Consuelo Sánchez-Vicente – Liberados todos


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Cándido Méndez parece que va para secretario general vitalicio de la UGT, dicho sea con todo el ánimo de señalar por mi parte. ¡Quinto mandato democrático seguido, y con más votos que nunca! Están en su derecho claro, los ugetistas, de volver (y volver y volver) a votarle y él de optar a la reeeeeeeeeeeelección, pero lo que muchos pensamos sobre los efectos perversos de la eternización en los cargos de los dirigentes políticos, yo creo que vale exactamente igual para los dirigentes sindicales. El aire viciado que irremediablemente se adueña de las habitaciones sin ventilar no ayuda a la calidad de la democracia sino a la molicie de los demócratas.

Con el empleo en el 15 por ciento y cayendo en nuestro país, en personas y en puestos de trabajo, en parados y en destrucción de empleo, a más del doble que la media de los países de nuestros entorno europeo según los recientes datos del INEM, el Banco de España augurando que de seguir así llegaremos a un 19 por ciento de parados este año y un 20 el que viene, y un paro juvenil de un 31 por cien que en solo un año, el último, ha aumentado en once terroríficos puntos cuando en la UE no llega al 18 según los datos también recientes de EUROSTAT, el líder sindicalista Méndez sigue sin decidirse a llamar a las cosas por su nombre y pedirle cuentas a quien debe, o sea, al presidente del Gobierno, que es quien tiene que rendirlas porque es el que marca la política que hace todo su Gobierno y, por supuesto, el vicepresidente Solbes.

Obligado, digo yo que por vergüenza torera -o tal vez para que los parados por la calle no le tiren tomates-, a dedicarle al menos una colleja en el discurso de su quinta clausura triunfal a la inacción del gobierno ante el paro, el ugetista Méndez ha optado por el recurso fácil de disparar contra el pianista. Aunque eso sí, guardando la «equidistancia», para lo que tuvo que meter con calzador en el saco de los reproches a Solbes, al PP con el «argumento» de que la oposición también es responsable del fiasco porque, aunque es oposición en el Estado, gobierna en algunas autonomías. ¡Toma del frasco!. «Asiente, lo asume, pero no dice nada más», de lo que podríamos deducir que el vicepresidente económico «se conforma con señalar que hasta aquí llegó la riada, y no puede ser», sentencio Méndez.

No aclaró qué es lo que no puede ser, claro, ni qué es lo que él y sus «liberados» piensan hacer para que sea de otra manera, ni en qué consiste esa otra manera: qué demonios es lo que en su opinión y la de UGT hay que hacer. Con carita como de penoso deber cumplido, como pidiendo perdón por el atrevimiento. Y lo peor: entre los aplausos de los suyos. ¿Por qué, de qué, cuál es el chiste, la gracia? ¿Para qué nos sirven estos «liberados»?

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