Ramón Pérez-Maura

Es inútil: no aprenden

Al Congreso ya irán los dos sectores que mejor se amoldan a la incompatibilidad: los que no valen para nada y los que son ricos

Es inútil: no aprenden
Ramón Pérez Maura. PD

SOSTENELLA y no enmendalla. No hay forma de regular adecuadamente las actividades paralelas de los miembros de las Cortes Generales.

El jueves el PSOE obligó a retirar del pleno del Congreso de los Diputados el dictamen de la Comisión del Estatuto de los Diputados sobre la declaración de actividades.

El Partido Socialista se niega a que los aproximadamente 40 diputados que han pedido poder realizar alguna actividad profesional en paralelo con su condición de representantes populares reciban permiso para ello.

En España las cosas no pueden ir bien mientras se siga proclamando que ganar dinero es malo.

No hablo de ganancias ilegales ni mucho menos delictivas. Hablo de ganar dinero de forma perfectamente regulada, en actividades declaradas, y pagando los impuestos con los que después hay que financiar tantos despilfarros promovidos por esos mismos diputados que se ponen ahora tan estupendos.

Las estadísticas no engañan. Los diputados españoles son casi los peor pagados de la UE. Cobran aproximadamente la décima parte de lo que gana un diputado italiano. Y cualquier insinuación de subir su retribución por encima del IPC desencadena un terremoto.

Yo no discuto que nuestros diputados están bien remunerados en comparación con un digno maestro de escuela. Por supuesto que sí. Pero es inverosímil que un diputado a tiempo completo gane menos que una abogada penalista con tres años de experiencia y empleada en uno de los grandes bufetes de abogados de Madrid.

Pedir a esa abogada que abandone la práctica del derecho -y la legítima aspiración de mejora económica- implica un sacrificio para ella y para su familia: para los hijos que pueda mantener con su marido. Pero no.

El PSOE prefiere que la abogada siga su carrera profesional ganando mucho dinero, que al Congreso de los Diputados ya irán los dos sectores que mejor se amoldan a la incompatibilidad: los que no valen para nada y los que son ricos y pueden permitirse vivir igual sin depender de un sueldo. Y creo que convendremos que eso no es una representación muy completa de la sociedad española.

Ser elegido representante de todos los españoles -lo que es cada uno de los 350 diputados del Congreso- debería ser, además de un honor, un premio. Pero en realidad se convierte en una carga.

Después se sorprenden de que haya personas que caigan en nefasta tentación. Contra esas debilidades hay que estar formado para ser fuerte, por supuesto. Pero tampoco está de menos que se te ayude un poco reconociendo pecuniariamente tu condición de representante de la voluntad popular.

Admito que no dejo de ser escéptico sobre la verdadera utilidad de este tipo de reglamentos. Tenemos alguna experiencia demoledora.

En legislaturas anteriores hemos visto cómo la Comisión del Estatuto ha dado por unanimidad permiso a diputados para poder realizar actividades de consultoría en paralelo y después hemos presenciado cómo esos mismos partidos han masacrado a personas a las que ningún juez ha condenado hasta ahora.

No diré yo que me alegraría que Pablo Iglesias tenga permiso para cobrar de la República Islámica del Irán para poder volver a defender desde su emisora «Hispantv» todo lo que no se puede hacer en Irán.

Pero estoy dispuesto a tragármelo. Incluso a los marxistas leninistas les gusta el buen vivir. Y los que le escuchen predicar desde ese minarete ya son, en cualquier caso, de su rebaño.

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