El Palacio de Vistalegre volvió a convertirse este fin de semana en el gran escenario político de Santiago Abascal. Ante cerca de 15.000 simpatizantes, el líder de Vox ofreció un discurso que combinó tono desafiante, apelaciones al sacrificio y duras acusaciones contra lo que definió como las “élites progres” y el “coro cobarde de la propaganda” de la izquierda.
El encendido mitin, enmarcado en el evento internacional Europa Viva 25 de la plataforma Patriots, estuvo marcado por referencias al asesinato del activista trumpista Charlie Kirk en Estados Unidos, que Abascal presentó como símbolo de una violencia política que, según él, “no es exclusiva de aquel país” y tiene su eco en España. “No nos matan por ser fascistas, nos llaman fascistas para matarnos”, sentenció ante una audiencia que coreaba consignas entre banderas nacionales y europeas.
Apelaciones emocionales y mensaje de resistencia
La intervención de Abascal alternó frases de carga épica con advertencias sobre lo que considera una ofensiva de la izquierda para “justificar asesinatos” y “culpar a las víctimas”. El líder de Vox evocó además la violencia terrorista de ETA y acusó al presidente Pedro Sánchez de mantener vínculos directos con quienes, en su opinión, aún forman parte del Ejecutivo.
“Ni su odio ni su poder lograrán detener a los patriotas”, proclamó, mientras aseguraba que cada insulto recibido de sus adversarios funciona como “medallas en el pecho” para su movimiento. El mensaje buscaba reforzar la cohesión de la militancia situando a Vox como alternativa real a un Partido Popular al que tildó de cómplice en la “traición” a los intereses nacionales.
Contra el bipartidismo y la inmigración
En su discurso, Abascal y otros dirigentes de Vox lanzaron dardos directos también al sistema de bipartidismo en España, al que calificaron de “falsario, corrupto y cobarde”. El llamamiento se centró en proyectar la idea de que Vox lidera “una reconquista” frente a unos partidos tradicionales supuestamente plegados a las élites.
Uno de los puntos más recurrentes volvió a ser la inmigración irregular, a la que representantes como Ignacio Garriga atribuyeron problemas de seguridad, “violaciones y atracos” recientes y lo que definieron como un “proceso de sustitución demográfica”. En esa línea, reclamaron expulsiones masivas, la prohibición del árabe en espacios públicos y una política migratoria de “mano dura”.
El tono fue igualmente duro con las ONG de rescate marítimo, a las que acusaron de colaborar con las mafias y propusieron incluso medidas punitivas extremas, como encarcelar a sus dirigentes o hundir embarcaciones utilizadas en misiones humanitarias.
Una estrategia de confrontación total
El acto de Vox en Vistalegre confirmó la apuesta del partido por un discurso sin concesiones, no sólo contra la izquierda y el Gobierno de Sánchez, sino también frente a las instituciones internacionales y a lo que denominan “élites globales”.
Abascal cerró su mitin advirtiendo que los próximos meses serán decisivos para “desalojar al socialismo del poder” y reclamando a sus seguidores perseverancia frente a la adversidad: “Nada nos va a parar”.
Con aforos prácticamente completos y el mensaje expandido hacia aliados europeos, Europa Viva 25 dejó clara la intención de Vox de internacionalizar su relato y consolidarse como eje de una derecha radical que se define a sí misma como movimiento de resistencia patriótica.
