Madrid devuelve la dignidad a la derecha

Aunque muchos sigan apesadumbrados por todo lo que se nos viene encima tras el FRAUDE ELECTORAL del 28-A, silenciado por la totalidad de la prensa oficialista, yo quiero mostrar la euforia que me acaba de llegar envuelta en papel de regalo. No lo esperaba. Quizá porque, en el fondo, pensaba que intentarían repetir la jugada del algoritmo y los múltiplos –con alguna variante— que tanto está rentabilizando esta izquierda hambrienta de poder, dispuesta a todo; esta izquierda que tiene más poder que votos, lo cual no es óbice para que el mapa se tiña de rojo, de rojo sangre como la derramada en Paracuellos y en tantas partes donde la persecución y el odio les hizo apretar el gatillo.

El domingo amaneció con más pena que gloria. Todo estaba perdido, según la maquinaria tezanista, engrasada por los veinte mil medios de comunicación apesebrados, más todos los chiringuitos de censura encargados de suspender webs, blogs y redes sociales y todo canal de comunicación de los disidentes, de la resistencia. La derecha estaba en estado de cuasi shock, como se queda siempre que le roban las elecciones, sin capacidad de reacción. Por eso, algunos optaron por quedar lamiéndose las heridas esperando la derrota, en lugar de acudir a batirse en el frente.

Tras la sorpresa en las generales, eran muchos los datos que apuntaban a una nueva “victoria” de la izquierda. Que Sánchez utilizara un Falcon aún mayor para hacer su campaña electoral o que pusiera a Batet como presidente del Congreso era señal inequívoca de que no tenía nada que perder, porque lo tenía todo ganado. España tragaba con todo, con los golpistas, los indultos, los proetarras, el despilfarro, la mentira y todo lo demás. Por otro lado, refiriéndome a Madrid, los candidatos del centro derecha no habían tenido demasiadas oportunidades de prodigarse, con la particularidad de haber sido maltratados y sus mensajes tergiversados, cuando no ridiculizados. Hubo incluso maltrato “de género”. Recuérdese el escrache por parte de un grupo de muertos de hambre contra Villacís a punto de dar a luz, y contra VOX a todas horas y en todas partes.

El discurrir del escrutinio de ayer prueba el fraude de las pasadas generales. Al inicio del conteo y basándose en las encuestas a pie de urna y los tracking de la última semana, se vislumbraba ganador al bloque de la izquierda. Algunos, para no sufrir, se fueron a dormir sin esperar al final. La derecha quedaba hundida sin posibilidades. Se especulaba ya con el futuro de Casado, la refundación de la derecha y un montón de matices que se quedaron en un mero “hablar por hablar” con el giro que, poco a poco, fueron dando los marcadores, augurando esperanzas para la derecha, que nos mantuvieron en vilo hasta casi el final del partido. Al final, la Comunidad de Madrid seguiría gobernada por la derecha y se recuperaba el Ayuntamiento. Palabras de júbilo desde Génova, aplausos y esperanza. Fue una gozada la despedida de Carmena.

No obstante, creo que no hubo fraude porque no se atrevieron a traspasar una línea roja tan ancha, mucho más complicada que la de las generales. Demasiados ojos, oídos, cámaras, pantallas, vigilantes, detectives, gente pendiente de aquí y allá y, sobre todo, votos mucho más personales y cercanos. Tezanos no pudo concretar la realidad de su sueño. ¡Qué decir ahora! Él, que había sido sacado en procesión bajo palio y nombrado arúspice del reino por sus vaticinios, ayer le estallaron los sondeos manipuladores en toda la cara.

Con tanto viento en contra, VOX sufrió un batacazo monumental, pero aquí estamos para ayudarlo a recuperar. De Podemos, nada que decir, salvo que es otra prueba del fraude del 28-A. ¿Quién se iba a creer los escaños que sacó? Ahora le están pidiendo que dimita el tándem de Galapagar, es decir, los marqueses del casoplón.

Llega ahora la etapa de los pactos. Sánchez ya en su inoportuno discurso antes de acabar el escrutinio y ver que se perdía Madrid, empezó a tender la mano a Ciudadanos y a lanzar el cordón sanitario contra VOX, a quien la extrema izquierda que habita en la Moncloa llama ultra derecha. No deja de ser paradójico que el partido que defiende la unidad de España, que sentó a los golpistas en el banquillo de los acusados, que aboga por ilegalizar a los destructores de la patria, que defiende la libertad y la ley, el derecho a la vida y a la propiedad privada, que defiende a nuestras fuerzas del orden, nuestro Ejército y nuestra bandera, sea tildado de extrema derecha. El cordón sanitario hay que establecerlo de manera vitalicia no contra VOX, sino contra la izquierda sectaria, golpistas, proetarras, comunistas fiolomaduros, feminazis, y contra todos quienes atentan contra España, sus tradiciones y sus valores.

A pesar de que Casado consiguió salvar las naves, y Feijóo –su mosca cojonera más molesta—, no está para sacar pecho, dados sus resultados en la Comunidad gallega, no debe echar tanto la lengua a paseo. Si como dice el refrán “la mejor palabra es la que está por decir”, le convendría controlar un poco su incontinencia verbal. Ya está bien de vanaglorias, de presunciones y de prepotencias, como si el PP fuera la única alternativa de la derecha. Si remonta, estupendo, pero que no sea a base de amonestar a todos los que han elegido una opción que les parece mejor.

Estas elecciones no le han salido bien a George Soros. La prueba es que Sánchez viaja de urgencia a visitar a Macron –Marine Le Pen ganó las europeas— para hablar sobre el futuro de Europa. ¿No será sobre el futuro de España? La masonería está nerviosa. Les preocupa VOX a pesar de los malos resultados. Pero yo creo que lo que realmente les intranquiliza son los pactos con Ciudadanos. De hecho, hoy ya han empezado a enredar con los posibles acuerdos. Las risas de hoy de la derecha pueden convertirse en lágrimas mañana, si prosperan los enredos. Rivera tiene que demostrar ahora que aquello de “veleta” no es tal, que no es un masoncito a las órdenes de Soros y que nos podemos fiar de él. No olvidemos que Sánchez y Rivera son dos políticos señalados por Bildelberg.
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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