Las relaciones entre La Moncloa y la Casa Real están rotas. Han sido numerosos los incidentes que en público se han producido desde que Pedro Sánchez accediera a la presidencia del Gobierno. Las malas relaciones han empeorado desde que Podemos forma parte del Consejo de Ministros.
En Zarzuela saben que el Rey Felipe VI, la Corona y nuestra monarquía parlamentaria están en peligro con un Ejecutivo socialista-comunista como el actual y actúan con pie de plomo en lo institucional mientras que de puertas para adentro de Palacio todas las alarmas están encendidas: nada más y nada menos que el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, no solo es republicano sino que es un declarado ‘anti felipista’.
Pese a que Zarzuela ha exigido prudencia en los gestos, comportamientos o declaraciones de los miembros de la Familia Real, lo cierto es que la tensión entre Gobierno y Corona ha llegado a tal extremo que ha explotado por el lado más débil (en lo temperamental) y se ha hecho evidente en público.
Ocurría este pasado 4 de junio en Madrid. Los Reyes Felipe y Letizia giraban visita a la Biblioteca Nacional. Los monarcas tenían previsto presidir la primera reunión telemática, tras la crisis de la Covid-19, de la Comisión Permanente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional de España y con ese fin se desplazaron hasta el madrileño Paseo de Recoletos.
La comitiva Real llegaba unos minutos tarde y en las escaleras de la institución aguardaban en pie el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, la subsecretaria de Cultura y Deporte, Andrea Gavela, la presidenta del Real Patronato, Soledad Puértolas y la directora de la Biblioteca, Ana Santos Aramburo.
Tal y como pudo comprobar Periodista Digital, Don Felipe fue el primero en saludar a las autoridades allí congregadas y, de forma incomprensible, Doña Letizia permanecía unos segundos de más en el interior del coche oficial. Unos segundos ‘eternos’ que provocaban una mirada de sorpresa del propio Rey Felipe, que parecía no entender cómo su esposa había demorado tanto el paso.
El Rey Felipe ya no podía disimular el enfado con el comportamiento de la Reina e incluso le hizo un gesto de reprobación, pero lo peor estaba por venir: Doña Letizia pasaba por delante del ministro de Cultura y le negaba el saludo, tanto que dejaba al socialista con la palabra en la boca mientras ella se apresuraba a saludar a una estupefacta directora de la Biblioteca.
Por su parte, el ministro no podía ocultar su sorpresa y se sentía «humillado». El ‘feo’ de Doña Letizia no pasaba desapercibido en el Ejecutivo. Según han afirmado a Periodista Digital fuentes próximas al Gobierno “el incidente es únicamente una provocación más a Pedro Sánchez”, sin especificar más detalles sobre esta valoración.
Lo cierto es que la tensión es creciente entre Moncloa y Zarzuela.
