Tras el agotamiento, por uso y abuso, de los comodines de Franco y Putin, llegó el comodín ´Trump´, como nuevo culpable cada vez que se rompe un plato de la agrietada vajilla nacional.
Trump ya es el nuevo villano, homologado por el relato oficial, a modo de hoja de parra para cubrir las vergüenzas; no las propias, sino las de aquel que, cual jabalí herido de muerte, comienza a ser peligroso, tan siquiera mentar.
Y así ha sido durante una semana, al conseguir con el tema de los aranceles que, hasta los más analfabetos y lerdos en economía, todo quisqui no hablase de otra cosa en el bar, olvidando todos los casos de corrupción abiertos en Españistan, que nos afectan más directamente que las bravatas arancelarias de Trump.
Fanfarronerías estratégicas las de Trump, por cierto, perfectamente legales y legítimas, a diferencia de las presuntas guarrerías patrias, que hoy permanecen abiertas, bajo instrucción judicial.
Pero poco le ha durado al sátrapa, el relato arancelario. De ello se ha encargado, una vez más, el incombustible Torrente, al, presuntamente, haber realizado, una ´desencajonada de putas´, en un parador nacional.
Desde Teruel, mirando a Cuenca, puro en boca y ´chorra´ en mano, ´griego profundo´ y ´francés sin manos´, con alegría, que paga el personal.
¿El personal? ¡Sí! Tú y yo, y los herederos de un ahorrador padre de familia, que acaban de enterrar.
Salvo desenterrar a Isabel la Católica, o dinamitar la Cruz del Valle de los Caídos, pocas cartas le quedan al felón para jugar. Claro, que siempre puede desenterrar a Franco de donde está, enterrarlo de nuevo en el Valle de los Caídos, y volverlo a desenterrar. ¡Quién da más!