Veintiséis de cada cien
o, sea la cuarta parte
y un uno que hay que añadir
a este enorme porcentaje
Elección tras Elección,
siguen siendo sus votantes.
Si hay un premio a la constancia,
lo merecen en su alarde
de eterna fidelidad
pues están dejando al margen
las terribles consecuencias
de estar haciendo lo que hacen.
Ellos siguen a lo suyo
adoradores de Sánchez
al que han elevado a coro
al mejor de los altares.
Si les miente, que les mienta
porque eso no es importante;
tampoco que les arruine,
tampoco que los maltrate;
aquí, lo único que cuenta
es evitar el desastre
de llegue la ultraderecha
y el chollo se les acabe.
Chollo, para los de arriba
que los de abajo no caten
ni las migajas siquiera
del fruto de su pillaje.
Tragan, tragan y más tragan
jamás dejar de adorarle,
es el más alto, el más guapo
y gobierna como nadie.
En eso tienen razón
pues que no tuvimos antes
y estoy hablando de siglos
un sinvergüenza más grande.
Y a todo su alrededor
desolador, el paisaje,
la corrupción es la norma
la mentira, su mensaje;
el arruinar su costumbre
y el asalto más salvaje
a una digna convivencia
Instituciones, mediante,
que no dejan una sana,
se las han llevado al catre,
es el rayo que no cesa
es la tormenta implacable.
A los que no quieren ver
este indecente aquelarre
nadie les pida que expliquen
el porqué de su dislate;
ya que, muy probablemente
ni siquiera ellos lo saben.
Lo más terrible de todo
es una segunda parte
pues más del treinta por ciento
no son menos ignorantes
de que, votar al Pepé,
pan para hoy, mañana es hambre.
En Europa, socialistas
aliados a populares,
feroz dúo, están dejando
al cruel Atila, en pañales,
en su afán de destruir
lo que les ponen delante;
en España, el paripé
de maravilla les sale:
se muerden con las palabras
pero los hechos les casen
en el más fiel matrimonio
cómplices en la barbarie.
Ganen unos, ganen otros,
por, más o menos, iguales,
como el resto de Partidos
ni, de lejos, son votables
no serán las Elecciones
las que del pozo nos saquen.
O despertamos ¡y pronto!
la Constitución se cambie
por otra que no consienta
que la libertad se asalte
ni permita que al Poder
lleguen los más incapaces,
o en cuestión de pocos años
inocentes y culpables,
todos en el mismo saco
nuestra España no se salve.
El plazo toca a su fin
hay que frenar el ataque
de estos malditos Partidos;
otra solución, no cabe.
