Charo Zarzalejos – La dignidad y los resultados


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

A un tris ha estado el Presidente de decir que lo ocurrido en pasado 7-J ha sido una dulce derrota para los socialistas. Habló de resultados «dignos» y es verdad. No hay resultado indigno en sí mismo. Dignas son las ideas y dignos son los electores. Los resultados son buenos o malos y los resultados del PSOE no han sido unos buenos resultados. Se pongan como se pongan, no han sido buenos.

Han sido resultados de unas elecciones que no son generales, de ahí que el Gobierno mantenga toda su legitimidad para seguir gobernando y el Presidente para continuar presidiéndolo. Lo que ocurre es que ya no es lo mismo. Afirma Leire Pajín que si los ciudadanos hubieran querido un cambio de ciclo hubieran ido a votar en masa. El argumento se puede emplear también en sentido contrario. Si el Gobierno, el PSOE y su secretario general hubieran generado entusiasmo, salieran los que salieran a votar se hubieran volcado a favor del Gobierno, del PSOE y de su secretario general.

Al Presidente le ha costado hablar. Los suyos, más que nadie, estaban esperando sus palabras y son muchos los que hoy se sienten decepcionados. «Una cosa es ser optimista y otra hacer creer que no ha pasado nada». Claro que pasa. Pasa en Madrid, en donde la distancia con el PP se agiganta y Tomás Gómez parece no haber perdido pie. Ocurre en Valencia y Murcia, en donde el PSOE ya no sabe qué hacer con su cuerpo. Y ocurre en Cataluña, en donde de manera injusta se atribuye el bajonazo a Zapatero. Si ahora el bajonazo es suyo, los triunfos anteriores también se le deben apuntar al haber del Presidente. En Andalucía, el PP recorta distancias y es el País Vasco en donde obtiene unos muy buenos resultados. Justo en donde la campaña ha pasado de puntillas y justo en donde los socialistas están en otras cosas.

El Presidente y el PSOE tienen tiempo de aquí a las generales de ir ganando terreno, pero también de perderlo. Y lo perderán si no hacen un ejercicio de cierta humildad, si no cuidan sus palabras _la política es también la palabra–, si no buscan de manera sincera el acuerdo con los demás.

De manera tímida, se comienzan a ir voces dentro del socialismo. En Burgos por el más que probable cierre de Garoña y en Murcia por el famoso trasvase Tajo-Segura. Y ello sin olvidar el acuerdo de financiación con Cataluña, que debe estar resuelto en el plazo de un mes. Muchos frentes abiertos para quien durante cinco años ha caminado sobre las olas.

Rajoy está atento a los movimientos del Gobierno. Ha dejado para otros el tema electoral, ha rebajado los entusiasmos y no ha escuchado a los que le piden «caña, más caña». El Presidente del PP quiere medir los tiempos, de ahí que no vaya a presentar moción de censura y quiere sobre todo que nadie se confíe porque «todavía queda mucha carrera».

Si Zapatero va a hacer valer los once millones de votos _son muchos votos- que recibió hace apenas un año, Rajoy quiere reivindicar el partido surgido de Valencia en el que, para asombro de muchos, los entonces críticos hoy han dejado de serlo o al menos eso dicen. El peor error que podría cometer el PP sería manosear sus diferencias internas. Sería un suicidio político del mismo calibre que creer que ya están a un paso de conseguir La Moncloa.

Para todos, para el Presidente y para Rajoy, queda mucha carrera por delante. Como eran elecciones europeas, el Presidente continúa en la bancada azul y Rajoy en la roja de la Oposición. Para ambos los resultados han sido dignos porque dignos son sus votantes pero para ninguno de los dos el 7-J ha resultado indiferente.

Charo Zarzalejos

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