La política, como el ciclismo, tiene etapas llanas y descensos peligrosos.
La última de Yolanda Díaz ha sido, sin duda, cuesta abajo, de culo y sin frenos.
Y para desgracia de la interfecta, que alardea de ‘comunista‘ y cuya ambición sólo corre paralela a su ignorancia, nadie ya da un duro por ella.
Ni en el Gobierno Frankenstein, ni fuera.
La política, como la montaña rusa, tiene subidas que emocionan y bajadas que dan vértigo.
La vicepresidenta segunda de Sánchez ha vivido en los últimos días una de esas caídas que dejan huella.
Su proyecto estrella, la reducción de la jornada laboral, ha naufragado en el Congreso de los Diputados.
Un golpe demoledor para quien aspiraba a ser la gran referente de la izquierda alternativa y que, a día de hoy, 13 de septiembre de 2025, la ha dejado políticamente tocada y con la credibilidad bajo mínimos.
La derrota no solo apaga la luz de su principal bandera legislativa, sino que reactiva todas las dudas sobre su futuro como candidata.
Ni el PSOE ha salido en su defensa, ni sus socios de Sumar han escondido el malestar interno.
En los pasillos del Congreso, algunos ya hablan de “fin de ciclo” y otros, con ironía, recuerdan que “ya no es ella quien marca los tiempos”.
Que Yolanda Díaz no busque culpables.
Tiene que preguntarse por qué ha sido derrotada y por qué ha sido abandonada por sus socios de gobierno.
Mientras se debatía su "medida estrella" no había ningún ministro socialista, y mientras se votaba, Sánchez se iba al cine. pic.twitter.com/VrA0ZeMih7
— ESTER MUÑOZ (@EsterMunoz85) September 12, 2025
EL VODEVIL
En un arranque de osada ignorancia y con un toque de soberbia, Díaz llevó al Congreso su propuesta de reducir la jornada laboral, sabiendo que estaba condenada al fracaso. ¡Menudo espectáculo!
Mientras Sánchez se escabullía al cine con Begoña, su Gobierno encajaba otro revés parlamentario, iniciando el curso como lo cerró: de derrota en derrota. La vicepresidenta, sola en el banco azul, demostró una relevancia política menguante, con Sumar al borde de caber en un taxi, pese a los esfuerzos del desvergonzado Tezanos por inflar sus expectativas.
La idea de trabajar menos y cobrar lo mismo sonaba a bicoca, pero era un veneno para la productividad y el empleo, especialmente para pequeños empresarios y autónomos, ya asfixiados por los costes.
Díaz, cegada por la ideología y con un aire de Dinio en la noche, ignoró las consecuencias: menos competitividad y cierres de negocios.
Junts, tachado ahora de reaccionario, le dio la estocada al rechazar la propuesta, dejando a Yolanda con el pie cambiado y un discurso de impostada dignidad que no engañó a nadie.
Y aquí viene la guinda: la misma Díaz que presumía de un gobierno progresista con Junts como aliado, ahora los llama «reaccionarios» y jura no entregar «su país» al chantaje. ¡Vaya hipocresía! Forma parte de un Ejecutivo que se arrodilla ante Puigdemont, cediendo a sus exigencias, desde romper la Agencia Tributaria hasta privilegiar a Cataluña con un sistema fiscal propio, todo a costa de los españoles, que pagarán el pato con más impuestos.
Como dijo Tarradellas, en política todo vale menos el ridículo, y Yolanda lo bordó con sus invectivas contra Junts para justificar su batacazo. Mientras, Sánchez y su escudero Illa seguirán postrándose en Waterloo para aferrarse a la Moncloa, en una sumisión que roza lo infame.
Tiene el corazón podrido, la lengua envenenada y el cerebro fuera de cobertura.
Solo una persona así puede decir semejante atrocidad. Yolanda Díaz, ASCO. pic.twitter.com/wTyGFnq2g8
— Raúl Gallart (GIRAUTERS) 📲 (@RaulGallart80) September 12, 2025
Sánchez, Junts y la nueva aritmética parlamentaria
El revés sufrido por Díaz no se entiende sin analizar el contexto: Pedro Sánchez sigue enredado en la maraña de escándalos de corrupción que salpican al PSOE. El caso de los contratos amañados ha terminado de agotar la paciencia de muchos socios de investidura, y ahora, con la vicepresidenta segunda debilitada, el tablero político cambia de manos.
Los grandes beneficiados son los separatistas de Junts per Cataluña. Su posición se ha visto reforzada gracias a la torpeza de Díaz, que ha perdido el timón de las negociaciones parlamentarias. Los de Carles Puigdemont han olido sangre y no dudan en apretar las tuercas a un Sánchez obligado a pactar cada votación casi voto a voto. El PSOE, lejos de apagar el fuego, se ha limitado a señalar a Díaz como responsable del fiasco de la jornada laboral, lavándose las manos en público y en privado.
Por si fuera poco, el bloque de izquierdas alternativo –Sumar, Más Madrid, Compromís e Izquierda Unida– sigue viviendo su particular juego de tronos. La caída de Díaz en las encuestas y la ausencia de una figura de consenso han abierto la puerta a movimientos internos que, por ahora, no parecen capaces de enderezar el rumbo.
De esperanza a incógnita
El brillo que acompañó a Yolanda Díaz tras la aprobación de la reforma laboral en la pasada legislatura se ha desvanecido. Aquella imagen de líder capaz de reconstruir el espacio a la izquierda del PSOE ha dado paso a una figura desgastada, que renunció hace meses a liderar el Movimiento Sumar tras encadenar derrotas en Galicia, País Vasco, Cataluña y las europeas.
El episodio de la jornada laboral, lejos de ser una anécdota, marca un punto de inflexión. Por primera vez, en su entorno admiten que la recuperación de su aura de 2023 es una misión casi imposible. Su “nuevo laborismo”, la idea de abanderar una izquierda moderna y eficaz, ha quedado en suspenso. Y aunque insiste en que volverá a presentar la medida, pocos creen que tenga margen para remontar.
En la trastienda política, crecen las voces que reclaman una renovación en la candidatura y la búsqueda de otro liderazgo. Por el momento, sus socios evitan abrir el debate, pero el runrún es constante y el calendario electoral apremia.
¿Herida de muerte política?
A nadie se le escapa que, a partir de ahora, Yolanda Díaz no será quien marque los tiempos. Su capacidad de influencia dentro del Gobierno se ha reducido a la mínima expresión. De hecho, ha tenido que conformarse con mantener el control de los ministerios, su principal baza para repartir cargos y gestionar presupuestos, aunque ese poder se percibe cada vez más como prestado y no propio.
El PSOE, por su parte, juega la carta del desgaste y deja que los separatistas de Junts y los nacionalistas vascos tomen la iniciativa en las negociaciones. La debilidad de Díaz abre un nuevo ciclo donde la estabilidad parlamentaria dependerá más que nunca del favor de fuerzas que, como Junts, no ocultan su desprecio por el marco constitucional español.
- El espacio a la izquierda del PSOE sigue fragmentado y sin un liderazgo claro.
- Compromís y Más Madrid aprovechan la debilidad de Sumar para reivindicar mayor protagonismo en sus territorios.
- Podemos, enrocado en la crítica, se desmarca de cualquier estrategia de unidad y amenaza con romper los pocos puentes que quedan.
Una legislatura cuesta arriba
La legislatura, lejos de estabilizarse, encara una etapa de máxima volatilidad. El Gobierno de Sánchez, sostenido por una aritmética parlamentaria endiablada, deberá sortear cada semana el riesgo de quedarse en minoría. Sin el empuje de Yolanda Díaz y con la izquierda alternativa en pleno proceso de implosión, la agenda progresista se ve seriamente comprometida.
Por si fuera poco, la agenda social que pretendía abanderar Díaz queda en suspenso. La crisis de la vivienda, la desigualdad y la precariedad laboral siguen sin respuestas contundentes, mientras la vicepresidenta se ve obligada a sobrevivir en un entorno cada vez más hostil.
- En menos de dos años, Yolanda Díaz ha pasado de ser la política mejor valorada a convertirse en el blanco de las críticas de sus propios socios y del PSOE.
- La votación sobre la jornada laboral se saldó con 178 votos en contra, dejando a Sumar en la absoluta soledad parlamentaria.
- Los separatistas de Junts, a los que Díaz calificó en privado de “imprevisibles”, se han convertido ahora en árbitros de la legislatura.
- El espacio político que pretendía liderar Díaz es, hoy por hoy, un puzle imposible de encajar, con actores enfrentados por el control de la marca y los recursos.
