La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, publica en The Objective este 24 de diciembre de 2025 una columna donde convierte a Extremadura en un laboratorio político, económico e incluso moral. La votación de los extremeños nos marcan el camino a seguir…
Con el título Esperanza Aguirre: “Extremadura nos marca el camino”, la influyente autora aprovecha el cambio electoral y la gestión posterior como prisma para criticar el modelo de Pedro Sánchez, así como el estado actual de las autonomías y la política energética:
«Las elecciones que se avecinan, Aragón, Castilla y León y Andalucía van a servir para que los ciudadanos rechacen la arrogancia de Sánchez y su deriva totalitaria».
Desde el primer párrafo, Aguirre establece una tesis contundente: Extremadura no es solo un rincón del mapa, sino un reflejo del país. En su columna argumenta que en esta comunidad se estaría ensayando una combinación de reducción de impuestos, reindustrialización vinculada a la energía y revisión del antiguo reparto de subvenciones. Según ella, si este giro tiene éxito, desmentiría la narrativa económica del Gobierno central. El texto se presenta como una reflexión sobre cómo una región históricamente asociada al atraso puede convertirse, a juicio de la autora, en un referente.
De la periferia al centro del debate
El núcleo del artículo se articula en cuatro movimientos principales:
- Elevar Extremadura a categoría de ejemplo nacional.
- Contraponer subvención y asistencialismo con inversión y empleo.
- Utilizar la energía –ya sea renovable, nuclear o ambas– como eje central.
- Interpretar el cambio político en la región como un anticipo de lo que podría suceder en toda España.
En uno de los fragmentos más relevantes, la autora apunta: «…».
Aguirre enfatiza que los resultados electorales en Extremadura no deben interpretarse únicamente como un castigo al anterior gobierno regional, sino como un rechazo a un patrón que ha prevalecido durante años en diversas comunidades: dependencia de las transferencias estatales, exceso de empleo público y abandono de la iniciativa privada. Por eso subraya que «…».
Con este contexto, Aguirre reconstruye la narrativa sobre cómo Extremadura, tradicionalmente receptora de fondos y emigrantes, ha logrado posicionarse repentinamente en el mapa de las decisiones industriales clave: fábricas de baterías, proyectos relacionados con materias primas estratégicas, infraestructuras energéticas y una promesa de empleo cualificado. Para ella, este cambio no es fortuito; es consecuencia de una política que rechaza el complejo de inferioridad e impulsa lo que ella misma califica –en consonancia con su obra Una liberal en política– como una agenda «radicalmente liberal».
Energía, territorio y modelo de país
Otro tema recurrente en la columna es la energía. Aguirre conecta la nueva relevancia de Extremadura con el mapa energético español y con el debate sobre nuclear versus renovables que ella misma ha promovido en entrevistas recientes. Su argumento se despliega en varios frentes:
- Extremadura se convierte en un imán por su capacidad para ofrecer energía abundante y relativamente económica.
- Esta ventaja compensa parcialmente su distancia respecto a los grandes núcleos urbanos y logísticos.
- A juicio de Aguirre, el Gobierno central estaría desaprovechando una oportunidad histórica al cerrar las puertas a la nuclear y complicar los trámites regulatorios para ciertos proyectos.
En este punto, regresa a la idea del «camino» marcado por esta región: un modelo donde las zonas interiores no se resignan a ser meras reservas naturales ni simples receptores de fondos europeos, sino plataformas para industrias limpias y empleos estables. «…», señala Aguirre para enfatizar que esta apuesta requiere seguridad jurídica, estabilidad regulatoria y un mensaje claro para atraer inversiones internacionales.
La reflexión culmina con una consideración sobre las autonomías: según insiste Aguirre, Extremadura demuestra que estas comunidades no son meras ejecutoras pasivas de políticas diseñadas desde Madrid, sino actores capaces de abrir brechas y forzar al Estado a reconsiderar su estrategia energética y territorial.
Política, relato y advertencia final
En las últimas partes del artículo, Aguirre deja atrás el análisis económico para adentrarse en el terreno del relato político. Asegura que durante décadas la izquierda ha utilizado a Extremadura como ejemplo emblemático de desigualdad estructural para justificar más centralización, redistribución e intervención estatal. Sin embargo, ahora esa misma región parece estar comenzando a socavar ese marco establecido.
El texto plantea tres posibles consecuencias:
- Si Extremadura consolida su nuevo rumbo económico, perderá fuerza el argumento que sostiene que bajar impuestos «rompe España».
- El votante con menos recursos podría asociar prosperidad con libertad económica más allá del simple amparo estatal.
- El debate territorial podría centrarse menos en los agravios comparativos con Cataluña o País Vasco, y más en quién crea empleo industrial efectivamente.
Aguirre concluye con una advertencia que también sirve como cierre contundente: «…». En esa frase final condensa su idea central: lo que suceda en Extremadura en los próximos años será mucho más que una cuestión local; será un referéndum práctico sobre dos modelos distintos para definir el futuro del país. Y según ella, ya hay una región dispuesta a marcar ese camino después de haber sido relegada durante demasiado tiempo al pie del mapa.
