Mediante la utilización de programas de adoctrinamiento en colegios e institutos, y con el apoyo incondicional de la mayoría de cadenas de televisión, se ha desestructurado no solo el conejo de una famosa tertuliana, o los marchitos huevos de un célebre chef, sino todos los valores tradicionales, procedentes de la civilización occidental cristiana, tales como la honradez, la honestidad, la nobleza (no de sangre, sino de espíritu), la urbanidad, el respeto a los mayores, el valor del esfuerzo personal como contrapunto a la cultura del ´pelotazo´, la defensa del desprotegido, el amor al prójimo, etc
Pero especialmente, se han tomado muchas molestias, demasiadas para ser casualidad, en desestructurar el pilar básico de la sociedad: LA FAMILIA.
Si quieren desestructurar los huevos ´poché´ de un rechoncho soplagaitas de la secta, o el conejo de una verificadora, que los desestructuren y luego, si quieren, que los congelen con nitrógeno líquido, pero que dejen en paz la familia y sus valores, porque estamos jugando con el pilar básico que sustenta nuestra civilización, y si el pilar falla, todo va detrás como un castillo de naipes.
Quienes fomentan la desestructuración de la familia, saben muy bien lo que hacen; no están locos.
Pero para poder llevar a cabo su labor de demolición controlada, necesitan del siempre necesario silencio de los corderos.

