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La eternidad o no del Infierno es algo que ni sé ni me importa, pero de lo que sí estoy seguro, como cristiano, es de la no eternidad de las condenas a él; y ello porque creo firmemente en el Dios Padre que nos reveló Jesucristo; en un Dios de Misericordia, Amor y Justicia, y en Justicia, para que un castigo sea eterno, se debería corresponder con un pecado eterno, continuo y sin fin.
Pero claro, un pecado continuo y sin fin abarcaría toda la Eternidad, no quedando espacio temporal posible para cumplir posteriormente un castigo eterno. ¿O no?
Eternidad solo hay una y tras ella la Nada; luego no se puede estar pecando eternamente y pagar luego por ello eternamente, ya que lo primero excluye a lo segundo.
Y si esto es así, y nos centramos solo en aquellos pecados temporales y pasajeros que dejen espacio para una condena posterior, creo humildemente que no sería justa una condena eterna como castigo a unos pecados que no lo han sido ni por asomo.
¿Cumplimiento íntegro de las penas…? Sí; pero hasta la pena más severa tiene fecha de caducidad, ya que de lo contrario caeríamos en la desproporción y la injusticia, algo que podría cuadrar con el dios del Antiguo Testamento, pero que chirría cuando pensamos en el Dios Justo y Misericordioso del Nuevo Testamento; el único Dios; el Dios en el que creo.
¿Entonces, en qué queda el Infierno?
Mañana, si Dios quiere, contaré cómo es realmente el Infierno, y veremos que es bastante peor de cómo lo han pintado.
– ¿Peor que oír ´en bucle´ un discurso de Pedro Sánchez durante toda la Eternidad?
– Bueno, tanto, tanto, no; pero casi, casi…