ANÁLISIS

Santiago López Castillo: «El Rey Midas»

Santiago López Castillo: "El Rey Midas"
Pedro Sánchez amenazando en el Congreso a Casado con romper relaciones EFE

Yo sólo lo había visto en cromos. Pero ahora que me fijo lo tengo hasta en la sopa, bendita la locutora Rosa Mª Mateo, nunca periodista. Llega a la Habana, guantanamera, con todo su boato, luciendo una begoña en el ojal, quiero decir su esposa, la bien pagá, ríase usted de las monarquías nórdicas. El rey de Frigia (790 a. C.) convierte en oro todo lo que toca. Los cubanitos -y no digamos las cubanitas, también conocidas por jineteras- ven en él un espejo mágico de los de la conquista de América. No dice lo de dejadme solo porque es expresión hispana aborrecible y sólo la usó cuando fue a probar a Arturo Fernández estando de empleado en la plata de caballeros de El Corte Inglés.

Todo lo consigue. También podría haber ejercido el papel de «conseguidor», que tuvo hueco en el «Un, dos, tres» de Chicho. Y en la Moncloa, diga usted que también. Cada ocurrencia de este palaciego por la puerta falsa es coreada por su cohorte de ministrillos a cual más alta voz y más asuntos turbios. Sin solucionar nada, su «aparato» de presidencia vende hasta crecepelos en Gibraltar. Sánchez lo tiene controlado. Los monos le aclaman; los contrabandistas, ídem de lienzo, y si hay algún plan de Rajoy, es cosa mía, se da dos puñetazos en los pectorales y a tomar por culo, corruptos del PP.

– ¿Se refiere usted a los Eres de Andalucía?

Nadie le osa, ni la estrella menor. El Brexit no se toca; Castiella, Martín Artajo, López Bravo, Oreja, Moratinos… Cuatro chalados con sus locos cacharros. Sánchez no se considera jefe del ejecutivo sino jefe de Estado, como le sucedió el día de la Independencia en que le traicionó el subconsciente en el Palacio de Oriente: «L’Etat c’est moi». El rey era él. Por más que el protocolo de la Zarzuela tratara de tamizar su soberbia equiparándose con la Casa Real.

Es tan estadista que nadie le va a sacar de su situación de okupa. Ni con aceite hirviendo, como tantas veces he dicho. Su proyecto es destruir España y su cobardía la demuestra no apoyando a Borrell, más falso que la falsa moneda, al que los independentistas catalanes aborrecen por fas o por nefas, no sé si me entienden, tal vez Marlaska, el justiciero, colega de la reprobada ministra de Justicia, la tal Delgado, reprobada por la tercera vía, y amiga del prevaricador Garzón. ¡Pandilla!

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