Al margen – Aprendan los británicos de nosotros


MADRID, 6 (OTR/PRESS)

Los británicos podrían aprender de nosotros: se puede ir a votar sobre lo mismo varias veces. Horrorizados por el resultado de la última vez que se acercaron a las urnas por lo del Brexit, no saben qué hacer para enmendar el entuerto, pues su admirable sujeción al fundamento de la democracia, que no es otro que el del respeto a los resultados precisamente, les fuerza a creer que no les queda otra que aguantarse, soltar las amarras que mantienen su isla fondeada junto a Europa y encomendarse al Señor. Uno, que aprecia a los súbditos de Su Majestad, no tiene inconveniente en ofrecerles una salida no sólo ajustada a la democracia, sino doblemente democrática: repetir el referéndum del Brexit. Es decir; convocar otro.
Si un referéndum es una cosa democrática a más no poder, dos son la leche. Sobre todo si, como es el caso, el segundo viene a reparar los estropicios del primero, que ya se dejan sentir en la vida ordinaria de las personas. Quienes votaron por la permanencia en la UE, casi la mitad de la población, están espeluznados, pero buena parte de los que votaron salirse, también, y totalmente arrepentidos. La circunstancia de que quienes les comieron el tarro a base de xenofobia, egoísmo y nostalgia imperial, ese Farage al que nadie en su sano juicio compraría un coche de segunda mano, ese ex-alcalde de Londres de escalofriante parecido físico con Donald Trump, o ese Cameron que montó sin necesidad alguna el aquelarre, hayan abandonado la nave tras agujerear a conciencia el casco, les hace arrepentirse más todavía, pues seguir a las órdenes del Capitán Araña aun después de que haya huido dejándoles con el marrón, se les antoja insoportable.
Aprendan de nosotros, siquiera esta vez: llevamos dos elecciones generales, que son como un referéndum pero con más casillas, vamos camino de las terceras, y aquí no ha pasado nada, o, cuando menos, no ha pasado lo peor: que el PP volviera a sacar mayoría absoluta o que ganara Podemos. Convoquen los británicos, pues, una nueva consulta, o antes una previa preguntando si la convocan, y despierten en buena hora de la pesadilla. La democracia quedará a salvo, y ellos también.

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