secretario general del partido en la provincia y alcalde de Valverde de Leganés, ha quedado en el centro de la diana mediática tras conocerse que adornó su currículum con una licenciatura en Ingeniería Química que aún no ha completado.
La noticia, confirmada este jueves 31 de julio de 2025 por Vozpópuli, ha reavivado el debate sobre la credibilidad de los representantes públicos y la extendida tendencia a embellecer trayectorias en la política española.
Borrego, que asumió la dirección provincial del PSOE en mayo con un abrumador 94,5% de apoyo interno, figuraba en documentos oficiales —incluida la web de la Diputación de Badajoz— como “ingeniero químico de profesión”.
Sin embargo, según la investigación del digital, al líder socialista aún le restan doce créditos para finalizar sus estudios universitarios, un detalle que ni él ni su entorno habían hecho público pese a la reciente sensibilidad social sobre los “CV hinchados”.
Un ascenso meteórico marcado por la lealtad interna
La carrera de Manuel Borrego ha estado siempre ligada a las filas socialistas. Concejal en Valverde de Leganés desde 2003, diputado provincial durante ocho años y alcalde desde 2019, donde ha cosechado mayorías aplastantes —más del 80% de los votos en 2019 y cerca del 80% en 2023—, Borrego es una figura respetada entre la militancia local. Su elección como secretario general del PSOE pacense, en sustitución de Rafael Lemus, fue casi unánime y sin rivales, reflejando su arraigo y su habilidad para tejer alianzas internas.
Uno de los pilares de su red de apoyos es Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación y líder socialista de referencia en la región. La cercanía entre ambos ha sido reconocida en diversos foros, consolidando a Borrego como hombre de confianza y pieza clave en el aparato del partido. En su etapa como secretario de Organización, Borrego defendió públicamente a David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, mostrando “comprensión” ante el proceso judicial por su contratación en la Diputación de Badajoz y apelando a la presunción de inocencia.
Los currículums inflados: una epidemia transversal
El caso Borrego se suma a la epidemia de currículums maquillados que afecta, y de qué manera, a la política española. En las últimas semanas, nombres como Noelia Núñez (PP), que también adornó su hoja de vida con títulos inexistentes, han ocupado titulares. Pero en el PSOE la lista de precedentes es generosa: desde José Montilla (que afirmó tener carreras en Derecho y Economía sin haberlas terminado), pasando por Ximo Puig (que se atribuyó una licenciatura en Periodismo), hasta la exalcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, cuya diplomatura resultó ser una entelequia administrativa. El más reciente en caer ha sido el delegado de Pedro Sánchez para
La facilidad con la que algunos políticos transforman su historial académico parece desafiar la máxima de que “la verdad nos hará libres”. En el caso de Borrego, la insistencia en presentarse como “químico” pese a no haber finalizado la carrera resulta especialmente llamativa en un contexto donde la exigencia de transparencia es cada vez mayor. El hecho de que en la propia web de la Diputación de Badajoz siga figurando como titulado, pese a la evidencia en contra, añade un matiz de descuido institucional que no ayuda a restaurar la confianza ciudadana.
Consecuencias políticas y lecturas internas
Aunque la polémica no ha provocado, de momento, dimisiones ni movimientos de calado dentro del PSOE extremeño, la noticia ha obligado al partido a activar el modo “control de daños”. El propio Borrego, en sus primeras reacciones públicas, ha evitado abordar directamente la cuestión académica, centrándose en denunciar “campañas de acoso” y reiterando su compromiso con los valores socialistas. Sin embargo, el runrún interno es evidente: en un momento en que el PSOE busca recuperar terreno en Extremadura tras perder la Junta en 2023, cualquier grieta en la imagen de honestidad pesa doble.
En los pasillos socialistas se repite la consigna de la unidad y la defensa de los servicios públicos, pero la sombra de los currículums hinchados planea sobre la estrategia de oposición a María Guardiola (PP), a la que acusan de “deteriorar” la región en sus dos años de mandato. No deja de ser paradójico que, mientras se denuncia la falta de rigor y compromiso de los adversarios, la propia casa socialista deba lidiar con sus problemas de transparencia.
La política española y el arte de embellecer el CV
La tentación de inflar el currículum no es exclusiva de un partido ni de una ideología. Lo que sí resulta sintomático es la frecuencia con la que estas prácticas salen a la luz en los últimos años, especialmente cuando los escándalos ajenos se convierten en espejo. La presión mediática, el escrutinio digital y la pugna interna por el mérito han hecho de la verificación académica un deporte nacional. A veces da la impresión de que, en España, se necesita un máster en supervivencia política para navegar entre títulos, diplomas y certificados.
En el caso de Borrego, el episodio coincide con un momento de especial sensibilidad en la opinión pública, donde la desafección hacia la clase política encuentra combustible en cada pequeño desliz o exageración curricular. La ironía es que, en ocasiones, la experiencia de gestión —probada en las urnas— pesa más que cualquier diploma, pero el afán de impresionar en el papel acaba jugando malas pasadas.
