MADRID, 14 (OTR/PRESS)
Ha empezado la cuenta atrás. Aunque faltan dos meses para las elecciones europeas, los partidos políticos engrasan sus maquinarias y aprietan el acelerador para una cita con las urnas en las que todos se la juegan. Lo de menos es elegir a nuestros representantes en Europa y lo de más es que esa cita con las urnas del 7 de Junio se convierta en un hecho decisivo para ver su fortaleza de cara a las elecciones generales. El final de las vacaciones de Semana Santa viene marcado por una hiperactividad tanto de Zapatero como de Rajoy.
A partir de ahora, los dos se la juegan y cualquier traspiés puede ser fundamental para inclinar la balanza en uno u otro sentido. De entrada, los nombramientos de los nuevos ministros no han sido recibidos con entusiasmo, ni en los ambientes económicos ni en los sociales o culturales, por lo que en el seno de los socialistas ya es un secreto a voces que su líder se ha equivocado en la forma y en el fondo al plantear la crisis. Su precipitación ha dado lugar a que en esta semana, en la que la vida cotidiana vuelve a la normalidad, el gobierno ya parezca antiguo, entre otras cosas, por la sobre exposición mediática a la que se han sometido los nuevos ministros.
En cuanto a Rajoy, después del subidón por los resultados electorales en Galicia, necesita otra victoria en las europeas para demostrar a los suyos que su liderazgo funciona y no ha sido solo flor de un día. El líder de los populares está contento y ni puede ni quiere ocultarlo. Ha conseguido apaciguar las turbulentas aguas de su partido, ha crecido en liderazgo y los errores de Zapatero le han dado un plus de credibilidad, El problema es que con tanta alegría caiga en la tentación de morir de éxito y el éxito, como muy bien sabe, solo se consigue tras salir victorioso en las elecciones. Ese es su reto.