Santiago López Castillo

Un peligro llamado Sánchez

Un peligro llamado Sánchez
Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. PD

Dicen que de niño se meaba en la cama al grito de mamá, pre-si-den-te. Era un meón con chupete y tarjeta black. Se le transfiguraba la cara y en vez de venir el coco llegaba Rajoy con un muñeco de la Gürtel. Luego empezó a diseñar su futuro y Franco le dio dos carreras, qué malo era el general. Cuentan que estuvo a punto de cortarse la derecha, ese miembro que le ha hecho codearse con patrocinadores bancarios -no en balde fue consejero de Caja Madrid, black is black, cantaban los Bravos-, también pasando la gorra que ahora los modernos llaman fundraising.

Asimismo, fue sombrado sobresaliente cum laude en la cátedra de Rodríguez Zapatero, una de las lumbreras más preclaras del socialismo imperante. Y así hasta llegar a empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés.

Sánchez, además, miente más que habla. Su frase favorita es «hay que echar a Rajoy». Y por ende a la derecha entera, la que dio de comer a Blesa y a tu hermano el armónico; el que toca el armonio en la orquesta de Extremadura en un nepotismo vergonzante que protagonizó Fernández Vara para congraciarse con el ínclito Sánchez tras haber puesto a parir al vanidoso socialista, no es no y tiro porque me toca. Pero nunca le toca a su mujer que es, según me cuentan, una empresaria modélica mas no con sus empleados, haciendo bueno el adagio de «todo queda en casa».

A este loco de la colina, sucedáneo de aquel pirado de TVE Andalucía de los años ochenta, la progresía por un pedo, con aquel Jesús Quintero poniendo asá la mano tonta y la palabra, sa, sa, entrevistando al rogelío en RNE, y luego decían que mandaba la UCD (toda la vida de Dios en RTVE mandaron Comisiones y UGT y los partidos de izquierda). Servidor -por aquellas fechas- dirigía y presentaba el telediario de la noche, el informativo con más audiencia de la cadena pública. Claro que un tal Sotillos dirigía la radio estatal y Felipe González le nombró portavoz del Gobierno del puño y la rosa. Hoy, su hijo, un abonado a las tertulias para no pegar ni golpe critica el franquismo y su padre su profeta. Siempre me decía mi padre, que nunca estuvo en la política y sí a tiro de gracia del gatillo comunista (lo recordará Gregorio Marañón Moya, hijo del científico y pensador); me decía mi padre que el arma más poderosa de la izquierda, o sea, el frente popular, era la mentira.

Se hace escarnio porque el canciller español en Washington hace un ceceo andaluz, so hijo puta, y se le cesa o se le da por culo a este modesto comentarista al que se le persiguió a muerte cuando dijo en plan irónico que Leire Pajín -novia de ZP en los tiempos de León, publicados y nunca desmentidos- era «morritos» Jagger. Ante aquella atrocidad, el director de Tele-Madrid dijo que se había cometido la mayor barbaridad periodística de los últimos tiempos. Sólo se tiene bula si eres gay, lesbiana y de izquierdas.

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