Sobre el veto al rito islámico en el Polideportivo: "Hay que defender a los españoles"

Abascal eleva el pulso migratorio y usa como ariete Jumilla para potenciar a VOX y disputarle votantes al PP

El líder de VOX respalda el veto a los ritos islámicos en el Polideportivo de Jumilla y reabre el debate sobre libertad religiosa, integración y los valores europeos

Santiago Abascal (VOX)
Santiago Abascal (VOX). PD

Santiago Abascal ha intensificado su discurso migratorio para disputar el voto al PP, aprovechando la controversia en Jumilla (Murcia) como un ariete político.

El líder de VOX celebra el veto a los ritos islámicos en espacios públicos, impulsado por su partido y respaldado por el PP, como una medida para «proteger a los españoles» de lo que etiqueta como «ideología extremista».

En un mensaje en redes, Abascal proclama que «España no es Al-Ándalus», insistiendo en que no se deben ceder espacios públicos a prácticas que, según él, promueven el islamismo.

Su retórica busca capitalizar el descontento de sectores populares, cada día más amplios, presentando a VOX como el único defensor de la «identidad española» frente a un PP que considera tibio en estas cuestiones.

No duda en arremeter contra el PP de Feijóo, tachándolo de «cobarde», y al PSOE, al que acusa de ser «cómplice de la invasión» por no frenar el evidente avance del islamismo en España.

Esta estrategia no solo polariza el debate, sino que posiciona a VOX como una alternativa más contundente frente al PP, al que critica por suavizar la moción en Jumilla para evitar acusaciones de inconstitucionalidad.

Mientras, desde Génova 13, el PP elude un choque frontal, argumentando que entrar en esa confrontación «sólo beneficia a PSOE y VOX».

 

La clave es el Polideportivo.

Y lo que dicen en VOX y por lo que han votado es que se debe usar para eventos deportivos, no como matadero de corderos en una fiesta islámica o lugar masivo de culto musulmán en Ramadán.

Y el que quiera rezar que rece, a quien quiera, pero en su casa, la mezcquita o pueda.

La localidad murciana de Jumilla se ha convertido, casi sin quererlo, en el nuevo epicentro de la batalla política sobre la convivencia, la libertad religiosa y la identidad nacional.

Lo que comenzó como una moción municipal para regular el uso del Polideportivo Municipal ha escalado a debate nacional tras el respaldo explícito de Santiago Abascal al veto de las celebraciones religiosas musulmanas en dichas instalaciones.

El asunto ha dividido a partidos, vecinos e incluso ha saltado a la agenda europea, mientras la polémica sigue creciendo como el calor en agosto.

El 28 de julio, en un pleno municipal tan tenso como un derbi regional, el Ayuntamiento de Jumilla aprobó por mayoría una moción para prohibir la celebración de fiestas religiosas musulmanas en las instalaciones deportivas municipales.

La propuesta, impulsada por Vox y finalmente apoyada (aunque matizada) por el PP, afecta especialmente a los cerca de 1.500 musulmanes residentes en esta ciudad vinícola de poco más de 27.000 habitantes.

La versión suavizada del PP evita mencionar expresamente ninguna confesión, pero en la práctica veta eventos como el fin del Ramadán o la Fiesta del Cordero en los recintos deportivos municipales.

La alcaldesa popular, Seve González, insistía en que se trata solo de preservar la finalidad deportiva del espacio y buscar “nuevos espacios públicos” para las celebraciones religiosas.

Sin embargo, para muchos vecinos y observadores externos, resulta difícil separar el trasfondo ideológico de una decisión que afecta únicamente a una minoría concreta.

 

Abascal toma partido: “Hay que proteger a los españoles”

El respaldo público de Santiago Abascal no se hizo esperar.

El líder de Vox elevó el tono en redes sociales y ante los medios: “Hay que proteger los espacios públicos de prácticas ajenas a nuestra cultura y a nuestra forma de vida”.

Para Abascal, esto no es un debate sobre libertad religiosa sino “una cuestión de sentido común” frente a lo que él denomina “la invasión del islamismo”, al que califica abiertamente como “ideología extremista incompatible con nuestra cultura, nuestros valores y los derechos de las mujeres”.

En su argumentación aparece un mensaje recurrente: “Reza a quien quieras, pero ten presente que no cuela eso de ser solo ‘español’ para chupar subsidios y disfrutar de la sanidad gratuita”.

Una frase que resume esa visión restrictiva sobre integración y pertenencia: no basta con la residencia legal o con cumplir las leyes; hay que asumir “los valores europeos” si se quiere disfrutar plenamente de los servicios públicos.

Abascal también ha pedido prohibir el uso del velo islámico en instalaciones públicas —“por ser un símbolo de sumisión”— y extiende su aspiración a vetar otras prácticas musulmanas allá donde VOX tenga influencia institucional. No es casualidad: su partido busca marcar perfil propio ante el PP e imponer su agenda identitaria.

Jumilla como laboratorio político: PP entre dos fuegos

El PP local ha intentado navegar entre dos aguas: por un lado niega cualquier ataque a la fe musulmana (“respetamos todas las creencias”), pero por otro avala medidas que afectan principalmente a esa comunidad. La alcaldesa insiste en que no se veta a nadie por su credo; se trata simplemente —dice— de defender lo nuestro y nuestras tradiciones.

Sin embargo, desde otros ámbitos populares no han faltado voces pidiendo prudencia para evitar alimentar discursos polarizadores o dar alas al discurso ultra. La paradoja es evidente: mientras Vox presume del éxito (“objetivo cumplido”), el PP aparece forzado a aceptar condiciones incómodas para lograr apoyos presupuestarios o gobernar en minoría.

Por su parte, desde el Gobierno central se recuerda que Jumilla depende en buena parte del trabajo extranjero —el 20% de sus afiliados a la Seguridad Social son inmigrantes— y se advierte contra cualquier tentación discriminatoria disfrazada de neutralidad reglamentaria.

Cuando Europa defiende sus valores sin complejos (y sin miedo al qué dirán)

Lo sucedido en Jumilla ilustra una tendencia creciente en varios países europeos: responder a la presión migratoria o al auge demográfico musulmán con políticas restrictivas bajo el argumento de defender “los valores europeos”. En este caso, quienes defienden el veto niegan cualquier islamofobia: “No es islamofobia defender nuestros valores sin complejos”, afirman desde Vox.

En realidad, estas posiciones suelen mezclar apelaciones legítimas al orden público o la igualdad con elementos claramente excluyentes. No todo vale bajo la bandera identitaria; tampoco todo rito religioso puede imponerse sobre las normas colectivas. El reto está precisamente ahí: encontrar un equilibrio razonable entre integración real, respeto mutuo y protección efectiva contra abusos (reales o imaginados).

Claves y derivadas políticas: entre la integración real y la retórica populista

  • Proteger a los españoles: Para Vox es innegociable evitar lo que consideran cesiones culturales ante minorías cuya integración ven insuficiente.
  • Reza a quien quieras… pero: El derecho individual está garantizado siempre que no implique “imposición” ni cuestione las costumbres mayoritarias.
  • El debate europeo: Jumilla anticipa debates ya abiertos en Francia o Alemania sobre límites al pluralismo religioso.
  • El polideportivo como símbolo: El uso de espacios públicos se convierte en campo de batalla para definir qué es compatible (o no) con “ser español”.

Curiosidades y datos llamativos

  • El pleno municipal donde se aprobó el veto fue más tenso que cualquier derbi regional. No constan incidentes graves previos relacionados con las celebraciones musulmanas vetadas.
  • La Fiesta del Cordero y el fin del Ramadán llevaban años celebrándose sin mayores problemas logísticos.
  • El municipio ya había debatido antes sobre matanzas populares u otros usos singulares del polideportivo. Nadie pensó entonces en vetar tradiciones locales.
  • En redes sociales circulan memes contraponiendo imágenes del polideportivo lleno durante un partido local frente al vacío tras aplicarse el veto.
  • Mientras tanto, varios ayuntamientos han recibido consultas legales sobre cómo regular usos similares… algunos ya temen que lo vivido en Jumilla sea solo el principio.

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