EL ESCÁNDALO DE ACOSO DEJA A FERRAZ Y A LA MONCLOA SIN MARGEN DE MANIOBRA

El caso Salazar revienta el plan y la esperanza del PSOE para recuperar el voto de las mujeres

Las acusaciones de acoso sexual contra el exasesor desbaratan los intentos del PSOE por mejorar su imagen ante el electorado femenino, clave en 2023

El caso Salazar revienta el plan y la esperanza del PSOE para recuperar el voto de las mujeres
Paco Salazar. PD

El plan reventó en mil pedazos.

El escándalo generado por las denuncias de acoso sexual contra Francisco Salazar, exasesor del presidente Pedro Sánchez en la Moncloa, llega en un momento crítico para un partido que llevaba meses intentando reparar su imagen.

En Ferraz se creían a salvo tras los estragos provocados por el caso Ábalos, que reveló sus vínculos con prostitutas, así como por los fallos en las pulseras antimaltrato y las excarcelaciones de violadores debido a la aplicación de la ley del sólo sí es sí.

Sin embargo, la realidad ha demostrado ser mucho más obstinada que cualquier estrategia comunicativa.

Las trabajadoras de la Moncloa que denunciaron a Salazar hace cinco meses lo hicieron a través del canal interno del PSOE, esperando que la organización actuara con firmeza. Lo que encontraron fue un silencio abrumador. Casi medio año pasó sin que nadie se acercara a ellas para escuchar sus relatos.

El partido que se presenta como abanderado del feminismo en España no logró ni siquiera confirmar la recepción de sus escritos. La indignación, contenida durante tanto tiempo, ha estallado esta semana como un volcán fuera de control.

Las federaciones se sublevan contra la dirección

La reunión urgente convocada por la secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, el miércoles por la noche mediante videollamada fue un intento fallido de contener daños, poniendo al descubierto la gravedad de la crisis interna. Las responsables de Igualdad de las federaciones y portavoces de los parlamentos autonómicos rápidamente señalaron con el dedo a dos figuras clave en la dirección: María Jesús Montero y Rebeca Torró.

Según relatos que circulan entre las bases del partido, ambas habrían desempeñado un papel fundamental al frenar las investigaciones y proteger al exasesor durante estos meses de inacción.

El reproche es contundente y afecta al mismo núcleo del dilema del PSOE. Un alto cargo andaluz lo expresó con claridad: «Esto no se puede dar por zanjado como si no hubiera sucedido nada. Queremos saber qué ha ocurrido, qué se hizo y hasta dónde estamos dispuestos a llegar en este asunto que mancha las siglas de un partido que se jacta de defender el feminismo». Esta frase resume el conflicto: un partido cuya identidad política descansa en los derechos de las mujeres se ve atrapado en una contradicción que erosiona su credibilidad a pasos agigantados.

Un patrón de comportamiento que ofende

Los testimonios de las denunciantes revelan un panorama de acoso sistemático que trasciende comentarios inapropiados. Salazar practicaba lo que podría denominarse acoso performativo, teatralizado, diseñado para humillar y establecer dominación sobre sus subordinadas. «Salía del baño que tenía en su despacho a medio vestir y no se subía la cremallera hasta estar cerca de tu cara», relata una de las afectadas. Otra describe cómo «escenificó un día en medio del despacho una felación con todo lujo de detalles sin venir a cuento» mientras que «en privado sobrepasaba otras líneas».

El repertorio de comportamientos incluye acoso verbal constante. «Llegaba por la mañana y te decía lo bien que te quedaba ese pantalón o te pedía que le enseñaras el escote», añade otra trabajadora. Las denuncias hablan de un «ambiente laboral irrespirable», caracterizado por miedo y una atmósfera tóxica donde el lenguaje «hipersexualizado» era habitual. Una denunciante escribió: «Su comportamiento destilaba misoginia y baboseo en cada comentario disfrazado de broma». Con estos hechos sobre la mesa, el PSOE ha quedado prácticamente indefendible.

El timing perfecto de la bomba política

Lo que hace aún más explosivo este caso es el momento preciso en que salió a la luz. A finales de julio de este año, justo cuando Salazar estaba a punto de ser nombrado adjunto a la Secretaría de Organización del PSOE, un cargo significativo dentro del núcleo duro del partido, las denuncias fueron publicadas por elDiario.es. Aunque ese nombramiento nunca se concretó, no fue decisión del partido socialista; fue el propio Salazar quien pidió ser apartado tanto de sus funciones en la Comisión Ejecutiva Federal como de su puesto como asesor presidencial en Moncloa.

Desde entonces, el partido ha intentado mantener una ilusión controlada sobre la situación. Sin embargo, los hechos cuentan una historia diferente. Las denuncias desaparecieron del sistema informático del PSOE entre finales de octubre y principios de noviembre sin una explicación razonable. La dirección socialista alegó un «fallo informático», una «acción automatizada del propio sistema para proteger datos personales». Luego, cuando se supo que Salazar había solicitado su baja como militante justo después del registro realizado por la UCO en el Ayuntamiento de Dos Hermanas, desde Ferraz sugirieron que ya no tenía sentido continuar con la investigación. Tuvieron que rectificar públicamente después de que la portavoz, Montse Mínguez, aclarase que el procedimiento seguía abierto.

El voto femenino, el muro que se desmorona

El verdadero problema para el PSOE no es administrativo ni procesal; es electoral. El voto femenino fue determinante para la victoria de Pedro Sánchez en 2023. Con un respaldo del 64% entre las mujeres, los socialistas ganaron por poco y lograron mantener al presidente en Moncloa. El mensaje era claro: votar por Sánchez era votar contra los retrocesos representados por una posible coalición entre PP y Vox para los derechos femeninos.

Desde entonces, ese electorado ha vivido decepciones consecutivas. Las excarcelaciones de violadores debido a la aplicación errónea de la ley del sólo sí es sí, los fallos en las pulseras antimaltrato incapaces de ofrecer seguridad adecuada y escándalos relacionados con corrupción sexual como el caso Ábalos han sembrado desconfianza. Y ahora esto: un exasesor acosando a trabajadoras mientras el partido tardaba meses en reaccionar.

Los últimos sondeos indican una erosión del apoyo femenino al PSOE cercana a dos puntos y medio. Puede parecer poco numéricamente hablando, pero esos puntos son cruciales cuando se trata de márgenes ajustados; pueden marcar la diferencia entre gobernar o quedar relegados a la oposición. Las mujeres feministas que votaron por Sánchez sienten haberse visto traicionadas; razones tienen más que suficientes.

La hipocresía en toda su dimensión

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, tardó en pronunciarse pero cuando lo hizo calificó los comentarios realizados por Salazar como «asquerosos y deleznables». Pidió al PSOE ser «mucho más rigurosos» al seleccionar cargos orgánicos. La ironía radica en que Salazar no era un cargo menor; era uno cercano a Pedro Sánchez, alguien con acceso libre por los pasillosde Moncloa. Esto no responde a un fallo puntual sino a un fracaso sistémico dentro del partido.

Más desconcertante aún es lo ocurrido con la ministra portavoz Pilar Alegría. A pesar de las investigaciones abiertas contra Salazar, mantuvo recientemente un almuerzo con él cuyos detalles fueron capturados en fotografías. Cuando le preguntaron sobre esto, lo justificó como un «encuentro personal» basado en una amistad previa. Tanto desde Ferraz como desde Moncloa, respaldaron esta versión sin cuestionamientos adicionales. Es difícil imaginar un mensaje más desafortunado para las denunciantes: el partido sigue manteniendo relaciones normales con quien las acosó.

El malestar que recorre las entrañas del partido

La secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, reconoció públicamente este martes no haber actuado con la «diligencia» necesaria ante esta situación tan grave y pidió perdón a las afectadas; sin embargo, estas palabras llegan tarde cuando ya están causados los daños irreparables. Un dirigente socialista expresó con crudeza: «Este asunto nos afecta tanto como si uno nuestros líderes entrara a prisión porque va directamente al corazón mismo del electorado progresista femenino, quienes nos dieron gran parte victoria electoral 2023».

Las federaciones socialistas están indignadas; esa rabia recorre cada rincón del partido cual reguero pólvora amenazando convertirse en un incendio político fuera del control federal. Cada paso dado desde Ferraz para intentar calmar esta tormenta solo parece avivarla más aún; prometer concluir pronto una investigación tras cinco meses sin respuestas suena vacío e insatisfactorio.

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