Rosa Villacastín – El Abanico – La privacidad de los Príncipes de Asturias.


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

En su ya habitual audiencia de los Príncipes de Asturias con la Junta directiva de Periodistas Gráficos que preside Roberto Cerecedo, éstos tuvieron una ocasión de oro de poder charlar con Don Felipe y Doña Letizia, no sólo de los problemas que aquejan a la profesión periodística, que son muchos y de difícil solución.

Con la franqueza que la caracteriza cuando se siente en terreno amigo, la Princesa aprovechó la oportunidad que le brindaron los periodistas para pedirles que les dejaran disfrutar un poquito, sólo un poquito de su vida privada, puesto que el 90 por ciento de la suya y la de su familia transcurre a la luz del día, frente a los focos, sin que puedan o quieran hacer nada por evitarlo, toda vez que saben que esa exposición forma parte de su trabajo cotidiano y de sus obligaciones.

Imagino la cara de algunos de los presentes en el acto, su sorpresa porque esas palabras las pronuncie una persona que durante años ha ejercido el periodismo, por más que ahora se encuentre al otro lado de la barrera. Quizá intuyendo lo que pensaban es por lo que Doña Letizia les matizó que eso que piensa ahora no lo pensaba cuando ejercía el periodismo.

Después de reflexionar sobre las palabras de Doña Letizia, la pregunta que me hago es si verdaderamente los Príncipes, al igual que el resto de los miembros de la Familia Real, tienen derecho a una vida privada. La respuesta es, si pero* Me explico, nada impide que los Príncipes se vayan a las Bahamas de vacaciones, cómo tampoco que un paparazzi les haga fotos durante su estancia en ese u otro lugar, siempre que éste sea público y no privado. Ocurrió con el viaje de novios de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, cuando un periodista, alertado por una «garganta profunda» se presentó donde estaban y les hizo fotos hasta del carnet de identidad, con gran enfado de la pareja y de los servicios de la Zarzuela. Y ha ocurrido en otras muchas ocasiones, sin que hayan podido evitar su publicación, porque la política de la Casa Real es no entrar en pleitos, por nada de lo que se diga en los medios.

En el caso de los Príncipes, creo sinceramente que se respeta mucho su intimidad -no tanto la de la familia Ortiz Rocasolano-, lo que no pueden evitar es el interés por todo lo que hace o dice la pareja, toda vez que la Princesa se ha convertido en un icono de la moda. Ahora bien, si Doña Leticia sale de compras con su madre por el centro de Madrid, es difícil que pasen desapercibidas, o que alguien, un transeúnte cualquiera no les haga una o varias instantáneas que, con total seguridad terminaran en las páginas de algún periódico o revista.

Acabar con esa practica, hoy por hoy, es imposible. No se puede controlar a los millones de ciudadanos convertidos en grandes hermanos, para quiénes hacer una foto de cualquiera de los miembros de la Familia Real, es un entretenimiento o una forma fácil de sacarse un dinerillo. De manera que lo mejor que puede hacer Letizia es cuidar sus salidas privadas, que lo hace y muy bien, o escuchar los consejos de Carla Bruni, cuando se encuentre con la primera dama francesa en Madrid, una experta en camuflaje y en burlar a los periodistas.

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