Fermín Bocos – La izquierda desnortada


MADRID, (OTR/PRESS)

«Se puede morir de éxito». Aquella ironía de Felipe González está resultando profética. En España, en términos históricos, lleva camino de cumplirse en relación con el PSOE y fuera, también con la mayoría de los partidos socialdemócratas que durante tantos años han gobernado en los principales países de la Unión Europea.
El caso de Francia es revelador. Allí el Partido Socialista pese a que todavía gobierna en la República está desaparecido de la encuestas que anticipan lo que puede pasar en las elecciones presidenciales (23 de abril/ 7 de mayo). Nadie duda de que será la derecha conservadora (François Fillon) y la extrema derecha (Marine Le Pen) quienes disputarán en segunda vuelta por la llave del Elíseo. El socialismo francés atraviesa por una etapa de desconcierto. El repudio por parte de sus votantes tradicionales es la respuesta a las políticas económicas neoliberales impuestas durante el mandato presidencial de François Hollande y de quien fuera su primer ministro Manuel Valls.
Sabido que aunque con cierto retraso lo que pasa en Francia acaba pasando en España, tengo para mí que el desconcierto que aqueja al PSOE hunde sus raíces en el desencanto que provoca la socialdemocracia trufada de recetas neoliberales. Las medidas de austeridad impuestas por el PP han empobrecido a las clases medias españolas ,pero la gente tiene memoria y no olvida que los primeros recortes los llevó a cabo el Gobierno Zapatero.
La pérdida de confianza en los gobernantes socialistas y la apuesta de una parte importante de los votantes de izquierdas a favor de Podemos no es un hecho coyuntural. Obedece a causas más profundas. Por buscar una metáfora en el mundo de la arquitectura podríamos hablar de «fatiga del metal». La socialdemocracia que junto con la democracia cristiana formaron los pilares de la Europa de la postguerra cumplieron un ciclo. Pero mientras las derechas han sabido retener a su electorado, el socialismo democrático lo está perdiendo. Aquí, en Francia, en el Reino Unido y en Alemania.
Lo más desconcertante de este proceso de decadencia es que en el caso de España el desencanto de quienes antes votaban al PSOE les haya llevado a apostar por fórmulas de democracia populista. Lo que equivale a decir que encaran el siglo XXI con algunas de las ideas que arruinaron la primera mitad del siglo XX.

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